Si bien una muerte es igual de dolorosa en cualquier lugar, 13 fallecimientos en dos semanas en una localidad como San Cayetano, son muy difíciles de afrontar.
En lo personal, hace muchos años que resido en Necochea, pero nací y crecí en Lobería, donde viajo varias veces por semana, por lo que conozco cuánto se sufre cada fallecimiento de un vecino, sea quien sea, pues en las ciudades pequeñas, habitualmente decimos “acá nos conocemos todos” y en gran parte es realmente así.
Es por eso que me resulta difícil pensar la conmoción y tristeza que debe invadir a cada sancayetanense que sufrió en carne propia, casi una muerte por día en las últimas dos semanas. He dialogado con varios de los muchos amigos que tengo en esta querida ciudad, y me han expresado que el dolor puede palparse en el ambiente, con solo caminar por la calle.
Muchos se han sorprendido por la alta tasa de letalidad que el Covid ha tenido en San Cayetano, donde han fallecido aproximadamente el 5 por ciento de los contagiados. En ese sentido vale destacar que en toda la Zona Sanitaria VIII la tasa de letalidad ronda el 3 por ciento. Lo sucedido en San Cayetano justamente se explica por el ingreso del virus a hogares donde residen adultos mayores, que tal como se sabe desde el inicio de la pandemia, son el grupo etáreo de mayor riesgo. El escenario tan temido, ocurrió en San Cayetano y generó en poco más de 15 días, 13 fallecimientos, lo que ha generado un dolor difícil de describir en la comunidad.
No parece este el momento de buscar “culpables”, si es que los hubiera, pues está claro que más allá de los extremos cuidados, a lo largo del mundo sucedió que el Covid-19 ingresó a geriátricos, hospitales y demás centros asistenciales, cobrándose miles de vidas. Parece más apropiado, acompañar en su dolor a las familias de cada uno de los vecinos fallecidos, y seguir insistiendo en la importancia de los cuidados personal que cada uno debe tener, de manera de que no se sigan acumulando casos, para que el sistema de Salud no colapse y pueda dar toda la asistencia necesaria a aquellos que transitan la enfermedad, de manera de que puedan salir adelante.
Superada esta situación tan dolorosa, será momento de evaluar si se cometieron o no, errores que permitieron la entrada del virus a estos hogares.
Por lo pronto, más allá de haber nacido en Lobería y residir en Necochea, tal como expresé anteriormente, cuando un municipio vecino pasa por un momento tan duro, lo sentimos como propio. Por eso deseamos, y hablo en plural porque no solo lo hago en nombre mío sino también en el de cada integrante de Sendero Regional, acompañar a la comunidad de San Cayetano en esta situación, enviando un afectuoso saludo a cada persona que haya perdido un ser querido en esta pandemia y deseando una buena recuperación a aquellos que les toca transitar la enfermedad.
Carlos Laboranti – Director Ejecutivo