En épocas en las que abundan las malas noticias y donde la división en la sociedad es cada vez más grande, bien vale destacar hechos que están hechos desde el corazón, con convicción y sin perseguir ningún tipo de beneficio personal.
Nos referimos a lo realizado por el médico loberense Facundo Elizaga, quien fue protagonista de un gran hecho solidario que muestra a las claras su gran vocación y compromiso social.
El joven profesional de la medicina, viajó junto a Marisa Oroza y otros integrantes de la ONG marplatense “Hazme reír”, al paraje La Brea, ubicado en la localidad de Ingeniero Juárez, Provincia de Formosa.
En el lugar, Facundo llevó a cabo un relevamiento médico en la comunidad Wichi que habita el lugar.
Facundo contó que tras una larga travesía de dos días y a pesar de las dificultades que presentaba el terreno por las intensas lluvias caídas, lograron llegar al paraje, en el que permanecieron por espacio de siete días.
Según contó el facultativo, esta fue la primera vez que un médico asistió personalmente a esta comunidad, logrando atender y controlar a prácticamente todos los integrantes de la misma, además de varias personas de localidades cercanas, que se acercaron hasta el lugar enterados de su presencia.
“Se puede decir que me invaden un montón de sensaciones, impotencia y dolor de que estas realidades de peguen en la frente, y felicidad y tranquilidad por aportar desde el lugar que uno pueda” afirmó Elizaga.
El médico explicó que “se puede decir que entre todos, cumplimos un objetivo. Se atendieron más de 150 personas donde se les abrió una historia clínica a cada uno y se le realizó un examen físico completo. Pudimos tratar diversas patologías y dejar con tratamiento a varios integrantes de La Brea”.
Largas horas de atención
Elizaga relató que el comedor de la escuela se transformó en su consultorio, donde atendía desde las 9 de la mañana hasta las 23, aunque casi todos los días debió extender el horario. Debido a esto, durante su estadía prácticamente no pudo compartir otras actividades con los integrantes de la comunidad. “Me hubiera gustado ir a pescar y hacer otras cosas, pero atendía desde muy temprano hasta muy tarde, por eso sólo pude compartir con ellos las comidas, que en general eran pescado”.
A manera de anécdota, el facultativo relató que “una noche, pasadas las 23, cuando creíamos que habíamos finalizado el trabajo diario, nos lavamos la cara en un fuentón y nos golpean la puerta. Cuando abrimos la puerta, eran un matrimonio y siete chicos. En la oscuridad se veían todas las cabecitas. Era una familia de una comunidad cercana que había ido para que los atendiera. Ahí arrancamos otra vez a atender y terminamos una y pico de la mañana”.
El joven loberense, que a través de las redes sociales recibió numerosas felicitaciones y muestras de admiración, ratificó su compromiso de ir dos o tres veces al año a visitar esta comunidad.
Aún conmovido por la fuerte experiencia vivida, Elizaga indicó que “lo único que me sale decirles es que valoremos el agua, la comida, la luz, el abrigo, la amistades, el saludo cotidiano de quien amamos, el poder llegar a un hospital o salita sin hacer kilómetros de distancia, el poder acceder a una medicación, porque estas simples y cotidianas cosas para nosotros, en algunos rincones de nuestro país escasean y mucho”.
Además de médico, Facundo es un reconocido percusionista, y al respecto, sostuvo con emoción: “Es la primera vez que una música me genera tanta tristeza y fue el escuchar la melodía de las tripas en mi estetoscopio, mientras el hambre le susurra detrás”.
Por último, el profesional agradeció “de corazón y con un abrazo sincero a todos los que ayudaron”, teniendo en cuenta que muchísima gente donó medicamentos y elementos que llevaron al lugar.
Es verdaderamente un orgullo para los loberenses el compromiso social de este joven médico de nuestra ciudad.