Y los sueños, sueños son

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¿Vale la pena insistir en sueños difíciles?

Arriesgamos algo seguro por una ilusión, es posible que idealicemos el objeto de nuestro desvelo y nos defraude el éxito. Sin embargo, será mejor que el fracaso.

Lo cierto es que hasta que se materializan, los sueños son utopías. La palabra utopía define un «no lugar». Está en nuestra mente. Sin embargo, tiene un claro efecto en la realidad. El escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo en relación a esto: «La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».

Podríamos decir, entonces, que la utopía es el resultante de un propósito existencial. Y donde hay un propósito hay sentido, hay un por qué y para qué. Por esta razón, el sentido de una vida no se encuentra siempre en lo alcanzado, sino en lo que se ha hecho mientras se avanzaba.

En la vida, uno avanza hacia una meta con el propósito de llegar lo más cerca de ella a pesar de los obstáculos. Luego, uno toma en cuenta del obstáculo, sobre todo cuando es grande, y opta por una meta posible. Se trata, entonces, de optar, tomar una decisión y responder ante la consecuencia de la misma. Pero en ningún caso desmerecer el propio sueño.

Esto es aplicable, a aquellos propósitos que están profundamente vinculados con los valores trascendentes que revelan el sentido de la propia vida. Los sueños son propósitos que queremos alcanzar en diferentes etapas de la vida, que nos motivan para levantarnos cada día, para ponernos de pie cuando ya no nos quedan fuerzas, e ir por ellos. Para llegar a concretarlos, tenemos por delante un largo camino. Todos los días debemos dar pasos, pequeños pero firmes. La idea es no detenerse.

Si estamos convencidos de ese sueño que queremos alcanzar, el trayecto hacia él será tan placentero como llegar a la meta. Lo debemos disfrutar. Al fin y al cabo, estamos caminando, trabajando, moviéndonos hacia ellos. Entonces me pregunto, ¿Qué sería de nosotros sin los sueños? ¿Qué haríamos sin esas metas que nos proponemos y que nos impulsan a seguir adelante? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son»…

La vida es sueño, ya lo decía Calderón de la Barca.

Carlos Laboranti – Director Ejecutivo