Si bien desde que tengo uso de razón los hechos delictivos existieron en todos lados, es verdad que décadas atrás uno tenía la sensación que lo que se conoce como “inseguridad” era exclusividad de los grandes centros urbanos.
Con el tiempo y desde hace largos años ya, distintos tipos de delito comenzaron a volverse moneda corriente en Necochea y Quequén, hasta llegar a estas épocas donde hemos naturalizado que días tras día, los portales web estén llenos de noticias sobre robos, asaltos a mano armada, actos de vandalismo y hechos violentos, lo que sin lugar a dudas condiciona nuestras decisiones diarias aún cuando no nos haya tocado ser víctima de alguno de ellos.
La inseguridad creciente nos afecta en todo sentido: Dónde vivimos, por dónde transitamos, dónde invertimos y qué hacemos o dejamos de hacer un fin de semana. Es decir, afecta nuestra calidad de vida y nuestro bienestar.
Cada vez vivimos más rodeados de cámaras de seguridad, rejas y alarmas, pero nada parece ser suficiente a la hora de parar a los delincuentes.
En las últimas semanas ocurrieron varios robos en viviendas particulares de Quequén y en comercios céntricos de Necochea, algunos de ellos a plena luz del día.
Es imperioso alinear las acciones de los diferentes sectores gubernamentales hacia un mismo objetivo: la reducción del crimen y la violencia. Cada acto de desarrollo, ya sea este social, urbanístico, cultural o deportivo, debe realizarse sabiendo que tendrá un impacto directo en la reducción del delito. Por ejemplo, cada luminaria nueva que se coloque, biblioteca, playón deportivo o parque que se construya o mejore, generará una mayor inclusión social y convivencia entre vecinos.
Tampoco debemos soslayar la responsabilidad de la policía, la cual debe estar en primera línea para prevenir y controlar el delito. Para ello necesita móviles en condiciones, combustible, tecnología, equipos adecuados y recurso humano de calidad, con vocación, bien entrenado, en la cantidad adecuada y bien pago.
También vale decirlo, muchas veces los policías siente que su trabajo es en vano, cuando actúan con eficiencia y ven con la rapidez que muchos delincuentes recuperan la libertad, en muchos casos porque las cárceles esán desbordadas. “Entran por una puerta y salen por la otra” escuchamos decir desde hace tiempo.
Autoridades gubernamentales, policiales y judiciales deben trabajar en conjunto, codo a codo, utilizando distintas estrategias que permitan bajar la cantidad de delitos.
No pretendemos posiciones políticas demagógicas y simplistas que ofrezcan más policías, más penas y más cárceles, sino un programa que destaque la importancia de la integralidad de las acciones orientadas a revertir los niveles de inseguridad, con más prevención, investigación, ubicación estratégica del personal…
No tengo duda, que el desarrollo sostenible que tanto queremos no se puede lograr sin seguridad y viviendo con miedo. Por eso, es hora de que cada uno se haga carga de su parte y comiencen a actuar en consecuencia.
Carlos Laboranti – Director Ejecutivo.