Sexualidad en niños y jóvenes, la importancia de saber para acompañar

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La Ley Nacional N° 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI) sanciona que todos los alumnos tienen derecho a recibir “educación sexual integral” en los establecimientos a los que concurren, ya sea de gestión estatal o privada. Por ello, estipula como Educación Sexual Integral aquella que vincula los aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos.

La Educación Sexual Integral (ESI) es un espacio sistemático de enseñanza aprendizaje que promueve saberes y habilidades para la toma de decisiones responsables y críticas, en relación al cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales, la información y la sexualidad.

Los educadores tienen la responsabilidad y a la vez la gran oportunidad de enseñar Educación Sexual Integral en la escuela. De esta manera, contribuyen a garantizar el bienestar de nuestros niños y el cumplimiento del derecho a una educación de calidad.
La sexualidad forma parte de nuestra identidad y se manifiesta desde el momento en que nacemos. Como proceso vital es un elemento básico en la formación de la personalidad, en la constitución de la identidad. Es en este sentido que la incorporación de valores, actitudes y comportamientos adquiere fundamental importancia para el desarrollo de una persona autónoma y responsable, capaz de lograr una adecuada inserción social y realización personal.

Si bien la familia constituye el agente educativo por excelencia, la escuela cumple un rol primordial de acompañamiento puesto que es uno de los escenarios donde se va desplegando el proceso de crecimiento de un niño, que incluye la sexualidad y, por lo tanto, no puede permanecer ajena al mismo.

La Educación Sexual Integral fue pensada para que los niños y adolescentes conozcan las herramientas de protección y cuidado, tales como:
• Conocer el propio cuerpo: Lo cual implica poder nombrar e identificar las distintas partes de su cuerpo y especialmente, las partes íntimas, y conocer las distintas formas de cuidarlo.
• Respetar y proteger el cuerpo: Trabajando la idea de que el cuerpo de cada uno es su “territorio” y nadie puede tocar su cuerpo y sus partes íntimas. Se llaman así porque son las que sólo uno puede ver o tocar, o sus padres o cuidadores, y sólo por razones de higiene o salud, como también el médico cuando lo debe revisar.
• Aprender a decir “no”: Frente a caricias, palabras o peticiones que los hagan sentir mal o incómodos.
• Conocer el significado de los secretos: Nadie puede obligarlos a guardar secretos de situaciones que los hagan sentir mal o confundidos.
• Solicitar ayuda: Acudir a una persona adulta y de confianza cuando se enfrentan a situaciones que les hacen daño a ellos mismos, o pueden hacerle daño a algún amigo.
Cabe tener presente que sumado a las características propias de la edad, en cuanto a la curiosidad sexual propiamente dicha, actualmente se presenta un bombardeo publicitario y de imágenes en los que se exhiben todo tipo de conductas sexuales, en cualquier momento del día, por lo que es importante que como adultos estemos atentos y podamos intervenir.

Los adultos debemos acompañar dicho proceso, escuchándolos, dando respuesta a las inquietudes utilizando un lenguaje simple, claro, preciso, sin responder más de lo que están preguntando, y haciéndolo desde la verdad, sin delegar en otras personas las respuestas a su curiosidad sexual, puesto que necesitan confiar en nosotros.

Por Carlos Laboranti – Director Ejecutivo