Desde el viernes pasado y hasta el día de hoy, se está desarrollando la cuarta edición de la Expo Lobería 2024, evento que nació en el año 2021, con la pandemia en su fase final y que hoy se ha convertido en un escenario donde el sector agropecuario, la educación y la tecnología se unen para ofrecer una plataforma de intercambio y crecimiento.
La Expo Lobería, se ha consolidado como un evento fundamental para la región; la unión de tecnología, el agro y la educación en un espacio de innovación y progreso ha demostrado ser una fórmula ganadora.
Más allá de lo expresado en estas primeras líneas del editorial de hoy, lamentablemente podemos decir que ayer, en el acto de apertura de la Expo, todo pasó a un segundo plano, cuando asistimos a un discurso absolutamente fuera de lugar del presidente de la Sociedad Rural de Lobería, entidad que participa activamente en la organización del evento.
En su afán de mostrarse crítico con la clase política, Jorge Arruabarrena realizó una oratoria desarticulada, en el que mezcló muchos temas, llegando al papelón de comparar el proyecto del concejal necochense Julián Kristiansen de establecer una tasa portuaria, con la contribución que tiempo atrás implementó en Lobería el gobierno del ex intendente Juan José Fioramonti, para la concreción del edificio de la Universidad en Lobería.
Las críticas de Arruabarrena se produjeron en un ámbito que parecía festivo y terminó siendo sumamente tenso e incómodo, no sólo para las autoridades presentes, sino también para el público en general y expositores, que asistían atónitos a un discurso arcaico, en relación a sus afirmaciones respecto a la tasa en cuestión.
Fue un alocución de otro siglo y para nada representativa del pensamiento y sentir del empresario agropecuario. Esto lo afirmo como parte del sector y por la inmensa cantidad de mensajes recibidos en nuestro medio de manera privada.
En pleno siglo del conocimiento y de grandes desafíos como lo son la biotecnología y la inteligencia artificial, no aceptar el aporte del sector agropecuario para el desarrollo de la Universidad es no entender absolutamente nada.
Pero no solamente sus afirmaciones atrasan, sino que carecieron absolutamente de veracidad, ya que tras sus palabras, dejó al intendente Barrena en la incómoda situación de tener que contestarle y dejarlo sumamente expuesto, casi en “ridículo”, ya que explicó que los aportes del campo para la realización del edificio universitario apenas fueron del 10 por ciento, desmintiendo a Arruabarrena quien minutos antes había firmado que “el campo hizo la Universidad”.
Ese grito de aprobación y aplauso solitario de algún integrante de la Sociedad Rural ante la desaprobación generalizada de todos los presentes al finalizar el discurso, dejó en evidencia que la palabra de Arruabarrena ya no es representativa de los productores.
Créanme que hoy tenía pensado escribir en este espacio editorial, destacando el impacto positivo en la economía local que ha generado esta Expo, ofreciendo una plataforma para que empresas y emprendedores locales muestren sus productos y servicios, con sus últimas innovaciones y tecnologías.
Pretendía también destacar la visión y el trabajo incansable de Roli Aloisi y Alfredo Farisano para soñar con esta muestra que hoy es una realidad y felizmente un éxito, trabajando conjuntamente con el sector público mediante el amplio apoyo de la Municipalidad de Lobería.
Pero lamentablemente las palabras desubicadas del presidente de la Sociedad Rural de Lobería me llevaron a cambiar el enfoque del editorial, que deseo finalizar con un mensaje claro: “Señor” Arruabarrena, por ser parte del sector agropecuario, por lo dialogado con muchos colegas y por los mensajes recibidos en Sendero Regional, puedo afirmar abiertamente que usted poco representa al campo argentino y en particular al productor loberense, habiéndose transformado en parte de la casta retrógrada que tanto dice aborrecer, por lo que me permito sugerirle que de un paso al costado de la actual conducción de la Sociedad Rural de Lobería.
Carlos Laboranti, director ejecutivo.