Cuando la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires decidió permitirles a todos los intendentes que en 2023 puedan volver a presentarse como candidatos, todos dieron por descontado que el actual jefe comunal de Lobería, Juan José Fioramonti, volvería a postularse y muy probablemente a ganar, si se tienen en cuenta los excelentes números que evidenciaban las encuestas que manejaban tanto el oficialismo como la oposición.
Era una obviedad. ¿Qué político sería capaz de rechazar una candidatura con una imagen positiva por encima del 70 por ciento y una intención de voto similar? ¿Qué intendente podría bajarse de una postulación cuando todo su Partido lo apoyaba, sin ningún dirigente que siquiera insinuara enfrentarlo en una interna? ¿Qué jefe comunal decidiría dar un paso al costado después de dos gestiones exitosas, con proyectos en marcha que posiblemente terminarán de concretarse en un siguiente período?
La respuesta a estas preguntas tiene nombre y apellido; Juan José Fioramonti, quien se ha transformado en uno de los contados dirigentes políticos en bajarse de una candidatura a pesar de contar con una amplia aprobación de la comunidad.
En los últimos tiempos, hubo destacados dirigentes a nivel nacional que declinaron a ser candidatos a presidentes, como el actual primer mandatario Alberto Fernández, su antecesor Mauricio Macri o la ex gobernadora María Eugenia Vidal, aunque en estos casos lo hicieron conociendo los bajos porcentajes de intención de voto que le marcaban las encuestas.
En cambio, el intendente loberense anunció su sorpresivo renunciamiento en momentos en que tenía todo para ganar y repetir lo que en su momento había logrado su padre “Pepe” y el justicialista Hugo Rodríguez.
Sin embargo, prefirió ser consecuente con su pensamiento y lo que tantas veces había repetido: “La alternancia es fundamental en el fortalecimiento de una comunidad”.
Particularmente, soy de los que cree que las reelecciones deberían ser limitadas, pero este editorial no tiene el espíritu de debatir al respecto ni de cuestionar a aquellos que prefieren seguir al frente de una gestión, teniendo en cuenta que la ley así lo permite. Incluso, en nuestra zona tenemos ejemplos de intendentes que han sido reelectos en repetidas ocasiones, como Miguel Gargaglione en San Cayetano y Miguel Lunghi en Tandil, y que han sabido tener gestiones sumamente exitosas que les permite muchos años después seguir teniendo una mayoritaria aceptación en sus comunidades.
Pero en este caso, más que hacer foco en la dicotomía reelección sí o reelección no, me parece necesario destacar la actitud de un dirigente que en estos tiempos es todo una rareza: Alguien que hace lo que pregona, alguien que es fiel a sus convicciones, alguien que ve mucho más allá de un resultado electoral que muy probablemente le sería favorable.
Ese es el ejemplo que nos deja Juan José Fioramonti con su histórica decisión.
Es de esperar que quien lo suceda, sea del partido político que sea, pueda estar a la altura de los acontecimientos, no sólo concretando sus proyectos y planes de gobierno, sino respetando su palabra, pensamientos y convicciones como lo hizo el actual intendente.
Carlos Laboranti, director ejecutivo.