El ciclo lectivo 2022 inicia con una excelente noticia: estudiantes y docentes asistirán a clases presenciales todos los días, en todo el país. La recuperación de la presencialidad plena en las escuelas, acordada en forma unánime por el Consejo Federal de Educación y el Consejo Federal de Salud es una noticia positiva porque la experiencia educativa de 2020 y 2021 dejó en evidencia que las clases presenciales son insustituibles.
Sin embargo, la apertura y la presencialidad de las escuelas están lejos de ser una solución en sí misma a las problemáticas que entrecruzan las distintas realidades educativas en Argentina. El reencuentro cara a cara en las aulas no es suficiente para abordar los problemas que ya enfrentaba el sistema educativo previo al inicio de la pandemia, que durante los últimos dos años se profundizaron.
Durante este año, el ciclo el sistema educativo deberá seguir afrontando viejos retos magnificados por dos años de educar con restricciones a la presencialidad: la interrupción temprana de la trayectoria escolar; la dificultad para lograr que los estudiantes incorporen aprendizajes significativos que les permitan desarrollar un proyecto de vida provechoso para sí mismos y para el conjunto de la sociedad, y, por último, las profundas brechas de desigualdad en las trayectorias escolares y aprendizajes asociados al estrato social.
Algo nos dejó la pandemia… Se generó una exigencia de educar en el espacio digital y esto aceleró la incorporación de tecnologías digitales a los procesos de enseñanza y aprendizaje, y el desarrollo de habilidades digitales en los estudiantes y en el cuerpo docente. De este modo, la recuperación de la presencialidad plena en este momento no puede hacer caso omiso de la oportunidad que tiene para direccionar los avances alcanzados hacia la superación de los límites de la vieja presencialidad y así consolidar una política educativa potenciada por las tecnologías digitales.
Sin dudas, la incorporación de las tecnologías digitales al sistema educativo permite extender y aprovechar mejor el tiempo escolar. Cuando se incorpora tecnologías digitales al proceso de enseñanza y aprendizaje, las instancias educativas sincrónicas y asincrónicas, presenciales y en línea se apoyan en el espacio digital. De este modo, las actividades educativas y el acompañamiento docente ocurren en el aula, pero también fuera de ella. Habrá que seguir trabajando en las habilidades digitales y seguir potenciándolas.
Sabemos que estos cambios llevan su tiempo y se dan en un proceso a largo plazo. Para esto, es necesario seguir trabajando desde el ámbito público y privado en una política educativa potenciada por tecnologías que requiere de consensos, institucionalización y recursos.