La noche del domingo pasado finalizó para los habitantes de Necochea y Quequén con un sabor amargo a medida de que la noticia sobre el incendio en la vieja estación de trenes de Quequén llegaba a las casas, a través de las redes sociales y los portales digitales. La historia de la estación quequenense amaneció en ruinas. Los techos desaparecieron y en su interior solo quedaron los escombros. El fuego atacó lo que eran las antiguas oficinas y las llamas se vieron desde lo lejos. Este triste momento fue captado por la atención de los vecinos que rápidamente llamaron a los bomberos quienes empezaron a combatir el fuego.
Lo cierto es que luego de años de debate y denuncias entre políticos sobre qué hacer con el viejo lugar que fue devorado por las llamas, en circunstancias que se investigarán los próximos días, el lugar histórico ha quedado bajo cenizas.
En abril de este año, el bloque Compromiso y Trabajo por Necochea le envió una carta a Facundo López solicitándole que la Municipalidad de Necochea pueda destinar la Estación de trenes de Quequén para el uso de vecinos, proyectando en el lugar un espacio cultural, un centro comunitario. Sin embargo, nunca se concretó dicho proyecto.
Hasta el momento, todos los vecinos apuntan al vandalismo de la gente del propio barrio, hechos que se vienen suscitando hace tiempo atrás. Lo cierto es que desde el municipio han tratado de hacer intervención con la policía y seguridad pública para calmar los hechos de vandalismo, pero la situación se iba agravando cada vez más.
Además de las pérdidas del espacio físico, todos los documentos históricos también se prendieron fuego. La Estación de tren de Quequén hace 25 años que no se utiliza como medio de transporte de pasajero, y respecto a los trenes de carga el último fue hace 18 años que descarriló llegando a puerto Quequén.
Los años del menemismo y sus políticas de privatización de servicios públicos trajeron aparejado la desaparición de muchas estaciones de trenes. En el año 1999, la mayoría de los turistas que llegaban a Necochea optaban por el ómnibus, ya que el único tren diario era cada vez más deficiente y no ofrecía garantías de horario.
Sin duda un hecho más que lamentable y trágico con un sitio histórico que fue el motor del turismo, la producción y el comercio de la localidad de Quequén cuando los trenes aún funcionaban.