¿Qué es la educación inclusiva?
Es una educación pensada para todas las personas. Es un enfoque que entiende a la diversidad como un valor que hace posible la participación y el aprendizaje de todas y todos los estudiantes en igualdad de condiciones, en un entorno accesible para cada uno de ellos.
Un enfoque inclusivo de la educación significa que todas las personas deben educarse juntas, en los mismos espacios, y que sean provistas de los apoyos y ajustes que cada una necesita. Asimismo, reconoce que todos los niños, niñas y adolescentes pueden aprender y que cada uno/a posee características, intereses y necesidades únicas.
El enfoque inclusivo es un estadío superador del enfoque de integración. Mientras que este último promueve, en términos escolares, la adaptación del alumno/a a un grupo o a una institución escolar, sin que las escuelas modifiquen sus prácticas y estrategias de enseñanza, el enfoque inclusivo es un proceso de reforma del sistema que implica cambios y transformaciones en los contenidos, los métodos de enseñanza, la estructura, los enfoques, las estrategias y la organización para superar las barreras existentes y garantizar experiencias de aprendizaje equitativo y participativo.
La educación inclusiva es, por sobre todas las cosas, un derecho humano. Está reconocido por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, un tratado internacional aprobado por las Naciones Unidas y ratificado por la Argentina. Este tratado tiene jerarquía constitucional. Esto quiere decir que está por encima de cualquier otra ley o norma. Al ratificarlo, nuestro país se comprometió a garantizarlo.
¿Quiénes se benefician con un sistema de educación inclusiva?
Cuando las escuelas son inclusivas se sientan las bases para una sociedad inclusiva. Ocurre que cuando la inclusión es real, se beneficia toda la comunidad educativa y la sociedad en su conjunto. Una propuesta de estas características le da espacio a todos y prepara a sus estudiantes con mejores herramientas para el mundo de hoy, que abraza a la diversidad como valor. Además, cambia el paradigma de aprendizaje: de un modelo homogeneizador a otro que alumbra lo singular e individual. Un aula inclusiva es un aula mucho más estimulante para el aprendizaje de todos. También, promueve mayor creatividad en los equipos docentes.
¿Qué condiciones debe garantizar el sistema educativo para que la educación inclusiva sea real?
Otorgar una vacante en la escuela común a un estudiante con discapacidad es un gran primer paso hacia la inclusión. Pero no puede ser el único. Debe venir acompañado de otras acciones para que podamos decir que estamos ante una experiencia real de inclusión educativa, que garantiza trayectorias y aprendizajes significativos.
La Resolución 311/16 sobre “Promoción, acreditación, certificación y titulación de los estudiantes con discapacidad”, aprobada por el Consejo Federal de Educación y obligatoria en todo el país, establece numerosos lineamientos. Algunos de ellos son:
● La institución debe garantizar los apoyos necesarios para acompañar las trayectorias escolares y para que el proceso de aprendizaje pueda llevarse a cabo sin trabas. Por ejemplo, apoyos para la comunicación, materiales y tecnología o personal de apoyo.
● Se deben eliminar todas las barreras, físicas, comunicacionales o de otro tipo, que obstaculicen el aprendizaje y la participación efectiva de los alumnos.
● El estudiante tiene derecho a contar con un proyecto pedagógico individual para la inclusión (PPI) en caso de ser necesario. Consiste en una propuesta curricular para ese estudiante y debe ser consensuado con el estudiante y su familia.
● Los/as alumnos/as que estudien con PPI tienen derecho a recibir su título de finalización de estudios en todos los niveles. Los títulos tienen validez nacional y habilitan a continuar estudiando en el nivel superior.
Lorena Oliva – Periodista y escritora