Por Luis Zeman, oftalmólogo.
Lucir el último modelo de anteojos de sol puede convertirse en una moda peligrosa para nuestra salud. Esto ocurre cuando elegimos el marco que más nos gusta, con el tamaño forma y color ideal, pero no prestamos atención a los más importante: el lente y su protección contra los rayos del sol.
Comprar cualquier anteojo no es bueno y a mayor precio no siempre mejor calidad. Y es que muchas veces, la moda impone diferentes modelos de marcos y a veces cristales de colores.
Al comprarse unos nuevos anteojos, es recomendable que se usen con el asesoramiento y control de un oftalmólogo. Así se logra optimizar el resultado en el uso de estos anteojos, cuidando la salud visual.
Los anteojos para el sol se caracterizan por frenar el ingreso al ojo de una longitud de onda específica según el color de filtro utilizado. Es decir, buscan optimizar la relación entre luz útil y luz molesta para evitar lesiones en los ojos y mejorar las funciones visuales. A menudo, el uso de lentes de sol de baja calidad puede ocasionar cefaleas, visión de halos o luces, efecto prismático (que lleva a desviaciones de los ojos o «forias») o distorsión en la vista. Para que sea de buena calidad no necesariamente tiene que ser un anteojo caro. Una forma de asegurar control de la calidad es adquirirlos en lugares habilitados a tal fin, y no en la calle ni negocios de venta de mercadería genérica.
Los filtros solares en anteojos se clasifican en nivel bajo, medio y alto según su capacidad de absorber la luz molesta. El utilizar un filtro inadecuado para la actividad que se realiza, puede provocar dificultades en la visión.
Por ejemplo, si se usan lentes de alta absorción (negros) para conducir en la noche, la visión de contraste disminuye y la capacidad de ver los objetos a la distancia se afecta. También, si los anteojos de quienes están en la nieve tienen un filtro de absorción baja pueden causar queratitis, cataratas o lesiones en la retina. Estos anteojos además de poseer un filtro de color pueden asociarse con la graduación de lentes que la persona usa normalmente, por ejemplo en la miopía, el astigmatismo y la hipermetropía ayudando a mejorar la calidad visual.
No mirar al sol directamente sin protección, y evitar la exposición prolongada al mismo nos protege ya que la exposición prolongada aumenta el riesgo de desarrollar catarata y degeneración macular de manera precoz. La fotoconjuntivitis o queratitis solar que afectan la superficie ocular genera, no solo dolor, sino que altera la agudeza visual, situación que se agrava si hay reflejo de las piletas o el mar cerca. Una vez más, el uso del anteojo en estas situaciones es de gran ayuda.
¿El sol daña los ojos?
El sol emite radiación ultravioleta que es la responsable de generar daño en las estructuras oculares y capaz de producir inflamaciones en la córnea, catarata, lesiones en la retina y tumores en la superficie del ojo. Estos últimos han aumentado en incidencia en los últimos años, pueden ser malignos o benignos; el más frecuente es el pterigion.
El pterigion es un crecimiento anormal de la conjuntiva (tejido blanco que rodea el globo ocular) sobre la córnea, ocurre con más frecuencia en personas que trabajan al aire libre y, en especial, sin la protección ocular adecuada. Tiene una prevalencia de entre 2 y 15 por ciento, más alta en los países cercanos a la línea del Ecuador por los mayores niveles de exposición a los rayos ultravioletas. Es dos veces más frecuente en hombres que en mujeres. Por eso, es importante utilizar anteojos con protección y escoger un armazón envolvente, que proteja de los rayos laterales que provienen de los costados.
El experto advierte que no solo es peligroso comprar lentes de sol en la calle, sino que también lo es aquellos que tienen grados de aumento fijos.
En primer lugar, los anteojos comprados sin receta tienen la misma corrección en ambos ojos y en la mayoría de los pacientes siempre existe una pequeña diferencia entre un ojo y el otro que es importante corregir. Por otro lado, estos anteojos son producidos de manera masiva y no tienen en cuenta la distancia interpupilar de cada individuo -la distancia que hay entre los dos orificios negros que están en el centro del iris.
Esto genera que los anteojos no estén bien centrados y que haya síntomas como astenopia, que es un dolor de cabeza producido por la mala corrección de los defectos refractivos. Es como cambiar las gomas del auto, pero que no estén bien centradas y balanceadas. Cada paciente es diferente y necesita un anteojo personalizado, por eso la visita oftalmológica permite optimizarlos en base a las características de cada paciente. Además, aprovechar para controlar la presión ocular y la retina en busca de patologías que, diagnosticadas a tiempo, pueden prevenir una pérdida de visión.