El sistema tributario de nuestro país es uno de los más complejos del mundo, posee una gran cantidad de tributos que deben ser liquidados periódicamente. Si bien su número varía de acuerdo al tipo de contribuyente que se trata, en todos los casos se encuentra entre los más altos en el plano internacional. Además, el contenido de las normas incluye aspectos específicos y muy pormenorizados de cada uno de los impuestos que regulan. Sumado finalmente, a la gran velocidad con que se modifican, representan un desafío para quienes desean mantenerse actualizados en este campo.
Adicionalmente, la presión tributaria, es decir el porcentaje que el estado percibe de la renta de sus ciudadanos en concepto de tributos, también se encuentra entre los más altos del mundo. Los impuestos, entonces, son para los argentinos un concepto muy importante dentro de la cartera de erogaciones a tener presente para cualquier ciudadano que desee gozar de una buena salud financiera.
Esta conjunción de elementos, es decir, un complejo sistema tributario combinado con una alta presión tributaria, transforman en esencial contar con un asesoramiento impositivo que sea capaz de entender cada uno de los tributos que incumben al ciudadano de acuerdo a su condición fiscal en un momento determinado y su evolución a lo largo de los años.
Habitualmente escuchamos noticias acerca de cuestiones tributarias que no condicen con la realidad. Entiendo que esto se debe a que en muchas ocasiones quien se encarga de informar no posee los conocimientos necesarios del tema y al final se obtienen conclusiones erróneas. Sin ninguna duda, un profesional con formación en esta área y que además dedica su tiempo al estudio de las normativas impositiva está en condiciones de instruir al contribuyente y llevar a la práctica las acciones que devenguen en tres tipos de ventajas para estos:
- Cumplimiento de normativas legales: En un sistema tributario tan complejo como el nuestro el cumplir con la totalidad de las obligaciones legales se transforma en un desafío constante y en el que no alcanza con el sólo deseo de quererlo realizar. En la actualidad es muy común observar ciudadanos que por desconocimiento están infringiendo normativas impositivas. En estos casos, el ciudadano se percata de lo que está sucediendo una vez informado por los propios organismos de contralor: ya es tarde, la infracción fue detectada.
- Encuadre normativo conveniente: En ocasiones las normativas tributarias presentan diferentes escenarios en los que los contribuyentes pueden encontrarse situados. Estos escenarios no siempre coinciden en cuanto a las obligaciones y responsabilidades que exigen para su cumplimiento, en consecuencia, es posible afirmar que un ciudadano a veces puede elegir en qué escenario se va a situar, priorizando por supuesto aquel en el cual las obligaciones tributarias sean las más bajas. Este concepto recobra mayor importancia cuanto mayor es la complejidad del sistema tributario y es lo que se conoce como “elusión” fiscal, una conducta legal que busca minimizar el pago de impuestos o de responsabilidades frente a los organismos de contralor. En vereda opuesta se encuentra la “evasión” fiscal, que pretende la reducción impositiva a través de artilugios ilegales.
- Aprovechamiento de beneficios fiscales: Cuando el estado desea incentivar el pago de tributos adeudados, obtener información de sus ciudadanos o simplemente premiar a los buenos contribuyentes, mayoritariamente opta por crear beneficios fiscales que éstos pueden aprovechar. Por supuesto, para que exista un aprovechamiento de estos beneficios primero deben ser conocidos, y en este sentido no debería asombrarnos que, con cada nuevo beneficio fiscal, que se traduciría en un ahorro de los costos impositivos, existe una gran cantidad de ciudadanos que no son capaces de aprovecharlos.
Por lo expuesto se concluye que contar con el asesoramiento de un contador público sin dudas trae beneficios en el corto, mediano y largo plazo, que pueden verse materializados, por un lado, en la tranquilidad de contar con una situación fiscal ordenada y de acuerdo a las normas legales y por otro, con un ahorro de los gastos como consecuencia del menor pago de impuestos producto de un mejor encuadre en las normas impositivas y en el aprovechamiento de beneficios fiscales.
Los ciudadanos se convierten en contribuyentes desde el momento en que una porción de sus ingresos es destinada directa o indirectamente al pago de tributos a las arcas del estado, con lo cual podría afirmarse que el 100% de los ciudadanos lo son y por lo tanto todos deberían visitar periódicamente a su contador de la misma manera que periódicamente visitan a su médico. En este escenario, ¿alguien cree que los costos de contar con un contador público son superiores a los beneficios que puede aportar?
Por Alejandro Traversa Olazábal – Contador Público Nacional