Por Sergio Carriquiriborde, abogado, y Federico Travascio, notario.
El internet se ha convertido en el espacio que genera mayores interrelaciones sociales, un mundo de conexiones interpersonales que en las últimas tres décadas ha caracterizado una nueva era de la humanidad y nos provee de innumerables ventajas y amenazas.
La actividad notarial, que acompaña a las sociedades desde antiguo proveyendo a sus integrantes de certeza y tranquilidad, se presenta como una sofisticada profesión para morigerar los efectos nocivos que provocan las redes de comunicación modernas.
Una de las amenazas más frecuentes por estos tiempos son las acciones ilícitas perpetradas mediante soportes informáticos que atentan contra las libertades, bienes o derechos de las personas, como el Cyberbulling (o acoso cibernético), el Revenge Porn (publicación de contenido sexual sin el consentimiento de la persona que aparece representada), el Phishing (el intento de adquirir información confidencial de forma fraudulenta), el Grooming (acciones que buscan obtener la confianza de un menor de edad, creando una conexión emocional con el fin de disminuir sus inhibiciones y poder abusar sexualmente de él), entre otros.
Estos delitos, también conocidos como “cyberdelitos”, tienen la particularidad antagónica de poder ser cometidos a la vista de todos pero dejando evidencias de fácil eliminación o de extrema volatilidad, lo que le permite al delincuente cometer el ilícito bajo la tranquilidad de ser dificultosa (y muchas veces imposible) su posterior persecución. Sucede, por ejemplo, que las capturas de pantallas, presentadas como evidencias ante la justicia, deben completarse con otros medios de prueba y las compañías prestatarias de servicios de telecomunicaciones son, con frecuencia, reacias y lentas para suministrar evidencias ante algún requerimiento.
A modo de ejemplo, un individuo podría enviar un mensaje de Whatsapp amenazando a su víctima con publicar fotos con contenido sexual que han llegado a su poder y, posteriormente, borrarlas de la conversación tanto de su aplicación como de la de destino. Del mismo modo, podría publicarse algún contenido visual dañino en una red social y ser rápidamente borrada, sin antes haber generado una viralización que tendrá efectos de incalculable nocividad para la víctima.
En este contexto los escribanos pueden significar de gran ayuda para lograr la inmortalización de la evidencia. Las actas de constatación notarial son documentos que tienen por objeto la comprobación de hechos que perciben los escribanos y documentan describiéndolos narrativamente e incorporando imágenes, grabaciones de audios o filmaciones que recopilan tanto en formato papel como en documentos digitales, cumpliendo con los mayores estándares de seguridad jurídica e informática.
Claro está que es altamente recomendable que el notario se valga de la colaboración técnica de un perito informático que acuda en su conjunto a la recopilación de la evidencia, garantizando que se cumplan con todos los recaudos técnicos para evitar la contaminación de la prueba en cuestión.
De este modo, de la misma manera que un notario puede dar fe de quien es el ganador de un premio en un sorteo, puede “inmortalizar” en forma inmediata, y a sólo requerimiento del interesado, un acontecimiento en el ciberespacio, dotando a la evidencia de fidelidad y perpetuidad para que la misma pueda ser adecuadamente valorada judicialmente en el proceso pertinente, sin importar que el infractor, posteriormente, borre la evidencia en cuestión.
Pero la mayor virtud de las actas de constatación notarial no es la persecución del delincuente, sino que han demostrado una alta eficacia como medio de prevención primario, generando el temor de los cyber-delincuentes de poder estar siendo observados por un colaborador de la justicia al mismo tiempo de perpetuar el delito. Además, con frecuencia se observa, que cuando un escribano realiza un acta de constatación, el infractor de la norma decide hacer cesar inmediatamente su conducta delictiva.
Hoy, las actas de constatación sobre evidencias digitales se encuentran siendo realizadas por notarios y se anhela que la sociedad tome mayor conocimiento de esta herramienta como medio de prevención primario. Pero, en un marco interdisciplinario entre informáticos, escribanos y abogados, el proceso se encuentra en estudio para lograr establecer protocolos que maximicen su eficiencia y seguridad jurídica.