El diario La Nación destacó que la Escuela Técnica de Lobería tiene tantos estudiantes mujeres como varones

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En el día de hoy, el diario La Nación publicó una nota, en las que se refiere a un logro de la Escuela de Educación Secundaria Técnica Nº 1 «Dr. René Favaloro» de Lobería, y es que cuenta rpacticamente con la misma cantidad de estudiantes mujeres que varones.

A continuación, transcribimos la nota, cuya autora es la periodista Agustina Heb:

«Alas chicas les mostramos las posibilidades que tienen en el mundo técnico y tecnológico. Les remarcamos que poseen los mismos derechos que los varones de estudiar en una escuela técnica. Y cuando es momento de elegir la orientación, les transmitimos que no por ser mujer tienen que elegir la tecnicatura en multimedios y porque es hombre, electromecánica. Al momento de estudiar y desarrollar una profesión no hay género», dice Elsa Guillermo, que hace dos años asumió como directora de la Secundaria Técnica Nº 1 de Lobería, ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires.

Elsa es la tercera mujer en conducir ese establecimiento, uno de los pocos de la Provincia, e incluso del país, en no tener a un varón en ese cargo. También es quien puede confirmar que este año, tras un trabajo de desmitificación y apertura a la comunidad, llegaron a la máxima equidad de género: de sus 200 alumnos, el 49 por ciento son mujeres. Y para mencionar un dato relevante más, en cuarto año de electromecánica el 80 por ciento son alumnas.

El caso de Lobería es una excepción entre las 1.671 escuelas técnicas de la Argentina. Los últimos datos muestran que la disparidad de género en las aulas es casi la regla. Aunque hubo avances en los últimos años, de cada 100 estudiantes de las secundarias técnicas del país sólo 33 son mujeres, según un estudio publicado a principios de año por el Observatorio Argentinos por la Educación.

Que son menos no es el único indicador a revertir. La «elección» de la orientación dentro de la técnica es sesgada: la mayoría se inclina por especialidades como química, agropecuaria y administración. Muy pocas creen que pueden seguir electromecánica, electrónica o construcción, donde los varones son entre el 80 y 70 por ciento de la matrícula, según datos del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), que depende del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología.

En la Provincia de Buenos Aires la situación es más compleja, ya que cuenta porcentualmente con la matrícula de mujeres más baja del país: representan el 27,4 por ciento.

¿Qué es lo que lo hizo tan bien la escuela de Lobería para que fuera tan inclusiva con las mujeres? Primero, demostró que una mujer puede conducir la escuela. «La escuela nace con una directora mujer, que fue reemplazada por otra mujer. Y nuestra directora actual es mujer, como la vicedirectora y la secretaria. Creo que eso hace que las chicas se animen y se anoten en la escuela», considera Cristian San Felipe, jefe de área y docente de la Técnica de Lobería.

Eso le pasó a muchas de las 98 alumnas que cursan en la Técnica de Lobería. Pero no fue lo único que las motivó. A muchas las fueron a buscar. A Rosa Fernández, de 16 años, que cursa Quinto Año de la Tecnicatura de Multimedios, la fueron a «seducir» cuando estaba en la Primaria, algo que no está tan generalizado. «En Sexto Grado nos llevaron a conocer la Técnica. Además de recorrerla, hice una cartuchera de tela y un calendario de madera. Así me convencí de que yo quería anotarme en la Técnica», recuerda Rosa.

Romper esteorotipos

Lo que evidencia el caso de esta escuela es que para que haya más mujeres, hay que demostrar que es un ámbito que las está esperando. «Hay que mostrar que hay mujeres y que pueden ser profesoras inclusive, que habitan otras identidades de género, no únicamente los varones. Se tienen que generar programas para romper los estereotipos, la barrera social y cultural que hay entorno a la escuela técnica», propone Melina Masnatta, cofundadora y directora ejecutiva de Chicas en Tecnología, una organización de la sociedad civil que tiene como objetivo cerrar la brecha de género en el sector tecnológico.

A Melina Del Hoyo, de 16 años, le gusta «todo lo sucio de electro». Así se refiere a usar la amoladora y la soldadora, dos de las herramientas que aprenden a utilizar en la materia procedimientos mecánicos. Melina cursa cuarto año de electromecánica con otras cuatro mujeres y tres varones, con quienes está fabricando un generador eólico. «La fuerza para nosotras no es un impedimento. Y si algún profesor bromea con eso, enseguida saltamos a favor de la igualdad», retrata.

Romper estereotipos. Esa es una de las claves para facilitar el acceso de las mujeres a las escuelas técnicas. Y en ese sentido, la Educación Sexual Integral (ESI) desde la Primaria contribuye a desarmar esos estereotipos «sobre roles sexuados», como le llama la investigadora principal del CONICET en el Instituto de Desarrollo Económico y Social, Claudia Jacinto, quien está trabajando en el estudio «Construyendo la igualdad de género en la educación técnico profesional».

«Las mujeres se orientan a las especialidades blandas por los estereotipos incorporados en la socialización previa. Se transmite la imagen de que las mujeres son mejores para las especialidades blandas, que ponen más en juego lo emocional y los hombres son mejores para el pensamiento lógico-matemático, los saberes técnicos y tecnológicos. Es una construcción social profunda que es falsa, sin ninguna prueba científica», enfatiza Jacinto, doctora en Sociología.

Mientras hacía la tarea que le daban en la Primaria, Eliana Ramírez tenía momentos de distracción: no salía del asombro por la tarea que tenían sus hermanos, estudiantes de maestro mayor de obras en la Técnica de Lobería, hoy ya egresados. «Me llamaban la atención los dibujos, planos en 3D y las maquetas que hacían», recuerda Ramírez, una de las tres mujeres que este año se recibirán de maestras mayor de obras.

Eliana aprendió a usar todo tipo de máquinas, como el torno o la circular. Ahora que está en el último año, con sus compañeras trabajan en proyectos más ambiciosos: están construyendo un fogón para la escuela, que usarán para cocinar pollo en las peñas escolares. También están esperando los fondos para empezar la obra para recuperar la vieja estación de tren de Lobería, que se incendió y está abandonada.

Lo que más le atrajo a Eliana de esta orientación es que iba a aprender a diseñar viviendas. Ya se imagina haciendo planos y dirigiendo una obra. Hoy su referente es su profesora de la materia práctica profesionalizante, que es arquitecta y la lleva a recorrer obras.

La docente a la que hace referencia Eliana es una de las 10 mujeres que en la escuela de Lobería dan materias técnicas. Una minoría ante los 20 varones al frente de materias técnicas. Pero mucho más que la media general. Según datos del INET, hoy el 60 por ciento del plantel docente de las escuelas técnicas son mujeres, pero de todas ellas solo el 5 por ciento está al frente de talleres.

Los talleres

En los talleres, corazón de las escuelas técnicas, los docentes hombres son mayoría. Esa presencia marcadamente masculina crea estereotipos. Hay profesores que hacen diferencia entre las alumnas y los alumnos, comúnmente asociado a la capacidad de fuerza.

Para Leandro Goroyesky, director ejecutivo del INET, la igualdad de género en el cuerpo docente en los talleres es una prioridad. «Desarrollamos distintos tipos de acciones, como concursos, charlas y capacitaciones para docentes. Visibilizar este problema fue el primer paso que dimos. El año pasado creamos la Comisión de Género en el INET, que se planteó líneas de acción para trabajar anualmente», resalta.

Lucía Galarreta, directora de Educación Técnico Profesional en la Provincia de Buenos Aires, distingue que «el gran caudal de docentes de las áreas técnicas son egresados de escuelas técnicas». «Si tenemos mayor cantidad de egresadas año a año, vamos a tener la posibilidad de contar con mayor cantidad de docentes mujeres», indica Galarreta.

Que haya equidad de género en las secundarias técnicas tiene que ver desde el vamos con el cumplimiento del artículo 40 de la Ley de Educación Técnico Profesional (ETP), que justamente plantea la necesidad de esa equidad. «La preocupación por la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que plantean eliminar específicamente las disparidades en la educación», amplía Jacinto.

La presencia equitativa de mujeres en la matrícula serán clave para que luego puedan seguir carreras universitarias técnicas o consigan trabajo en empresas del sector. «La Argentina necesita más estudiantes en carreras vinculadas a las ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas, y las mujeres podrían ocupar esos espacios», remarcan desde el INET.

En el sector productivo, las mujeres egresadas de escuelas técnicas sufren menos el desempleo que las recibidas en otras modalidades. En el campo laboral tecnológico hoy las mujeres son un talento requerido. «Las empresas saben que necesitan tener innovación», ahonda Masnatta.

De todos modos, en comparación con los varones técnicos, ellas tienen menos posibilidades. Ese panorama se torna más desigual en los ámbitos productivos industriales, como la electromecánica, electrónica, aeronáutica y automotriz. Para Masnatta la igualdad es necesaria porque un equipo diverso va a ser «más creativo, más funcional y generará más innovación». Y agrega: «Lo que aporta la mujer al estar incluida es una mirada diferente a la que se habla todo el tiempo en esos ecosistemas».

En la Técnica de Lobería, consideran clave relacionar a los y las estudiantes con la comunidad que rodea a la escuela. Las prácticas profesionalizantes, que forman parte del último año, apuntan a que las mujeres y los varones tengan su primer contacto con el mundo laboral. «Es fundamental que las prácticas sean externas. Cuando finalizan la práctica, les entregamos una certificación que les sirve para buscar trabajo», ejemplifica Elsa Guillermo.

Y al momento de descifrar cuál es la manera de seducir a las alumnas del ciclo básico para luego decidirse por las tecnicaturas donde es mayoritaria la presencia masculina, la directora de la Técnica de Lobería dice: «Cuando los profesores y los alumnos del nivel empiezan a conversar con las alumnas y alumnos de tercero, les plantean que no hay tareas exclusivas de los hombres». Les van mostrando el perfil profesional de cada tecnicatura y lo que pueden hacer, siendo varón o mujer: una instalación eléctrica, un plano, habilitar una obra, trabajar con alto voltaje, con programación y robótica. Elsa insiste: «En esto no hay género».