El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente luego del Mal de Alzheimer. Se estima que para 2030 su prevalencia se duplicará y afectará a unas 9 millones de personas en el mundo. En la Argentina afecta aproximadamente a 90 mil personas y la cifra de hombres y mujeres menores de 50 años que sufren esta patología se encuentra en aumento.
Hasta ahí, cifras de un mal del cuyo origen no se conoce con exactitud -aunque se sabe que influyen factores tanto genéticos como ambientales- y que no cuenta hasta el momento con medicaciones que permitan el retraso de su deterioro o cura.
En la detección temprana y el diagnóstico precoz radica la resolución más rápida y efectiva en la actualidad. Además, existe una mejoría en los exámenes clínicos, un mayor conocimiento de los síntomas iniciales y la identificación de potenciales poblaciones en riesgo.
Lo que sí se expandió es el uso de nuevas formulaciones que permiten disminuir los efectos adversos y dar mayor estabilidad al paciente. Asimismo, se incorporaron otras terapias no farmacológicas para reforzar a los medicamentos, con el propósito de ser más eficaces en el control de los síntomas de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de quien la padece.
La importancia de reconocer los síntomas iniciales
En un primer momento, la consulta de diagnóstico puede estar dada por los cambios en la movilidad y los movimientos anormales que produce el deterioro neuronal. No obstante, algunos síntomas no motores pueden pasar inadvertidos o incluso aparecer años después del diagnóstico inicial.
El Parkinson se produce cuando las células que generan dopamina, principales transmisores químicos del cerebro que posibilita la comunicación entre neuronas, dejan de funcionar de manera prematura, dificultando la coordinación de los movimientos finos de los músculos. Si bien el síntoma más conocido refiere a los temblores, puede afectar también la capacidad de caminar, hablar, escribir e incluso tragar, dificultando las tareas diarias y la rutina del padeciente.
Los síntomas del Parkinson comienzan gradualmente y pueden ser diferentes para cada persona: temblores que por lo general comienzan en una extremidad (la mano o los dedos); movimiento lento (bradicinesia); rigidez muscular que puede ser dolorosa y además limitar el movimiento; alteración de la postura y el equilibrio; capacidad reducida para realizar movimientos inconscientes (como parpadear, sonreír); cambios en el habla y en la escritura.
Algunos pacientes pueden manifestar deterioro cognitivo o en el pensamiento, depresión, ansiedad e incluso trastornos del sueño, incontinencia, cansancio y dolor en el cuerpo.
Sobre las alternativas de tratamiento
El tratamiento debe ser individual y multidisciplinario, y comenzar ni bien se confirma el diagnóstico, siendo importante que los fármacos sean complementados con ejercicios de rehabilitación destinados a mantener y mejorar la funcionalidad del organismo.
Como se dijo, el Parkinson no tiene cura, pero los medicamentos pueden ayudar a controlar los síntomas en forma notable, por ejemplo mejorar los problemas para caminar (que se relacionan con el movimiento y los temblores) y además aumentan o reemplazan la dopamina.
Después de comenzar el tratamiento, los síntomas pueden mejorar considerablemente. Sin embargo, con el tiempo los medicamentos pueden perder efectividad y deben ser reemplazados por otros fármacos. Por esta razón es importante considerar que existen terapias coadyuvantes que pueden aumentar la efectividad de los tratamientos convencionales.
La sofisticación, proliferación y accesibilidad a la tecnología permitió conocer detalles de la enfermedad que antes eran difíciles de evaluar
La fisioterapia que se centra en el equilibrio y la elongación también es importante. Un patólogo del habla y del lenguaje puede ayudar a mejorar las dificultades para expresarse.
Para problemas de difícil manejo como los trastornos de la marcha y el equilibrio, y las discinesias (movimientos) asociados a los tratamientos por vía oral, se está planteando el uso de la tecnología, con el fin de evaluar cada perfil del paciente y poder instaurar la mejor medida de manejo de sus complicaciones, permitiendo así individualizar con mayor precisión la terapia (tanto farmacológica como no farmacológica).
«La sofisticación, proliferación y accesibilidad a la tecnología permitió conocer detalles de la enfermedad que antes eran difíciles de evaluar facilitando el diagnóstico temprano, la diferenciación de subgrupos de pacientes y la identificación de pacientes candidatos a terapias génicas. Estas últimas intentan proveer de genes que puedan reemplazar a aquellos afectados o cuya función se encuentre afectada», aportaron los médicos neurólogos Martín Cesarini y Gustavo Da Prat, ambos del área de Movimientos Anormales del Instituto de Neurociencias Buenos Aires (Ineba).
Otro de los tratamientos es la cirugía. «Actualmente la técnica más utilizada es la estimulación cerebral profunda (ECP), que consiste en la colocación quirúrgica de electrodos a nivel de los ganglios basales, conectados mediante una extensión, a un neuroestimulador. A diferencia de la cirugía ablativa (primera técnica utilizada), la ECP es reversible, bilateral y además permite realizar modificaciones a lo largo del tiempo», explicó la médica neuróloga Macarena González, para quien «este procedimiento es eficaz para el control de algunos síntomas motores de la enfermedad avanzada y de complicaciones del tratamiento a largo plazo, entre ellas la rigidez, el temblor, la lentitud y las disquinesias».
«Tiene indicaciones precisas, por lo que la selección de los candidatos debe realizarse por un equipo especializado y multidisciplinario«, señaló la especialista del programa de Neurorehabilitación para pacientes con Enfermedad de Parkinson de Ineco y del programa de cirugía de Parkinson de la Fundación Favaloro e Ineco.
No obstante ello, nuevas terapias se continúan explorando.
«Se pueden destacar la posibilidad de nuevas formulaciones y formas de liberación de levodopa (formulaciones de liberación extendida, transdérmica, inhalada, intra-jejunal, etc). Otras estrategias incluyen fármacos que disminuyen la degradación de la dopamina por bloqueo de las enzimas que la degradan (inhibidores de COMT e I-MAO B) y otras nuevas drogas se encuentran en ensayo (formulaciones diferentes de apomorfina, prodrogas)», explicó la jefa del Departamento de Enfermedades de Parkinson y Trastornos del Movimiento de Ineba Emilia Gatto.
A su vez, se están estudiando pequeñas moléculas que tienen como objetivo modificar la enfermedad pero aún no hay fármacos curativos y también existen terapias no farmacológicas para mejorar los síntomas motores de la enfermedad, como la terapia génica.
En cuanto a los nuevos métodos quirúrgicos, actualmente se plantean nuevas estrategias de manejo para la estimulación cerebral profunda, conocidas como estimulación adaptativa (adaptative Deep Brain Stimulation). Las mismas podrían ser de utilidad en pacientes con y sin respuesta a los agentes farmacológicos convencionales. No obstante, la indicación quirúrgica debería ser abordada de manera multidisciplinaria con una correcta selección de pacientes.
Parkinson y cannabis
Múltiples artículos hicieron hincapié en el uso de ciertas moléculas de la planta de cannabis en las patologías neurodegenerativas. No obstante a ello, aún no hay evidencia científica que avale su uso en la enfermedad de Parkinson dado que no se conocen sus sitios de acción, perfil farmacológico y -más importante aún- los posible efectos adversos asociados.
«Hay aún dudas significativas acerca del impacto negativo que el uso prolongado de cannabinoides podría ocasionar, no sólo en las funciones motoras, sino principalmente en los aspectos cognitivos y conductuales del paciente», concluyó Gatto.
Enfermedad de Parkinson y alimentación: el rol de la proteínas
Además de los síntomas motores, el Parkinson contempla otros que impactan significativamente en la calidad de vida de los pacientes, como depresión, ortostatismo (caída de la presión arterial sanguínea), constipación, salivación, pesadillas, alucinaciones, somnolencia e insomnio.
«La patología puede afectar el estado nutricional del paciente ya sea a nivel motor, emocional, sensitivo o del ciclo (on-off) por eso un correcto abordaje nutricional basado en una distribución adecuada de proteínas de origen animal y aquellas de origen vegetal que contengan valores altos de proteína (para que no inhiban la absorción de levodopa) puede ayudar a potenciar el tratamiento farmacológico y mantener el bienestar del paciente», señaló la licenciada en Nutrición Teresa Cóccaro.
Tanto en el desayuno como en el almuerzo se recomienda que la suma de los mismos no supere los 10 a 12 gramos de proteínas, ya que de esta manera mejora la absorción de la levodopa; siendo que a partir de la tarde, en la merienda, y luego en la cena la persona puede consumir mayor cantidad de proteínas.
Tanto en el desayuno como en el almuerzo se recomienda que la suma de los mismos no supere los 10 a 12 gramos de proteínas
La ingesta estará adecuada a cada paciente en particular haciendo hincapié en:
– Evaluar la ingesta antes de la enfermedad y cómo es al momento de la enfermedad,
– Aporte correcto de macro y micronutrientes, según haya pérdida o aumento de peso,
– Dentro de los micronutrientes, la vitamina D estaría asociada a retraso o prevención de la depresión o demencia en enfermedades neurodegenerativas,
– Facilitar autonomía alimentaria (movilidad; masticación; deglución). Además si es necesario se adaptarán también los utensilios utilizados (plato, cubiertos y lugar de ingesta),
– Adaptar la alimentación dependiendo el momento evolutivo de la enfermedad permitirá que el paciente continúe con su autonomía,
– Evitar la constipación a través de una alimentación rica en fibra,
– Actividad física o de estiramiento según prescripción médica.
La terapia de la oxigenación hiperbárica
La terapia de oxigenación hiperbárica (TOHB) es un tratamiento en el que el paciente respira concentraciones cercanas al 100% de oxígeno en una cámara hiperbárica para aumentar su disponibilidad en la sangre y en el cerebro. Quedó demostrado que este tratamiento (a presiones menores o iguales a 2 ATA) genera una dosis de oxígeno que produce cambios y efectos a nivel neurológico porque aumenta la regeneración neuronal y disminuye la inflamación del cerebro.
En su libro The Oxygen Revolution, el doctor Paul Harch plantea que las enfermedades neurodegenerativas tienen en realidad una base en la hipoxia (falta de oxígeno) que ocurre en algún momento de la vida (pérdida de sangre importante, intoxicaciones con monóxido de carbono subdiagnosticadas, mayor índice de polución, tabaquismo severo, micro traumas cerebrales, etc).
Está demostrado es que la terapia de oxigenación hiperbárica puede prevenir la aparición del Parkinson en pacientes con factores de riesgo
Frente a estas situaciones, el aporte de oxígeno del TOHB logra disminuir la inflamación, frenar el deterioro neuronal progresivo y el avance de la enfermedad. Este tratamiento no tiene ninguna contraindicación y puede realizarse en sinergia con los medicamentos que aumentan la dopamina (como la levodopa, por ejemplo).
Según la médica clínica Mariana Cannellotto (MN 108482), «los pacientes logran disminuir los temblores y la rigidez, mejorar la movilidad, el equilibrio, el bienestar general y las alteraciones del sueño».
La presidente de la Asociación Argentina de Medicina Hiperbárica e Investigación (AAMHEI) precisó que «está demostrado es que el TOHB puede prevenir la aparición del Parkinson en pacientes con factores de riesgo. Esto se debe a que el oxígeno hiperbárico produce un efecto de aumento de la defensa antioxidante del organismo, actúa de manera preventiva a la neurodegeneración y frena el deterioro en las enfermedades como Alzheimer y Parkinson».
La «tango terapia» como abordaje kinésico
La kinesiología tiene múltiples especialidades, y si bien se la conoce por tratar a deportistas o ayudar en la recuperación de lesiones, cumple un rol fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas con Parkinson. Diego Castagnaro, director de la carrera de Kinesiología de Fundación Barceló explicó que el mayor desafío es lograr la adherencia de los pacientes al tratamiento: «con este tipo de enfermedades, que son crónicas y de larga evolución, los pacientes suelen aburrirse y con el transcurso del tiempo no continúan el tratamiento».
«Enseñamos a los futuros graduados que la tango terapia es una buena técnica para el trabajo de rehabilitación. Los pacientes logran control muscular tanto estático como dinámico, pudiendo disminuir temblores y mejorar la marcha de una forma divertida y lúdica, logrando más adeptos y permanencia en los tratamientos», explicó Raúl Supital, titular de biomecánica y anatomía funcional de Fundación Barceló.
La elección del tango no es arbitraria, esta danza requiere varios movimientos que son especialmente beneficiosos para los pacientes, como el equilibrio dinámico, las vueltas, las distintas velocidades y el caminar hacia atrás. Las personas diagnosticadas con Parkinson suelen tener un fuerte decaimiento anímico ligado a la depresión y el aislamiento. El depender de terceros para algunas tareas cotidianas hace que dejen de participar de actividades sociales y recreativas, perdiendo además el contacto social. La música, el trabajar en pareja y la coordinación en conjunto vuelve al tango terapia una alternativa que no sólo sirve para el equilibrio, la postura y la elasticidad, sino también para la socialización de los afectados.
En 1997, la Organización Mundial de la Salud declaró el 11 de abril como Día Mundial del Parkinson
Debido al desarrollo de nuevas estrategias de tratamiento y de terapias farmacológicas y quirúrgicas, un enfermo de Parkinson tiene la misma expectativa de vida que la de una persona sana. Sin embargo, el abordaje multidisciplinario y la inclusión del tratamiento de oxigenación hiperbárica en este esquema promueven que el paciente con Parkinson gane calidad de vida.
En 1997, la Organización Mundial de la Salud declaró el 11 de abril como Día Mundial del Parkinson, en coincidencia con el aniversario del nacimiento de James Parkinson, neurólogo británico que, en 1817, descubrió lo que en aquel tiempo llamó parálisis agitante y que hoy se conoce como enfermedad de Parkinson.
Desde entonces, asociaciones de Parkinson de todo el mundo conmemoran ese día con la celebración de actos públicos de interés general que pretenden difundir la realidad de la enfermedad y sensibilizar a la sociedad en general.