Por Germán Sosa, periodista de ESPN.
La EMOCIÓN se explica científicamente como reacciones neurofisiológicas a raíz de un estímulo interno o externo. La autopercepción de esa emoción es el SENTIMIENTO. Y la PASIÓN es una afición vehemente hacia algo. Qué hermoso es sentir; que lindo es llorar conmovidos con hijos, hermanos, padres o abuelos; qué valorables son las lágrimas de muchachos con un sueño inquebrantable, con todo un país detrás, un camino recorrido y un inmenso sacrificio realizado para llegar a este lugar de campeones del mundo que los hace eternos. No hay nada como la gloria eterna.
Por un lado, el fútbol esta lleno de discursos extensos que resultan tediosos y aburridos debido a un contenido que suele ser intrascendente, repetitivo e insolvente. ¿Donde está la verdad en medio de tanto que se ha dicho y se sigue diciendo? El peor equipo que haya jugado una eliminatoria ganó el titulo en 1986, el mejor y gran candidato en 2002 se quedo afuera en primera ronda, ahora un DT inexperto hizo y ganó lo que ninguno de los anteriores que llegaron con las paredes llenas de pergaminos. Por otro lado, se trata de un juego. Es cierto. Pero nadie puede negar que lo que nos genera es absolutamente superior. Quienes le bajan el precio minimizándolo a un simple pasatiempo, no lo han comprendido. En la vida, los seres humanos nos podremos olvidar de lo que nos dijeron, de lo que nos hicieron o de lo que nos prometieron, pero jamás nos vamos a olvidar de lo que nos han hecho sentir. Este deporte y tipos como Messi y su muchachada mezclan todas esas sensaciones cual ingredientes de un trago en una coctelera y nos las tiran por la cabeza o nos las arrancan del pecho paseándonos, sin escalas, desde el infierno de Arabia Saudita, hasta el paraíso de la coronación ante Francia.
El campeonato del mundo terminó y el sueño fue alcanzado. Ese sol, ese horizonte de las utopias de Eduardo Galeano que siempre estaba dos pasos más allá, ahora quedó al alcance de la mano para abrazarlo bien fuerte. La Selección enamoró por todos lados con un dechado de virtudes que han sido una ruta directa al corazón de cada argentino. Nos han hecho sentir. Así es como se pelea por un sueño, así se juega una final, así se defiende una camiseta, así se pelea por un compañero, así se demuestra solidaridad, así hay que levantarse cuando se sufre una caída, así se enfrentan los momentos límites, así se absorben las presiones. Sí, así, como lo han hecho estos pibes. El fútbol, como la vida, tarde o temprano, siempre premia a los que buscan.
Este equipo es solidaridad, pelear como un león por el de al lado, compromiso, sacrificio, talento, ductilidad, inteligencia, sabiduría, personalidad, fiereza, emoción, entrega, espíritu, amor propio, orgullo, idea superadora donde el todo es más que la suma de las partes, ganas, juventud y experiencia en pos del bien común, corazón.
Lo ha tenido todo. Por eso, luego de 36 años levantaron la Copa del Mundo para Argentina dejando un brillante mensaje encriptado, pero muy claro. Por lo pronto, a la hora de levantar la del brindis de fin de año, yo ya tengo mi deseo: que alguna vez este bendito país sea, lo que esta Selección es. Esa será la copa que habremos ganado todos. iMuchas gracias campeones! Como diría Benedetti, gracias por el fuego.