Días atrás, dialogando con el ultramaratonista necochense Horacio Tellechea acerca de la proximidad de los Juegos Paralímpicos de París 2024, me dijo una frase que quedó dando vueltas en mi cabeza: “Lobería es la cuna del atletismo paralímpico argentino”.
Si bien acepto que en un principio la definición me pareció un tanto exagerada, terminé llegando a la conclusión que Horacio está en lo cierto. Tanto que terminé titulando esta nota con aquella frase.
Y si Lobería se ha transformado en un bastión del deporte paralímpico, es sin lugar a dudas gracias al incansable trabajo del profesor Ariel González.
Con una visión y dedicación sin precedentes, “Pilín” ha convertido a Lobería en un referente nacional en la formación de atletas con discapacidades.
Con una pasión innata por el deporte y la educación, se convirtió en entrenador nacional, descubriendo talentos ocultos y llevándolos a alcanzar metas que parecían inalcanzables.
Bajo su liderazgo, la ciudad ha visto surgir a medallistas parapanamericanos, mundiales y paralímpicos, algunos nacidos en Lobería y muchos otros que llegaron a nuestra localidad justamente siguiendo a este notable entrenador, que además les abrió las puertas de su casa familiar, convirtiendo a sus propios padres y tías en la gran familia de esos atletas que venían aquí con una enorme ilusión.
Muchos de esos deportistas han conquistado premios y reconocimientos en los escenarios más importantes del mundo, pero más allá de los logros deportivos, tan o más trascendente que ello, es que “Pilín” González les brindó una oportunidad para crecer, desarrollarse y encontrar un propósito en la vida.La labor de González en Lobería ha sido fundamental para cambiar la percepción sobre la discapacidad y el deporte adaptado. Ha demostrado que, con la guía adecuada y el apoyo necesario, cualquier persona puede alcanzar la excelencia y superar los límites impuestos por la sociedad.
Lobería se ha convertido en un ejemplo a seguir para otras ciudades que buscan fomentar la inclusión. La localidad se ha transformado en un destino para atletas de todo el país que buscan entrenarse y aprender del “Messi del atletismo paralímpico” (otra definición perteneciente a Horacio Tellechea a la hora de referirse a Ariel González).
Hoy Ariel está ante sus quintos Juegos Paralímpicos: Beijing 2008, Londres 2012, Río de Janeiro 2016, Tokio 2020 y ahora París 2024. Tantas veces clasificó a sus atletas al evento deportivo más importante del mundo, que nos lleva a perder de vista la dificultad que ello conlleva y hasta nos hace parecer que es sencillo.
Pero detrás de cada atleta clasificado a este evento, hay mucho trabajo, sacrificio, humildad, entrenamiento, talento y un brillante entrenador que antes que ello, es una extraordinaria persona.
Me considero su amigo, por eso seguramente pueda perder algo de objetividad al escribir, pero aún así siento que estas palabras no alcanzan para reconocer la inmensa labor realizada por “Pilín”.
Él sabe más que nadie que en el alto rendimiento deportivo, se exigen resultados, los cuales por cierto ha conseguido año a año, pero el premio más trascendente seguramente es el reconocimiento y el cariño de toda la comunidad, y fundamentalmente de sus atletas, quienes en más de una ocasión han expresado ver en el “un segundo padre”.
Tal vez Ariel González sume en París alguna medalla más a su historial (es lo que todos deseamos), pero sea cual sea el resultado de sus atletas, el ya es un triunfador del deporte y la vida, ganándose un lugar preponderante entre los grandes embajadores que Lobería tiene ante el mundo.
El legado de “Pilín” en Lobería es un recordatorio de que el deporte tiene el poder de transformar vidas y comunidades. Su trabajo es un testimonio de la pasión, la dedicación y el compromiso con la excelencia que han llevado a Lobería a convertirse en la cuna del atletismo paralímpico argentino.
Valerio Cherenscio – Periodista Sendero Regional