Feliz día de la niñez. Y a todos lo que alimentan su niño interior

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Ansiosos por tener más años, desesperados por ser independientes. Cuando somos niños, tenemos sueños, muchos sueños…Cuando somos niños tenemos la oportunidad de jugar, divertirnos y explorar un mundo nuevo donde todo es posible. Otro de los atributos de la niñez es la inocencia: no tiene precio. No se compra ni se vende. No existe mayor magia ni verdad que esa que se nos muestra a diario ante nuestros ojos de la manera más natural y genuina. La inocencia del niño es, además, la fuente de energía del universo. Los niños conservan una particular manera de mirar la vida y el mundo que los rodea. Luego, pasan los días, crecemos y vamos perdiendo ese entusiasmo característico de la niñez.

Hoy se conmemora esa etapa de la vida tan maravillosa como es ser niño. Por eso, además de saludar a cada uno de los pequeños soñadores que nos acompañan desde siempre, esta editorial es una invitación a volver a ese niño feliz que fuimos. Porque en lo más profundo de nuestro ser, cuando éramos pequeños nos imaginamos un mundo diferente, la casa de nuestros sueños, creamos un empleo en nuestro pensamiento, diseñamos al compañero/a de vida. Formulamos una vida en nuestra mente en la que los sueños se hacían realidad. La etapa de la adultez, con sus preocupaciones y responsabilidades, nos hace olvidar de esa capacidad de alegría, de creer en los sueños y de que todo es posible, característico de esta etapa.

Esta fecha también es una oportunidad para reflexionar acerca de los millones de niños, niñas y adolescentes de todo el mundo, que no gozan de esta celebración, no gozan de sus derechos.

Un derecho tan básico como el ser un niño y el poder vivir y crecer como tal y en libertad, aún es una cuota pendiente especialmente en países más pobres, y los que sé encolumnan en ese camino, limitando el acceso a la educación y debilitando la cultura.  Acceso a la salud, a la educación, a la protección, en fin a contar con cuidados especiales, contar con una familia, una identidad, a no ser discriminado ni tampoco ser abandonado ni maltratado, es lo mínimo que podemos entregarles y garantizarles a nuestros niños.

La Convención de las Naciones Unidas reconoce a los niños como «sujetos a derecho», pero convierte a los adultos en «sujetos responsables» de su desarrollo y educación.

Cuando la declaración habla de «adultos», no se refiere sólo al ámbito familiar, sino también a un Estado que debe comprometerse en el bienestar de los niños desde su nacimiento.

Por ello, este nuevo día de la niñez de agosto debe ser de puro festejo para los niños, y de reflexión para los más grandes.

Por Carlos Laboranti – Director Ejecutivo