Una inversión multimillonaria estaría llegando a la ciudad Quequén bajo el nombre de Mercado Integrador de Cadena Corta (MICC). La instalación del mercado trae aparejado un debate de los que están a favor y en contra de este tipo de proyecto. El empresario Kalinsky compró el predio de la calle 536 y llevó la propuesta al municipio con una inversión de 70 millones de pesos.
Las buenas intenciones de los que llevan adelante el MICC son claras: el impacto positivo sería regional con componentes sociales y comerciales. Más de un millón de usuarios de mercado de la región se vería beneficiado porque va a pagar por alimentos e indumentaria mucho menos de lo que se paga hoy en el mercado. Además generarán nuevas fuentes de trabajo, alrededor de 600 en lo respecta a los vendedores y productores y trabajo de mano de obra para la construcción del edificio.
Sin embargo, hay un sector de la población que se opone a la instalación del mismo, entre ellos se encuentran los comerciantes necochenses apoyados por Pascual Corapi, director de la Cámara Comercial e Industrial. Aseguran que los intereses de la empresa no son generar nuevas fuentes de trabajo porque esto traerá aparejado un sistema de trabajo en negro, con intermediarios, con productos traídos de otras ciudades ya que no existen productores locales. Además la instalación del mismo perjudicará a los comercios que ya están en crisis.
El MICC tiene por objetivo la posibilidad de que los productores que en este momento no tienen un lugar físico para poder vender sus productos lo hagan a través de este mercado. Ofrecerán además asesoramientos a los trabajadores para acceder a los créditos de capital de trabajo. Contará con una escuela popular de indumentaria, que podría funcionar como una “sucursal” de las escuelas de Quequén y Lobería y un área de atención medica de emergencia que será para los que trabajen para el MICC.
La propuesta genera idas y venidas, personas a favor y otras en contra. Los concejales han realizado un trabajo de investigación sobre este tipo de mercados y además trabajan en la creación de una ordenanza madre para regular este tipo de mercados, sin embargo aún no han llegado a un consenso.
El MICC se podría consagrar como un fenómeno prototipico de los nuevos tiempos postindustriales: un gigantesco polo de desarrollo emergente que dará nuevas fuentes de trabajo y un movimiento comercial regional que beneficiará sobre todo a la zona Quequén y Necochea. Claro está que nadie está a favor que este tipo de mercado se convierta en una “saladita” por lo que trae aparejado: un cóctel que combina marginales economías de subsistencia; el reino de las marcas truchas; la informalidad laboral, talleres clandestinos y un municipio activamente ausente de controles. Si finalmente obtiene la habilitación, podría generar posibilidades de movilidad social que se hallan en la base de un denso consenso popular que nuclea los intereses de miles de personas excluidas dentro del mercado de las ciudades de Quequén y de Necochea.