Recién vengo de debatir en C5N con Juan Enrique, un economista bien peronista que, en términos económicos, discute la circunferencia de la rueda.
Gente de este tipo, se maneja en una especie de universo paralelo, completamente ajeno al mundo real, donde determinadas teorías y fenómenos económicos ya fueron testeados y zanjados.
Si bien en esta nota no pretendo hablar de este tipo de personajes, lo traigo a colación porque básicamente el intercambio me ha dejado la paciencia en niveles muy bajos.
Y eso es un tema, ya que también -y por enésima vez- el BCRA se ha equivocado de manera innecesaria y deliberada, haciendo méritos para empobrecernos antes y un poco más de lo que esperábamos.
En esta nota voy a comentarte por qué creo Sandleris se ha equivocado por partida doble en las últimas jornadas.
Empecemos…
1) No había necesidad de hacerlo tan rápido En algún momento, un tipo muy sabio llamado nada más y nada menos que Aristóteles dijo, de manera muy precisa, “la paciencia es amarga, pero su fruto es dulce”.
Tal vez si nuestro presidente del BCRA se hubiera regido por la sabiduría del brillante filósofo griego, hoy hubiéramos estado con el mercado bastante menos preocupado que ahora.
Concretamente, dejando el histrionismo a un lado por un momento, lo que quiero postular es que otra vez el BCRA se adelantó a los hechos, impulsando una innecesaria y por demás apresurada baja en las tasas de interés, que ha despertado a la bestia (el tipo de cambio).
Como se puede observar, entre fines de enero y principios de febrero de este año, el BCRA impulsó una baja de tasas insólita. La misma pasó de 60% a 44%, o sea, un recorte de 1600 bps en poco más de un mes.
Habiendo dicho esto, quiero que algo quede claro: no estoy criticando la baja en sí. Estaba bien bajar las tasas de interés, ya que las mismas habían quedado bastante altas. Lo que critico es, en realidad, la velocidad a la cual se hizo.
Recortar 1600 bps en poco más de un mes es, además de un evento extremadamente inusual, un acto de mera mala praxis en términos de política económica
¿Por qué? Como te comenté en alguna nota anterior, el objetivo del gobierno es calibrar el menor nivel de tasas posible, pero con una restricción: evitar ruido en el mercado cambiario que dificulte el camino hacia las urnas en octubre.
El asunto es que, al recortar de manera tan acelerada las tasas, el BCRA no dio tiempo a que reajuste la demanda de dinero.
Entonces, como los días pasaban, y la baja de tasas no implicaba una mayor depreciación del tipo de cambio, el BCRA se confió y aceleró la velocidad a la cual avanzaba.
El asunto es que, dada la naturaleza actual del mercado financiero argentino, lo cierto es que la demanda de divisas y de papeles demora al menos un par de semanas en ajustar.
Esto se ve claramente en el hecho de que uno de los principales drivers de la “quietud” del dólar en el inicio de 2019 ha sido el hecho de que buena parte del mercado se había volcado a los depósitos a plazo fijo, sobre todo el sector mayorista. El tema es que este sector, dado que tenía inmovilizados los depósitos, lo cierto es que no podía reaccionar instantáneamente a la baja de tasas. O sea, el mercado tiene rigideces temporales, ya que, obviamente, los ahorristas colocados en depósitos a plazo fijo tienen que esperar el vencimiento del plazo para rescatar sus depósitos.
De esta manera, el BCRA realmente no sabía bien cuanto iba a ser la demanda de pesos y colocaciones en pesos, ya que una parte estaba “freezada” temporalmente. El asunto es que, la baja de tasas fue tan agresiva y tan rápida, que el BCRA terminó pasándose de rosca. Y por eso tuvo que volver sobre sus pasos, después de que el dólar superara los $41 y se ponga nerviosa “la city”.
Concretamente, la tasa que había perforado el piso de 45%, tuvo que volver a niveles cercanos al 50%, lo que dejó en claro que el BCRA se había equivocado en su afán de recortar los tipos de interés de manera tan agresiva.
El asunto es que, ahora, quedó todavía más en evidencia la fragilidad de la demanda de pesos actual.
Tal como te adelanté en la nota anterior, se necesita una tasa recontra-alta para que la gente no vaya al dólar.
Ahora todos sabemos que este equilibrio macroeconómico es un mero castillo de naipes.