Aunque ya han pasado 15 días, aún perdura la alegría y la efervescencia del título logrado por la Selección Argentina en Brasil.
Casi 30 años debieron pasar para que nuestro seleccionado volviera a dar una vuelta olímpica, y tan larga fue la espera, que el festejo parece ser interminable.
Como argentinos, disfrutamos y mucho de este campeonato, pero además, hubo algo que nos llenó de orgullo, y es que en el plantel, teníamos un representante de nuestro fútbol, alguien que cumplió uno de sus grandes sueños.
Se trata de Agustín Marchesín, el mismo que dio sus primeros pasos en Sportivo San Cayetano, el que jugaba de 9 en la categoría ’87 y atajaba en la ’88, el que asombraba con sus condiciones y rápidamente se fue a Huracán de Tres Arroyos, logrando una convocatoria para la Selección Juvenil Argentina, cuando todavía soñaba con trascender en el fútbol.
A partir de allí, “Marche” tuvo una carrera sensacional, pasó a Lanús y se consagró campeón aún antes de debutar en Primera, y tras jugar su primer partido, en menos de 6 meses, se transformó en titular indiscutido, como en cada equipo que le tocó integrar.
Tras transformarse en referente del “Granate” y consagrarse campeón de la Copa Sudamericana, dio el paso hacia México, donde consiguió dos títulos con el Santos Laguna y tres con el América, el equipo más popular del país Azteca.
Varias veces elegido el mejor arquero de la Liga MX y siendo ídolo total de América, decidió dar otro gran paso, hacia el “Viejo Continente”. Europa le abrió las puertas, Portugal lo esperaba. Llegó al Porto y en poco más de un año consiguió tres títulos.
En el medio, aparecieron varias convocatorias a la Selección Argentina, con la que fue subcampeón en la Copa América 2015, y la que también le dejó algunos sinsabores, como cuando se quedó afuera del Mundial.
Pero siguió trabajando, con su característico perfil bajo, con un tremendo reconocimiento internacional que muchas veces no fue tal en nuestro país.
Con 10 campeonatos ganados y una trayectoria increíble, buscaba ese título que imaginó de chico. Y el nuevo DT de la Selección lo volvió a convocar, y nuevamente quedó cerca, con aquel tercer puesto de 2019. No se rindió, siguió siendo figura en la Liga de Portugal y finalmente llegó el título tan esperado, defendiendo los colores de nuestro país. Y pudo colgarse la medalla dorada, levantar la Copa América y disfrutar de ser campeón junto al mejor jugador del mundo.
Y un día después de estar abrazado con Messi, Di María, “Dibu” Martínez y todas las figuras del equipo, ya estaba en San Cayetano, su lugar en el mundo, la ciudad en la que nació y se crió, el lugar al que siempre vuelve apenas el exigente calendario le da un respiro, donde lo esperan familiares y amigos para compartir mates, algunas ricas comidas, días de pesca y charlas.
Es el orgullo de cada uno de ellos, es el orgullo de su ciudad, y también es orgullo de toda la región, a la que también suele recorrer. Más de una vez se lo ha visto por Lobería y Necochea, visitando familiares y amigos o simplemente respondiendo a alguna invitación para alguna Fiesta del Deporte.
Es que si algo se mantiene inalterable en él, a pesar de los múltiples éxitos, es su humildad, su predisposición para sacarse fotos con cada chico (y no tan chico) que se lo pide o para darle entrevistas a cada medio local o de la zona con las mismas ganas que a los grandes medios nacionales.
Es por eso que cuando lo vimos gritar “Campeón” con la Selección, sentimos que uno de los nuestros estaba cumpliendo el sueño que posiblemente todos alguna vez tuvimos; sentimos que San Cayetano, Lobería, Necochea, Balcarce y el resto de la zona estaba representado allí, en el Maracaná. Y sí, festejamos por Argentina, pero también lo hicimos por él, por Agustín Marchesín, por el que empezó a patear (o atajar) una pelota en las canchas de San Cayetano y hoy se consagró ante los ojos del Continente.
Carlos Laboranti – Director Ejecutivo.