Por Francisco N. García, abogado (Tº2 Fº186 CAN – Tº 60 Fº 773 CFAMDP) y profesor de la Facultad de Derecho UNMDP.
Las últimas semanas sin dudas han tenido en vilo a la opinión pública a partir de dos casos judiciales que nos han estremecido como sociedad, y por lo cual es bueno reflexionar más allá de la cuestión técnica que cada uno de los fallos tiene, y que para poder dar una opinión responsable debería conocer que es lo que dicen ambos expedientes. Es por ello que más allá de esta cuestión y sus veredictos, son dos casos que entiendo deben interpelarnos a todos como sociedad, sobre nuestro rol ciudadano, la situación de la sociedad en que vivimos, el accionar del Poder Judicial y sin dudas la incidencia de los medios de comunicación.
Lo primero que tenemos que ponernos a pensar es «qué significa hacer Justicia”, “qué es la Justicia”, si “Justicia y moral es lo mismo”, o “si aplicar las normas es siempre justo”. Estas preguntas filosóficas que no vamos a responder sin dudas en esta nota y que vienen de lo más profundo de nuestra historia, son vitales a la hora de analizar casos como a los que nos referimos. Qué es hacer Justicia tiene tantas respuestas y opiniones como actores, situaciones y lugar en el cual nos situemos; por otra parte el concepto de Justicia está cargada de valor, podemos decir que es un concepto prestigioso y a la vez confuso, ya que no podemos por esa carga emotiva que tiene llegar a una definición única.
La Justicia la relacionamos desde antaño con la reparación de lo dañado, la retribución o restauración de un hecho, pero a la vez caemos en debates relacionados a si la Justicia y la moral van de la mano, cuando este segundo concepto no es igual en todas las sociedades. Pero lo que es claro que a partir de la conformación de los Estados Modernos, con la aparición de un Poder Judicial conformado y normas codificadas o escritas, muchas veces el debate ronda en si las normas que se aplican son justas o no.
Es acá donde nos adentramos en los dos casos que han mantenido en vilo a la opinión pública en las últimas semanas, como han sido los de Lucio Dupuy y Fernando Báez Sosa, los cuales han disparado toda clase de debates y discusiones, porque además ambos casos han desnudado y puesto a la luz pública, cuestiones o que se encontraban invisibilizadas, o que no vemos o queremos ver, sistemas y operadores que han fallado y quizás fallan en forma permanente, la violencia como hecho social cotidiano en ámbitos familiares, como públicos, con la cual nos acostumbramos a convivir, el darnos cuenta que muchas veces somos ciudadanos solo para opinar, reclamar y ejercer solo algunos derechos pero olvidando que el concepto de ciudadanía y el ejercicio de ese rol se encuentra dentro de una sociedad más compleja que nuestros problemas o situaciones individuales, ya que el ejercicio atento, expectante y comprometido de la ciudadanía permite un mayor control.
Ahora bien ¿por qué estos casos adquirieron la notoriedad que tuvieron?, y la respuesta es a mi criterio por la fragilidad de las víctimas, por la aberración de los hechos, por la predisposición de los medios de comunicación ante algunos casos, y sin dudas por el accionar social (solo basta ver y repasar las redes sociales que a partir de la mediatización de estos casos, la ciudadanía fue un actor permanente de opinión y publicaciones), y digo esto porque lamentablemente casos como estos hemos vivido y se viven en todo el país, pero no todos los casos logran el impacto o la notoriedad, y lo que es peor no logran la celeridad judicial, (ya que un juicio con sentencia tres años después del hecho, en este tipo de casos lamentablemente es rápido), y mucho menos condenas como las dadas.
Claramente las respuestas no son las mismas cuando la participación social o los medios ponen la lupa en un caso, ya de por sí porque en general, lo que se exhibe en los medios, moviliza, masifica e incluso crea una realidad que no es la que se plasma en los expedientes judiciales, pero además porque los debates y opiniones que se disparan, parecieran lanzar una carrera para ver quién puede hacer más Justicia, y es así que vemos que los mismos tienen un encuadre y una tendencia punitivista que nos lleva prácticamente al ojo por ojo diente por diente, en donde pareciera que más Justicia es más pena, y en donde muchas veces encontramos un Poder Judicial que se mueve al compás de la opinión pública, actuando más rápido, y quizás con fallos más duros o ejemplificadores, que quizás no puedan sostenerse con el correr del tiempo ante las apelaciones, o cuando la espuma mediática baja (situación que no solamente ocurre en relación a los delitos vinculados con la política, y muestra de ello han sido estos casos y otros tantos que llegaron al debate público).
Es por eso que no es casual que estos casos nos provoquen, nos enojen, ya que el bombardeo mediático claramente incide, y porque en la comodidad de nuestros lugares nos pone en el rol de espectadores, en donde solo exigimos al otro, cuestionamos, criticamos sin salir de nuestra zona de confort, pero olvidamos quizás por comodidad, por desinterés o por falta de credibilidad del sistema que podemos tener otro rol. Es así que nos convertimos en espectadores de nuestra propia realidad, nos insertamos en el rating, en los extremos y de allí que en ese rol asociamos hacer Justicia con los castigos más duros, como una suerte de impotencia por formar parte de una realidad que pareciera nunca va a cambiar.
Es por eso que comencé analizando conceptos como el de Justicia, porque más allá de los veredictos dictados en estos casos, (los cuales podemos compartir o no), hay algo que ocurrió, y es que una sociedad como otras tantas veces en forma espasmódica, por miedo, indignación o mediatización se informó, se involucró, se interesó y hasta en algunos casos exigió, y pareció reaccionar, y vaya que es importante esto, porque sin dudas es parte del rol que debemos tener como ciudadanos, y como partes activas de la sociedad en la que vivimos, en donde no solo tenemos que mirar lo individual, sino lo colectivo, lo que afecta al otro, sus instituciones y cómo ellas funcionan.
Mi parecer es que en general no ejercemos nuestra ciudadanía más allá de ir a votar cada dos años, que no nos involucramos ni queremos pensar demasiado sobre las cuestiones que nos afectan como sociedad, porque tenemos la sensación de que no podemos, que no se puede cambiar nada, o que vamos a encontrar obstáculos en el camino, o lo que es peor, problemas o chocar con el que pensarán los demás.
Claramente funcionamos en forma espasmódica, pendular, a veces como los máximos verdugos que pedimos penas duras para que nadie se atreva jamás a cometer un delito así, y otras veces somos los campeones de los derechos humanos cayendo en situaciones absurdas e ilógicas, y no nos damos cuenta que las instituciones, la Justicia, los niveles de criminalidad y nuestra sociedad no funciona muy bien por ninguna parte, y que quizás nosotros tengamos algo que ver con todo eso.
Estos dos casos entiendo que más allá del veredicto y las penas que han impuesto, nos dan una nueva oportunidad, y digo esto porque a lo largo de los años hemos tenido casos aberrantes, graves, indignantes y mediáticos como estos, en los que la sociedad reaccionó, pero solo fue espuma, en donde el Poder Judicial pareció ser ejemplar, pero las cosas cambiaron cuando el control social bajó, cesó. Hoy estamos ante una nueva posibilidad de interpelarnos como sociedad, de ver qué nos pasa, qué hacemos para que nuestra realidad cambie, qué pasa con nuestras instituciones, qué exigimos, qué rol cumplimos como ciudadanos, o qué estamos dispuestos a hacer por nosotros y por lo demás para transformar nuestra sociedad.
Hacer Justicia, es mucho más que aplicar el derecho, o dictar una sentencia, es algo que nos involucra a todos como sociedad, tanto en la construcción de valores, como en el fortalecimiento y control de las instituciones, y sobre todo que nos pone ante el desafío de ejercer nuestros derechos y obligaciones como ciudadanos. Sociedad, Ciudadanía y Justicia no son conceptos aislados sino que deben estar unidos y entrelazados, porque vivir en un país más justo, y más igualitario depende de nosotros, ya que asumir nuestro rol como ciudadanos sin dudas es también Hacer Justicia.