Salir a realizar pegatinas de panfletos o pintadas durante las campañas, formaba parte de las tareas de las que se encargaban las juventudes de los partidos políticos, principalmente allá por 1983 y los años posteriores, cuando la recuperación democrática era reciente y había una gran avidez por participar de la vida política. Era parte de la mística y de alguna manera lo sigue siendo.
Con los años, las pintadas de paredones fueron reduciéndose y en su lugar fueron ganando lugar los pasacalles con los nombres de los candidatos.
El paso de los años y los avances tecnológicos, permitieron que los distintos partidos puedan hacer sus campañas con importante cartelería, de enormes dimensiones en algunos casos, donde no sólo aparecían los nombres, apellidos o sobrenombres de los postulantes, sino ya sus rostros sonrientes impresos. Inclusos, los que cuentan con mayor poder adquisitivo, pueden disponer de grandes pantallas led para publicitar las propuestas de su espacio.
Esto ayudó no sólo a que la gente pueda reconocer mucho mejor a los candidatos, sino también a emprolijar mucho más las ciudades durante las campañas, que muchas veces quedaban abarrotadas de pasacallles, pintadas y afiches pegados, que en muchos casos aún se siguen utilizando.
En este sentido, si bien reconozco que suele resultar molesto a la vista esa invasión de pancartas políticas, también lo entiendo como necesario, es parte de la campaña rumbo a las elecciones que tenemos cada dos años, gracias a la Democracia que desde hace 40 años disfrutamos los argentinos.
Pero en ese afán de mostrar las caras de sus candidatos y el logo de sus partidos, en ese deseo de ocupar espacios de mucha circulación, en ese anhelo de colocar carteles en lugares estratégicos, los espacios políticos hasta se permiten dejar en segundo plano a la ciudad a la cual quieren gobernar.
Cualquier persona que llegue a Necochea desde Quequén, la primera imagen que tiene de la localidad al cruzar el emblemático Puente Colgante, es el cartel con el nombre de la ciudad que de alguna manera sirve de bienvenida, tanto para los propios habitantes como para los turistas o visitantes ocasionales.
Hoy ese cartel se ha vuelto invisible, tapado sin ningún tipo de pudor por al menos seis carteles de diferentes partidos políticos. Adelante los candidatos, atrás, casi imposible de ver, el cartel de Necochea.
Es más, cuando uno sale de la ciudad hacia el lado del Puente Colgante, la imagen también es triste, ya que la parte posterior de la cartelería es sumamente desprolija.
Hay espacios públicos que deberían respetarse, que deberían estar libres de este tipo de cartelería, y justamente el acceso a la ciudad, el cartel de Necochea, debería ser uno de ellos.
De la misma manera que la rotonda de acceso a Quequén por ruta 227 está “limpia”, sin carteles, así debería estar el espacio junto al Puente Colgante.
No tengo dudas que no fue la intención de ninguno de los partidos la de tapar el nombre de Necochea, pero la imagen que quedó hoy, con todos los carteles colocados, es esa, y con 15 días por delante de campaña hasta las PASO y toda una campaña por delante hasta las Generales, sería bueno que las autoridades de cada espacio recapacitaran y retiraran esos carteles, reubicándolo en otro espacio. Incluso sueño con un acuerdo general de todos los partidos de no colocar carteles en ese lugar, ya que siempre, pero siempre, por delante de cualquier partido o candidato, está la ciudad, en este caso, Necochea.
Carlos Laboranti, director ejecutivo.