Por Francisco N. García, abogado, docente y coordinador académico.
Soy Hijo de Regino y Enilde, y mis padres no tuvieron la posibilidad de acceder a la Educación Universitaria, y pertenecen a una generación que entendía que lo mejor que se podía dejarle como herencia a sus hijos era la educación, y es así que todos sus esfuerzos, me dieron la posibilidad de acceder a la Universidad, en donde no hubiera tampoco podido estar si la misma no fuera gratuita.
La Universidad y la Educación como a todos quienes pasamos por la misma me cambio la vida, la forma de ver la realidad, me dio herramientas para desarrollarme, y me transformó en la primera generación de profesionales, en Abogado y en Docente Universitario concursado.
Esta breve introducción no es menor, porque refleja la realidad de un país que fue pensado por quienes pensaron la Constitución, y fueron parte de la conformación del Estado Nacional y de las instituciones y leyes del país con un sistema de educación pública y obligatoria, que se expandió por todo el país y que en tiempos como hoy permite que el acceso a la Educación Superior no solo se de en los grandes centros urbanos, sino que también es una posibilidad y un sueño que las localidades y pueblos del interior también tenemos al alcance de la mano.
La Universidad Pública y Gratuita en Argentina es uno de los grandes logros sociales que, desde su origen, ha permitido a generaciones de estudiantes acceder a una educación superior de calidad, sin importar su clase social, lugar de origen o situación económica. Hoy, sin embargo, este pilar se enfrenta a una crisis presupuestaria que amenaza su funcionamiento, y que denigra a los docentes a pisos en cuanto a sus ingresos inconcebibles. Defender la Universidad Pública no es solo una defensa de un sistema educativo, sino de un derecho fundamental. Es una herramienta de inclusión, equidad y movilidad social que ha sido clave en la construcción de una nación más justa y democrática.
En este sentido hoy nos han puesto en esta Argentina que solo parece entender de extremos y discusiones en blanco o negro a que se repitan slogans en relación lo que ocurre con las Universidades sin conocer siquiera como funciona este sistema que vale recordar que es estatal, pero autárquico y autónomo, con un sistema de Gobierno propio en el cual participan, docentes, graduados, estudiantes, y personal no docente.
Las 5 mentiras y 5 verdades que el Gobierno pone en Debate.
En los últimos tiempos, el sistema Universitario ha sido objeto de distintos ataques basados en falsedades que buscan desprestigiarlas, entre las cosas que se plantean son las siguientes:
1.- Inventan estudiantes para cobrar más fondos
2.- Los pobres no están en las Universidades
3.- No se audita lo que gastan
4.- Los Salarios están por encima del sector público en general
5.- La ley de financiamiento universitario atentaba contra el equilibrio fiscal.
En este sentido cabe decir que:
1.- En Argentina el presupuesto universitario no se asigna a las universidades por cantidad de estudiantes. Se actualiza según el último presupuesto consolidado y tienen en cuenta varios componentes como salarios docentes y no docentes, gastos de funcionamiento e inversión para ciencia y tecnología.
2.- El 48,5% de los estudiantes inscriptos en materias de 2024 están por debajo de la línea de pobreza. Casi siete de cada diez alumnos de los dos millones que componen el sistema universitario publico argentino tienen padres y madres que no fueron a la universidad: son la primera generación de su familia en acceder a la educación superior.
3.- Los gastos de las Universidades se componen del 90 % en salarios registrados, y un 10% en gastos de funcionamiento (servicios públicos, limpieza, seguridad, seguros, reparaciones y un mínimo de equipamiento) que se rinden ante cada Consejo Superior y Académico respectivo, pero que además son auditadas por la Auditoría General de la Nación (la cual si no audita más es justamente porque este Gobierno tampoco le da recursos). Pero además nuestras universidades son las entidades del sector público más controladas y auditadas que lideran el ranking que elabora la Agencia de transparencia de la Jefatura de Gabinete del Gobierno Nacional, sumado a las auditorias internas propias y externas, más las evaluaciones del Coneau.
4.- Los trabajadores universitarios perdieron más que ningún otro asalariado desde diciembre de 2023, incluso más que los empleados públicos del Estado Nacional. Los salarios de más del 85 % de los docentes están bajo la línea de pobreza, mientras que más del 60% de las y los no docentes se encuentran en esa misma situación.
5.- La ley de financiamiento vetada representaba apenas el 0.14% del PBI lo cual podía financiarse sin ningún tipo de problemas.
La universidad pública: un derecho y no un privilegio
El acceso a la educación superior no debe entenderse como un privilegio reservado a unos pocos, sino como un derecho que debe ser garantizado para todos. La universidad pública en Argentina ha sido un baluarte de este principio. La Reforma Universitaria de 1918, y la gratuidad han permitido que jóvenes de hogares humildes puedan formarse y acceder a mejores oportunidades en una Argentina profundamente desigual, donde las brechas sociales y económicas siguen marcadas, y donde la universidad pública es un espacio donde esas diferencias se diluyen. Es un lugar donde el mérito académico y el esfuerzo prevalecen sobre la capacidad económica.
La universidad pública como motor de movilidad social
Uno de los logros más importantes de la universidad pública es su rol como motor de movilidad social. En Argentina, el impacto de la educación superior es directo en la reducción de desigualdades. Para miles de jóvenes, sobre todo los de sectores vulnerables, la universidad pública representa la única vía para acceder a un futuro mejor, más en tiempos donde esta llega a todos los rincones del país y donde en muchos casos no es necesario trasladarse de ciudad para estudiar. Reducir el financiamiento a las universidades públicas significaría cerrar esas puertas de oportunidad. Esto perpetuaría un ciclo de pobreza que afecta especialmente a los sectores más necesitados. Como docente, veo en mis alumnos las mismas ansias de superación que alguna vez me impulsaron a mí.
La gratuidad en tiempos de crisis económica
En contextos de crisis, como el que atraviesa nuestro país, la universidad pública y gratuita se vuelve más crucial que nunca. Los sectores populares y las clases trabajadoras son los que más sufren el impacto de la inflación y la falta de empleo. Si se cobra por la educación, muchos de estos estudiantes simplemente no podrían acceder a ella. La gratuidad que este gobierno cuestiona asegura que la educación sea accesible para todos, independientemente de su situación económica. Por eso, recortar fondos no es una opción. La educación superior no es «barata», pero es una inversión en el futuro.
La universidad pública como espacio de pensamiento crítico y compromiso social
La universidad pública no es solo una fábrica de profesionales. Es un espacio donde se genera pensamiento crítico, donde se discuten los grandes problemas del país y se busca cómo resolverlos. Este es uno de sus roles más valiosos: formar ciudadanos comprometidos con su sociedad, y quizás esto es uno de los problemas que hace que este Gobierno elija como enemigo al sistema universitario, justamente porque lo cuestiona.
Además, las universidades tienen un rol activo en sus comunidades, ofreciendo asesoramiento, servicios y apoyo a sectores vulnerables. En muchos casos, son el único espacio donde las personas pueden acceder a atención médica, legal o psicológica. Reducir el presupuesto universitario no solo afecta la educación, sino también la capacidad de la universidad para cumplir su rol social.
La universidad como motor de desarrollo científico y tecnológico
El desarrollo científico y tecnológico del país está directamente ligado a las universidades públicas. Sin el aporte de estas instituciones, muchos avances en medicina, ingeniería, energías renovables y ciencias sociales no habrían sido posibles. Los recortes presupuestarios no solo afectan a los estudiantes y docentes, sino que impactan directamente en la capacidad del país para generar innovación y conocimiento.
El presupuesto universitario como inversión, no como gasto
Uno de los errores más comunes es considerar la educación como un gasto. La realidad es que cada peso invertido en la universidad pública se traduce en beneficios para la sociedad. Los graduados universitarios acceden a empleos mejor remunerados, contribuyen más al sistema impositivo y generan innovación. Recortar el presupuesto universitario es una medida cortoplacista que pone en riesgo el futuro del país. La universidad pública es una de las principales herramientas de desarrollo económico y social, y debe ser tratada como tal.
El rol de los docentes universitarios: importancia y deterioro salarial
Los docentes somos quienes sostenemos el sistema educativo, y en la universidad pública, nuestro rol va más allá de la simple enseñanza. Nos dedicamos a la investigación, la extensión universitaria y la formación continua. Sin embargo, la inflación ha erosionado tremendamente los salarios. Si no se garantiza un salario digno, corremos el riesgo de perder valiosos profesionales que buscan mejores oportunidades en otros sectores.
La Universidad Pública y Gratuita es mucho más que un sistema educativo. Es una herramienta de inclusión, movilidad social y desarrollo para el país. El veto que solo garantiza el recorte y los salarios atrasados no solo pone en riesgo el futuro de miles de jóvenes, sino que hipoteca el crecimiento de nuestra nación.
Como lo dije al principio mi historia personal no sería posible sin la universidad pública, los sueños de muchos como yo, y de muchos padres como los míos que se esforzaron toda su vida para dar la posibilidad de un futuro a través de la educación, dependen de la Educación Pública y Gratuita. Hoy estoy escribiendo estas líneas sin pretender ofender, ni confrontar con nadie, convencido, que la educación debe seguir siendo una herramienta de movilidad social pero también como alguien profundamente consciente de la función transformadora que tiene la educación en nuestra sociedad.