El domingo pasado, en una jornada espléndida de playa, ocurrió un hecho conmocionante en Quequén, que debido al buen accionar de guardavidas y de la existencia de los elementos necesarios, no tuvo consecuencias fatales.
Un vecino de Lobería, que disfrutaba del día con su familia y amigos, sufrió un paro cardiorespiratorio. Y a partir del mismo momento en que se desvaneció, se encadenaron una serie de acciones que permitieron que salve su vida.
En principio una mujer, que estaba cerca de él y que advirtió su caída, comenzó a pedir ayuda. Posteriormente, la asistencia inmediata de los guardavidas y su accionar perfecto: primero tomarle el pulso y luego realizarle RCP. A la par, una integrante del cuerpo de guardavidas que sale a la búsqueda de un DEA y en un abrir y cerrar de ojos lo estaba colocando y utilizando. Por último, tras lograr su reacción, los propios guardavidas en una de las camionetas con las que cuenta, lo trasladaron a un centro asistencial mientras continuaban practicándoles maniobras de reanimación.
En síntesis, el personal que cuidaba de la seguridad de los bañistas en la playa de Quequén, actuó de manera eficiente y rápida y como resultado, le dieron la oportunidad al vecino loberense de seguir viviendo.
Toda esta situación, que pareció interminable para la gente que observaba atónita, duró unos pocos minutos y nos permite hacer algunas reflexiones.
En principio destacar la tranquilidad que nos genera a los vecinos que disfrutamos de las playas de nuestra zona, saber que los guardavidas que se ocupan de la seguridad en el mar y la costa, sean profesionales con todas las letras, estando debidamente capacitados y entrenados, siendo capaces de actuar con celeridad ante una emergencia como la ocurrida. Esto lo demuestran en numerosas ocasiones a lo largo de la temporada, realizando un salvataje en el mar, estando atentos permanentemente ante cualquier contingencia o teniendo una intervención notable como la del último fin de semana.
Por otra parte, este hecho permitió hacer muy visible la necesidad imperiosa de implementar la Ley N° 27.159, que establece que en los espacios públicos y privados de acceso público donde circulan más de 800 personas, debe existir un DEA (Desfibrilador Automático Externo), así como la capacitación para el uso de dicho dispositivo y el entrenamiento en maniobras de rehabilitación.
Vale destacar en este caso, el balneario La Virazón contaba con este elemento que fue indispensable para reanimar al loberense.
Pero la amplia repercusión que tuvo este hecho, les permitió a los guardavidas de Necochea y Quequén hacer ver que no todo lo que brilla es oro: “La infraestructura no es la mejor para esta época de marzo. Sin ambulancia en Quequén y con la necesidad de contar en esta época con una cobertura mayor en cuanto a guardavidas y mayor dotado en elementos de trabajo. Sin embarcación acuática, sin DEA y con falta de médicos en las salas de primeros auxilios” manifestaron.
Ellos demostraron estar claramente a la altura de las circunstancias. Es de esperar que el municipio también lo esté y los dote de los elementos necesarios para que todos estemos más seguros.
El domingo quedó en claro que toda inversión destinada a cuidar la seguridad y salud de los bañistas, es dinero bien gastado.
Que el vecino loberense haya sido reanimado y hoy pueda estar recuperándose junto a su familia, amortizó ampliamente la inversión realizada por La Virazón para adquirir un DEA.
Es el ejemplo que debe tomar la Municipalidad de Necochea y dar respuesta a los pedidos estos verdaderos profesionales que durante toda la temporada velan por la seguridad de la gente.
Carlos Laboranti, director ejecutivo.
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