Santiago Sánchez nació en Lobería, donde cursó sus estudios primarios y comenzó la Secundaria, hasta que sus padres se mudaron a Mar del Plata. Tras terminar el secundario y estudiar inglés, tuvo la posibilidad de continuar su carrera en Inglaterra, donde reside actualmente. Trabaja en la Universidad de Bath, donde es director de una maestría, imparte clases a alumnos doctorales y lleva adelante proyectos de investigación.
En el establecimiento en el que trabaja, anualmente se disputa un torneo ITF1 de tenis adaptado, el Bath Indoor Tournament, donde conoció a Gustavo Fernández, uno de los mejores tenistas del mundo sobre silla de ruedas.
«Gusti» o el «Lobito», quien a los 16 meses de vida perdió el dominio total de su tren inferior al sufrir un infarto medular, fue Nº 1 del mundo durante siete meses desde julio de 2017, pero luego vivió un impacto emocional desde ese momento y retrocedió algunos casilleros, pero más que en el ranking, en su clasificación de confianza.
Tras ganar dos Grand Slam, había perdido cuatro finales consecutivas de los torneos grandes, dos en Roland Garros y dos en Wimbledon, por lo que el triunfo en Australia fue muy festejado por el argentino.
Pero para lograr este título, fue fundamental, según el propio Fernández admitió, la incorporación de Santiago Sánchez a su equipo.
El loberense, especialista en cognición, se sumó al equipo del cordobés con una función que él define como la de «coach mental», con el propósito de ayudar al «Lobito» a desarrollar creencias más saludables, ganar seguridad, concentración y madurez. El trabajo se basa en charlas, muchas de ellas a distancia, en forma online. Una vez que identifican los problemas a abordar, tratan, mediante ejercicios,de solucionarlos.
«Gusti» Fernández, Sánchez y el resto del equipo empezaron a preparar esta gira que terminó con brillantez en Oceanía (dos finales y un título) en octubre pasado. El cordobés se sentía encadenado.
Según explicó Sánchez al diario La Nación, «trabajamos distintas técnicas fuera y dentro de la cancha, más que nada enfocadas al manejo de la presión. Después de cada partido él me enviaba un audio y me explicaba desde su punto de vista cómo había sido el encuentro y yo utilizaba el material para preparar la estrategia. Estas semanas, con él en Australia y yo en Bath, la tarea no fue sencilla por la diferencia horaria. Trabajamos mucho con Gusti, pero también con Fer, su entrenador, para que él supiera cómo encarar cada situación con su jugador. Gusti fue disciplinado, obediente y comprometido. Estábamos confiados de que iba a hacer una buena final de Australia. Estaba sólido. El manejo de la presión en finales de Grand Slam es difícil y él supo cómo romper con esa barrera. Estamos felices».
Por su parte, Fernández afirmó al mismo medio que «Santiago (Sánchez) trabaja en mi enfoque. Intenta quitar las emociones cuando no las necesito y también cuando sí las necesito. Después de llegar al número 1, en 2017, me pasaron muchas cosas y tuve que crecer mentalmente. Fue duro, quizás no estaba preparado. Y más después de perder cuatro finales de Grand Slam. Pero entre todos hicimos un gran trabajo».