Por Erica Bianquet, licenciada en Nutrición (MP 1282), matriculada en el Colegio de Nutricionistas de la provincia de Buenos Aires.
El 29 de septiembre se conmemoró el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos y el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires promueve que los profesionales de la alimentación se involucren activamente en la implementación de prácticas más eficientes y sostenibles, promoviendo la educación y la concientización sobre la importancia de valorar cada recurso alimentario.
En Argentina se pierden o desperdician 12,5 por ciento de los alimentos que se producen en el país, es decir, cerca de 16 millones de toneladas de alimentos por año. Medido en peso, la principal categoría que se desperdicia es frutas y verduras, le siguen productos frescos, lácteos, productos refrigerados, fiambrería y otros artículos de almacén.
Paradójicamente, es el mismo país donde un millón de niñas y niños se van a dormir sin cenar por falta de dinero, según los datos de la “Octava encuesta a hogares con niñas, niños y adolescentes”, una medición de alcance nacional que UNICEF vienes realizando de manera ininterrumpida desde 2020.
Ese estudio también detalló que alrededor de 10 millones de chicas y chicos argentinos comen menos carne y lácteos que el año pasado y la mitad de los hogares modificaron la variedad de sus dietas aumentando el consumo de productos más baratos y menos nutritivos.
Esta problemática de hambre y desperdicio se extiende a nivel global. Cada año, en el mundo se tiran a la basura aproximadamente 1.300 millones de toneladas de comida en buen estado.
En este contexto, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 29 de septiembre como el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, con el objetivo de contribuir a sensibilizar sobre la importancia de este problema y sus posibles soluciones en todos los planos, promover la innovación en la reducción de pérdidas y articular esfuerzos y medidas colectivas.
La pérdida y el desperdicio de alimentos representan un desafío crítico para la sostenibilidad y la soberanía alimentaria a nivel global. Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés), aproximadamente el 14 por ciento de los alimentos producidos en el mundo se pierde entre la cosecha y la distribución, mientras que un 17 por ciento adicional se desperdicia en la venta al por menor y en los hogares. Este desperdicio no solo implica una pérdida económica significativa, sino también un uso ineficiente de recursos como el agua, la energía y la tierra, contribuyendo a la inseguridad alimentaria y al cambio climático.
Desde el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires advertimos que es fundamental que como profesionales de la alimentación nos involucremos activamente en la implementación de prácticas más eficientes y sostenibles, promoviendo la educación y la concientización sobre la importancia de valorar cada recurso alimentario.
En ese sentido, la asociación que nuclea a las y los nutricionistas bonaerenses, sostuvo que la conmemoración de este día busca generar un efecto sobre la necesidad de transformar y reequilibrar la forma en que se producen y consumen los alimentos, reconociendo el papel fundamental que desempeña la producción sostenible en la promoción de la seguridad alimentaria y la nutrición.
Reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos resulta esencial en un mundo en el que el número de personas afectadas por el hambre sigue aumentando y día a día se pierden y desperdician toneladas de alimentos comestibles, los cuales requieren horas de mano de obra, recursos naturales, como el agua, y tecnologías avanzadas para poder producirse.
Desde nuestro rol como licenciados en nutrición matriculados, activos y responsables en el compromiso del bienestar de la población y la salud de nuestra tierra afirmamos que el esfuerzo es colectivo y la unión hace a la fuerza, por lo que pequeños cambios en cada hogar generan grandes resultados a nivel mundial.
Abordar esta problemática es esencial para construir sistemas alimentarios más sostenibles. La reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos puede ser una estrategia clave para mejorar la disponibilidad y el acceso a los alimentos, especialmente para las poblaciones más vulnerables. Además, al disminuir el desperdicio, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y se preservan los ecosistemas naturales.
La lucha contra la pérdida y el desperdicio de alimentos es una responsabilidad compartida que requiere la colaboración de todos los actores de la cadena alimentaria. Invertir en tecnologías innovadoras, mejorar las infraestructuras y fomentar políticas públicas efectivas son pasos cruciales para avanzar hacia un futuro más sostenible y equitativo. Solo a través de un esfuerzo conjunto se podrá garantizar la seguridad alimentaria y proteger el planeta para las generaciones futuras.