Hace un año, tras la presentación del informa anual que realizamos desde Sendero Regional respecto de los incrementos de precios en los comercios de Lobería, expresé mi desazón y casi resignación ante la falta de respuestas de las distintas gestiones de gobierno que han ido pasando por nuestro país en las últimas décadas, en cuanto al manejo de la inflación.
Aquella opinión estaba sustentada en un informe que arrojaba datos impactantes, con un incremento de precios promedio del 55,17 por ciento, casi un 10 por ciento más que lo que habían registrado en el período 2019-2020 y un 12 por ciento menos que el 67 por ciento que había marcado el período 2018-2019.
Pero si ya esos números asustaban, resultan inaceptables los que surgieron del último relevamiento de precios realizado por nuestro medio la semana pasada en los comercios loberenses. Los aumentos alcanzaron el escalofriante promedio de 96,23 por ciento desde octubre de 2021 a octubre de 2022.
No hay economía familiar que resista una inflación de prácticamente un 100 por ciento, como la que tenemos en nuestro país y que Sendero Regional pudo confirmar con su informe. Los incrementos permanentes de precios nos afectan a todos, sin distinciones, aunque sin dudas, los mayores perjudicados son los sectores de la sociedad de menores ingresos, quienes ven como sus sueldos cada día rinden menos, contando con pocas herramientas financieras para protegerse de ella.
Aquel que tiene la posibilidad de tener un pequeño ahorro, buscaba protegerse ante la inflación adquiriendo divisa extranjera, aunque son tantas las restricciones que se han puesto en ese sentido, que es imposible comprar o bien es necesario hacerlo por fuera del circuito formal, adquiriendo el denominado “dólar blue”.
Tan dramático es el escenario actual, que nos genera nostalgia mirar una década hacia atrás y encontrar una inflación que rondaba el 20 por ciento, lo que sin dudas es un número alto, pero con el que ante esta dura realidad, nos conformaríamos. Esto demuestra lo enferma que está nuestra economía, con una tasa de inflación que año a año se aleja más de los números que suelen tener los países desarrollados, que rondan entre el 2 y el 4 por ciento, algo que suena cada vez más utópico conseguir.
¿El resultado de los incontenibles aumentos de precios? Los previsibles: cada vez más pobreza e indigencia en nuestro país.
Esta historia se viene repitiendo gobierno tras gobierno desde hace décadas, con algunas excepciones, como los años de menemismo con la convertibilidad del peso con el dólar, que tuvo una baja inflación pero terminó con una de las mayores crisis económicas del país, y los cuatro años de gobierno de Néstor Kirchner, que logró tener los precios bajo control.
De 2007 en adelante, la inflación comenzó a acelerarse lentamente y de 2015 a la actualidad, directamente se puede decir que está fuera de control.
Con fórmulas repetidas o con variantes, los fracasos han sido continuos y la muestra de ello han sido los últimos gobiernos, que han demostrado un alto grado de inoperancia en materia económica.
Y los mismos que fracasan, son los que cuando les toca ser oposición, dicen tener la solución a los problemas que día a día golpean los bolsillos de la empobrecida población.
Pero más allá de los dirigentes que vayan expresando sus aspiraciones de llegar a la presidencia en 2023, el actual presidente aún tiene un año de gestión por delante y aspiro a que pueda tomar medidas que detengan esta inflación intolerable y que den soluciones de fondo, pensando a largo plazo y no solamente en las elecciones del año próximo.
Los ciudadanos ya no quieren escuchar a unos u otros decir que la culpa es de Cristina o de Macri, la gente necesita que gobierno y oposición, de ambos lados de la grieta, trabajen en conjunto buscando soluciones y para ello se necesitan decisiones concretas, reglas claras y acuerdos sin mezquindades. Cuesta ser optimista y mantener la esperanza, pero ello es algo que nunca debe perderse, nunca debemos dejar de creer que podemos tener ese país que siempre soñamos para nosotros, nuestros hijos y futuras generaciones.
Carlos Laboranti – Director Ejecutivo.