El 2 de abril no es una fecha más para los argentinos, es el día en el que recordamos a nuestros compatriotas que dieron la vida defendiendo la soberanía de las Islas Malvinas, usurpadas por Inglaterra desde 1833.
Las Malvinas nos recuerdan las heridas abiertas de una guerra que reclama, desde hace 41 años, continuar reflexionando acerca de las consecuencias de la última dictadura militar, que intentó legitimarse a través de esta aventura militar.
Sabido es que Argentina perdió mucho más que aquella guerra, es que durante los 74 días que duró la misma, murieron 649 soldados, más de 1.200 resultaron heridos, y los que regresaron, ya nunca más fueron las mismas personas que eran previo al conflicto bélico. De hecho, entre 350 y 450 veteranos de guerra se quitaron la vida años después.
Es que tras haber puesto el cuerpo por nuestro país, los trajeron escondidos, los bastardearon, los trataron de perdedores… Los quisieron “borrar de la historia”.
Pero los propios veteranos, sus familias y la sociedad en su conjunto no lo permitieron, reivindicando sus figuras, su valor, impidiendo el olvido y tratándolos como lo que son: Verdaderos héroes.
Es por eso que como argentinos, tenemos la obligación de expresarles toda nuestra admiración, agradecimiento, respeto y orgullo que nos generan. Siendo muy jóvenes marcharon a las Islas sin la preparación ni los pertrechos suficientes, pero supieron luchar por la Patria con un inmenso valor.
La causa Malvinas está por encima de cualquier grieta, nos une como argentinos, nos exige valorar y acompañar a nuestros veteranos y mantener viva la memoria de nuestros caídos. También, reclama que sigamos trabajando a favor de la libertad y de la igualdad, contra todo resto colonial que persista en el mundo, sin dejar de apostar por mecanismos diplomáticos y no violentos para recuperar las Malvinas, que fueron, son y serán argentinas.
Carlos Laboranti – Director Ejecutivo