El productor local Leandro Riviere, fue entrevistado en el Diario La Nación para la secciones Economía y Campo, donde reveló las ventajas competitivas de la clásica rotación agrícola de la región, con girasol y trigo, de cara a la nueva campaña, en pleno sudeste de la Provincia de Buenos Aires.
La nota fue titulada «Girasol y trigo: la dupla para sacar ventaja en el sudeste bonaerense».
En la misma, se indica que la empresa de Riviere es una compañía familiar dedicada a la agricultura y a la prestación de servicios. Son 130 hectáreas propias y otras 1800 alquiladas, todas dentro del partido de Lobería.
«Prácticamente el 40% de la campaña gruesa la destinamos a girasol porque nos otorga muchas ventajas», dijo el productor y destacó la capacidad de adaptación del cultivo ante el déficit hídrico, los beneficios de cosechar seco y sus particularidades como excelente antecesor de trigo.
Pero, además, con un buen manejo técnico, el girasol -según contó Riviere- puede desarrollar altos niveles de rentabilidad. «Hay menos gastos de comercialización, y una vez que se levanta la cosecha la entrega es directa en fábrica, recibiendo ya un flujo de dinero a principios de abril», indicó.
Los Riviere son uno de los productores que en la última campaña optaron por sembrar el nuevo híbrido de girasol Paraíso 106 CL HO, de Nidera, un material de ciclo intermedio largo provisto de tecnología CL para el control de malezas de hoja ancha.
«Quisimos probarlo principalmente porque era alto oleico y las perspectivas de precio son alentadoras para este tipo de aceites», expresó.
Con una densidad de entre 55.000 y 60.000 plantas, el híbrido fue sembrado el 5 de noviembre en un campo de 73 hectáreas. «Era un lote que veníamos trabajando ya desde hace ya cinco años con una rotación de trigo y soja de primera. Decidimos cambiar a girasol y la verdad que quedamos muy conformes. Para la próxima campaña planeamos apostar otra vez al girasol, esta vez combinado con trigo», sostuvo.
«La campaña de girasol fue muy buena. Tuvimos que diferir un poco la fecha de siembra porque no teníamos disponibilidad de maquinaria y esa estrategia finalmente nos terminó favoreciendo con las lluvias que tuvieron lugar a fines de enero y febrero. En cambio, las siembras tempranas son las que anduvieron más flojas de rinde en la zona porque tuvimos un diciembre muy seco», agregó.
Luego de un análisis de suelo, se realizó una fertilización de arranque con 55 kilos de diamónico al que se sumó una dosis de preemergente con glifosato y fluro. «El cultivo no registró problemas sanitarios o de vuelco», dijo. Finalmente, la cosecha, que arrancó el 24 de marzo, tuvo como resultado un rinde promedio de 26,3 qq/hectárea.
Riviere destacó el elevado contenido de aceite donde el porcentaje de alto oleico superó sin dificultades la concentración mínima de 80% que demanda la industria. Ahora, de cara a la nueva campaña de granos finos, el productor se encuentra abocado a la toma de decisiones. «Estamos tratando de ver la bola de cristal en medio de todo este panorama global que vivimos. El precio del trigo se está revalorizando y estamos analizando sacar superficie de cebada para destinarla a trigo, que el año pasado anduvo muy bien», expresó.