El médico que honró a Lobería

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Por Noelia Segovia-Museóloga del Museo Histórico «La Lobería Grande».
José Arce nació el 15 de octubre de 1881 en la estancia “La Independencia”, a un centenar de metros del arroyo Quelecintá, partido de Lobería. Su padre, Juvencio, se dedicó a la cría de ganado y además se desempeñó como Juez de Paz. Este último contrajo matrimonio, en segundas nupcias, con su prima hermana, Luisa. Tuvieron once hijos de los cuales sobrevivieron cinco. José y sus hermanos Manuel y Santiago, aprendieron las primeras letras junto a su madre.
En 1888 José comenzó su educación primaria en la Academia Británica de Buenos Aires, dirigida por Roberto Bird, finalizando en noviembre de 1890 y luego inició el secundario, el primer año en el “Colegio Nacional de la Capital” y los cuatro restantes en el Colegio San Salvador, culminándolos en 1895. Al año siguiente, antes de cumplir quince, ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Al poco tiempo, su amigo y maestro Dr. Juan José Naón, lo designó su ayudante en el Instituto de Anatomía Normal y Medicina Operatoria. En 1899, el Dr. Carlos Malbrán lo nombró ayudante honorario, ocupándose de la preparación del material de las clases, así como de la dirección de los trabajos prácticos y, además, fue designado segundo disector del Instituto de Anatomía cargo al que renunció en 1901, al ser nombrado practicante menor interno del Hospital de Clínicas. Obtuvo el primer puesto en el concurso de clasificaciones del Servicio de Cirugía del profesor Gandolfo y practicante mayor al año siguiente.
Obtuvo el título de Doctor en Medicina con su tesis “Tumores epiteliales; contribución a su etiología y patogenia” el 6 de julio de 1903 con medalla de oro. Ese mismo año se inició como cirujano al ingresar en el Hospital Norte (hoy Fernández) al servicio del profesor Decoud y luego, pasó al San Roque como agregado del emérito Juan Bautista Justo. Entre 1904 y 1911 fue sucesivamente jefe de servicios de cirugía en los nosocomios Norte, Fernández, Álvarez y en el Hospital Pedro Fiorito en 1914, año en que también fue cirujano adscripto en el Instituto de Clínica Médica.
El 14 de julio de 1905 el Intendente Municipal Alberto Casares lo designa jefe del Servicio de Cirugía de Mujeres -Sala VIII- del Hospital Álvarez. Unos años más tarde también será Médico agregado al Servicio de Cirugía de Mujeres del Doctor E. Revilla, también en el Hospital San Roque.
Vinculado a la vida universitaria, en 1907 se hizo cargo de la cátedra oficial de Anatomía Normal en reemplazo de su maestro el profesor Naón y fue designado profesor suplente de Clínica Quirúrgica, cátedra en la que alcanzó la titularidad el 4 de abril de 1919 desempeñándose hasta 1941.
En 1908 lo encontramos entre los miembros fundadores de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires.
Asimismo, dentro de las tareas de gobierno de la Universidad de Buenos Aires y del Hospital de Clínicas recaudó los fondos necesarios para la construcción de una Sala de Mujeres, para la ampliación y mejoras de la Maternidad.
A decir del Dr. Oscar Ivanissevich “su agudeza mental y su energía vibrante dominaron la escena, polarizando la atención de todos”.
En 1919 asumió la jefatura del servicio de cirugía general del Hospital de Clínicas y en 1923, aceptó la dirección del Instituto de Clínica Quirúrgica, el cual auspició y del que refirió “he hecho ya bastante, he provisto la casa para los cirujanos, los que vengan detrás de mí, que realicen la obra quirúrgica”. De igual modo, fue nombrado Rector de la Universidad de Buenos Aires para el período 1922 a 1926 y en la Facultad de Medicina fue Consejero en tres oportunidades, Decano interino en 1918 y Decano entre 1935 y 1940, además de Profesor Titular de Anatomía Descriptiva en los periodos 1907 a 1910 y 1914.
En 1922 sufrió la pérdida de su hija, fruto de su matrimonio con María Castro Escalada. Este suceso lo motivó a donar su biblioteca a la Universidad con destino al Instituto de Clínica Quirúrgica, surgiendo así la biblioteca “María Antonieta Arce”. A partir de entonces se consagró a sus colaboradores y a la cátedra. Manifestó en cierta oportunidad “Son los únicos hijos que me quedan y me siento obligado para con ellos”.
El 30 de septiembre de 1939, al cumplir su 25 aniversario como profesor de Clínica Quirúrgica, nuestra ciudad le rindió un justo homenaje, con un amplio y variado programa.
De igual modo, el 7 de octubre, en el aula magna del instituto se llevó adelante la celebración de sus bodas de plata con la cátedra universitaria. En la ocasión, el presidente de la Comisión Homenaje de Lobería Dr. Hugo Acevedo Díaz cursó una misiva que decía “Hace pocos días el pueblo de Lobería colmando la capacidad de los locales en que se efectuaron, se congregaron en masa en los diversos actos que honró, en el Dr. Arce, al más ilustre de sus hijos. Hoy no podía estar ausente y por nuestro intermedio envía su más cordial mensaje de simpatía al eminente cirujano que con su brillante y vasta obra científica, cultural y legislativa, honró a su pueblo dentro de su patria y a su patria en el mundo entero”.
Incansable viajero, recorrió el mundo en procura de nuevas enseñanzas, tratando siempre de perfeccionarse. Su valiosa producción científica y literaria, plasmada en más de cuarenta libros o folletos, dan cuenta de la solidez y amplitud de conocimientos.
Formó parte de numerosas y prestigiosas asociaciones médicas a nivel internacional y obtuvo condecoraciones en distintos grados de variados países. Una importante avenida del centro de Madrid lleva su nombre.
Su acción y su obra universitaria fueron intensas. También su participación en la vida política. Accedió a ese mundo cuando Máximo Paz lo contactó para organizar en nuestra ciudad las filas de una nueva agrupación, el Partido Conservador.
Fue electo diputado de la legislatura bonaerense en 1909 y reelecto en 1912. Durante el primer ejercicio presentó un proyecto que se convirtió en la ley 3234, creando una Escuela de Parteras en la provincia de Buenos Aires. Posteriormente ingresó a la Cámara de Diputados de la Nación, en la que se desempeñó varios períodos. Llamado “Pepe Ventarrón” en mérito a su enérgica tarea, la salud y la educación fueron su permanente preocupación. Favoreció la creación de institutos sanitarios y la reforma de la educación común. También presentó innumerables proyectos de acción universitaria.
En 1934 el Partido Demócrata, organizado tras la revolución del 6 de septiembre, lo postuló para convencional constituyente. Las diferencias con la agrupación respecto de la estrategia para promover un juicio político al gobernador Martínez de Hoz fueron motivo de su alejamiento.
Retirado de la docencia, en junio de 1945 inició su carrera diplomática. Tras un corto período como embajador en China fue el primer Jefe de la Delegación Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas, cargo que ocupó desde el 21 de julio de 1946 hasta el 31 de diciembre de 1949.
El 16 de junio de 1961, el gobierno nacional aceptó la donación de su residencia particular para la creación del Museo Roca siendo su organizador. Continuó viviendo en la planta alta junto a su segunda esposa, Amelia Bazán, hasta su fallecimiento.
En 1967 publicó “Centenario de la Municipalidad de Lobería” con el propósito de conmemorar el centésimo aniversario de la primera corporación municipal de nuestro distrito bajo la presidencia de su padre, en aquellos años, Juez de Paz del partido.
El día 9 de septiembre, a sus 86 años, regresó a la ciudad que lo vio nacer y ésta nuevamente le rindió homenaje. Lo acompañaban los doctores Luis Terrugi, Esteban Mavric y Juan José Fioramonti. En la ocasión hizo gala de una memoria brillante, recordando anécdotas y figuras del pasado local;
“Señoras y señores, esto constituye algo así como una pequeña traición. A mí me habían hablado de que luego, a las cinco de la tarde, tenía algo que referir, de los ochenta o noventa años que han pasado desde la época en que mi padre presidió la primera comisión municipal. Resulta ahora que no solamente tengo que hablar de los Arce, sino también de los señores Otamendi, Macías y Albarellos. Me permito pues, decir solamente unas pocas palabras. Hago votos por el porvenir de Lobería y de los hombres que trabajan, no de los holgazanes: de los hombres que trabajan por el progreso de este partido…
He estado solo unas diez horas en esta ciudad. Y en ella he podido darme cuenta de que está totalmente desconocida para mí. No obstante que hace ya muchos años que yo no había vuelto. Esto me ha impresionado en forma tal, como para que yo pueda decirles, que, desde mi retiro en Buenos Aires, seguiré siempre con todo interés los progresos de Lobería. La ciudad que yo creía, que se había desarrollado en el país como todas las ciudades mediterráneas, realmente me ha asombrado…”
Sus últimas palabras, quebradas por la emoción, fueron acalladas por el aplauso cerrado que le brindaron los loberenses.
El médico que honró a Lobería operó por última vez en 1967, en el Hospital Fernández.
Falleció en Buenos Aires el 27 de julio de 1968. Sus restos descansan en Recoleta.
Bibliografía
-UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, José Arce Bodas de Plata con la cátedra titular, Buenos Aires, Instituto de Clínica Quirúrgica, 1939.
-Diario La Nación, Buenos Aires, 29 de julio de 1968.
-Diario Nuestra Ciudad, 13 de septiembre de 1967