Mauricio Macri pasó todo su día en la Casa Rosada mirando la cotización del dólar y en contacto permanente con Hernán Lacunza, su nuevo ministro de Hacienda. Macri puso en marcha un plan económico heterodoxo que mezcla flexibilidad en el uso de las reservas, baja de impuestos y aumento del gasto público, donde la estabilidad del tipo de cambio es clave para que no se dispare la inflación y tenga ciertas probabilidades en los comicios de octubre.
En este contexto político, económico y electoral, Macri hizo una apuesta institucional con el ministro Lacunza, quien se comprometió a mantener la cotización del dólar sin sobresaltos hasta que el presidente concluya su primer mandato. Lacunza tiene un aliado personal y macroeconómico en Guido Sandleris, titular del Banco Central, y un filoso estratega al momento de enfrentar a los mercados.
Lacunza y Sandleris trabajaron en conjunto las ultimas 72 horas -en la casa del ministro y en la sede del Banco Provincia en la City porteña-, y el plan que diseñaron fue eficaz al menos en la jornada financiera de hoy: el dólar se mantuvo estable y el riesgo país no pegó un salto mortal en las pizarras de la calle San Martín.
En esa línea, el jefe de Estado, aseguró que «el equipo económico se comprometió a mantener el dólar como está».
Ese compromiso surgió durante la reunión que Macri y Lacunza protagonizaron en la quinta Los Abrojos junto a Marcos Peña, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Rogelio Frigerio y Dante Sica, horas antes de la asunción del designado ministro de Hacienda.
Lacunza y su equipo -conformado por parte del staff que dejó Nicolás Dujovne y otra parte que se trajo del Banco Central- son conscientes de las necesidades personales, políticas y electorales que tiene Macri. El Presidente prometió combatir la inflación, no quiere que Fernández le marque la cancha y pretende llegar al balotaje de noviembre.
Y para lograr estos objetivos, el ministro no tiene otra alternativa que mantener estable el dólar y evitar que un salto abrupto termine para siempre con aspiraciones electorales de Macri. En gobierno saben que una nueva devaluación transforma a Fernández en presidente electo y a Macri en un lame duck («pato cojo»).
La apuesta presidencial respecto a Lacunza, no termina en el manejo de las variables macroeconómicas y financieras, la relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la discusión con los gobernadores de provincias petroleras que no aceptan el congelamiento de los combustibles a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU).
El ministro de Hacienda también tiene que diseñar una estrategia de comunicación propia para informar que recursos técnicos aplicará para cumplir con la orden presidencial de mantener «el dólar como está». Por lo menos, esa es la idea del presidente argentino.
Lacunza se despertó de madrugada, juró a las 835 AM, cruzó raudo la Plaza de Mayo cerca de las 9, hizo una declaración formal a los periodistas hasta las 10, participó por primera vez de la reunión de gabinete, almorzó a las apuradas, fue a la «Mesa de Seguimiento de la Carne» con Macri, trajinó sin piedad los teléfonos propios y del ministerio, y mantuvo reuniones en paralelo hasta que la noche invadió el quinto piso del Palacio de Hacienda.
Todo ocurrió en una jornada «tranquila», sin devaluación ni alza en el riesgo país. Lacunza ya cree que su despacho es una implacable montaña rusa, que viaja a la velocidad de la luz y se mueve en sintonía con la voracidad de los mercados.