Este pasado viernes se celebró el día de la tierra en todo el mundo. En esta editorial invitamos a nuestros lectores a reflexionar sobre nuestro futuro: el plantea está en peligro y es necesario actuar desde ahora.
Nuestro planeta no da la vida a todos los seres humanos y es algo que debemos agradecer. Aunque muchas veces nos pensemos como seres aislados del resto, la realidad es que también formamos parte de un ecosistema. Una de las claves para la subsistencia en la Tierra es aceptar el constante intercambio con otros seres vivos, y aprender a vivir en armonía con ellos. SOMOS UN TODO.
Nuestra actividad provoca fuertes cambios en la naturaleza, cada vez, producto del gran desarrollo de las sociedades en todos los puntos del planeta. Así es como nos enfrentamos hoy en día a la conocida por todos, “crisis climática”. Cabe mencionar el agujero en la capa de ozono, y los excesos en la tala y actividades agrícolas que agotan recursos y devastan el hábitat de otras especies. También, está la explotación petrolera y sus alteraciones en los estratos de la Tierra. Hace unos días atrás, pusimos en exposición esta problemática que afecta concretamente a las playas de Necochea. Lo mismo sucede con la minería y el crecimiento de las ciudades.
SOMOS UNO CON LA TIERRA. Los humanos integramos el gran ambiente terrestre. Por ejemplo: cada vez que respiramos, liberamos CO2, el cual es usado por las plantas. Los organismos vegetales, a cambio, nos dan oxígeno. Al alterar ecosistemas, o mercadear ilegalmente especies silvestres, las personas entran en contacto con microorganismos y virus que son propios de ciertas especies animales. Con lo anterior, ocurren entonces las llamadas infecciones zoonóticas. Es una de las consecuencias de trastocar el equilibrio del planeta.
Sin embargo, la humanidad tiene una ventaja: es consciente de lo que sucede. ¡Por eso puede poner manos a la obra y salir adelante!
Gracias a la ciencia, sabemos que, solo respetando la diversidad biológica, se minimiza la propagación de enfermedades entre los seres vivos.
Al existir gran variedad de especies, los microorganismos se alojan solo en seres vivos que pueden tolerarlos. Además, hay mayor intercambio biológico. Esto redunda en abundancia para el planeta.
Son tiempos de reflexión en relación a esta problemática: repensar los más pequeños actos cotidianos para empezar a cuidar nuestro lugar desde ahora. Los gobiernos y las grandes empresas tienen su cuota de responsabilidad pero queremos recalcar que desde nuestro pequeño lugar como ciudadanos podemos hacer mucho más de lo que creemos para proteger la tierra.
Carlos Labranti – Director Ejecutivo