En octubre se celebra la semana de la ESI en colegios del todo el país y nuevos cuestionamientos surgen por una ley que ya hace muchos años que se promulgó.
El Programa Nacional de Educación Sexual Integral fue creado por la Ley 26150 con el propósito de garantizar el derecho a recibir educación sexual integral en todos los establecimientos educativos del país, de gestión estatal y privada, en todos los niveles y modalidades.
En la actualidad, en nuestro país aún existe un debate sobre si corresponde la enseñanza de educación sexual integral (ESI) en la institución educativa. Más allá de la legislación de Protección Integral de los derechos de las niñas, los niños y adolescentes (26.061), del Programa Nacional de Educación Sexual Integral (26.150) y la ley de Educación Nacional (26.206); las cuales garantizan y obliga la incorporación de la ESI en las escuelas; se vive un desconocimiento sobre los temas que se plantean, de qué forma se realizan y los objetivos de las prácticas.
Ampliando la información desde este paradigma se entiende a la sexualidad con una definición integral: un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales.
Entonces, si es integral quiere decir que se desarrolla desde la infancia hasta la vejez y que es importante en cada etapa apuntalar conocimientos al respecto, principalmente en la edad escolar; para conocer qué situaciones debemos habilitar o cuales no, poder garantizar nuestro bienestar y conocer nuestros derechos.
Desarrollar estos contenidos dan la oportunidad de empoderar a los niños, crear ciudadanos libres y conscientes de la diversidad y habilitar en el contexto escolar a vivir experiencias y juegos sin prejuicios.
Parte de la crítica a esta ley se basa en desconocimientos, prejuicios y censuras que acompañaron nuestro propio desarrollo. Es muy importante poder deconstruir y criticar los modelos a los que fuimos expuestos, en donde nos explicaban lo que una niña o un niño deberían ser / hacer y realizar un trabajo personal con respecto al desarrollo de la sexualidad y todo lo que esto implica. Este proceso es fundamental para poder realmente entender la ESI y poder aplicarla.
Garantizar como derecho estas enseñanzas contribuyen a crear ciudadanos más conscientes, libres y sin miedos a expresarse. A largo plazo, contribuiría a disminuir la cantidad de abusos en población infantil y a habilitar a los niños para contar sin temores si es que pasan por alguna situación riesgosa.
Enseñar con respeto y sin vergüenza sobre lo que nos atraviesa por nuestra condición de humanos, hace que a los alumnos se les haga más fácil hablar ciertas cuestiones relacionadas con la sexualidad y que la entiendan de otro modo.
Acompañar desde la infancia con conceptos sobre sexo, género e identidad disminuye la intolerancia en la adultez a la diversidad; además de fomentar la incorporación de valores que devienen luego en personas más respetuosas en las relaciones interpersonales dando como resultado menos violencia en las mismas.
Carlos Laboranti – Director Ejecutivo