Cuando uno tiene la posibilidad de ayudar a otra persona, se siente bien, incluso cuando sólo haya sido un sencillo acto, como auxiliar a alguien que tenía un auto averiado o asistir a una persona que había tenido una caída.
En mayor o menor medida, todos en algún momento tenemos la posibilidad de demostrar nuestra solidaridad con el prójimo, de la misma manera que también necesitamos de la ayuda de otros.
Y si un pequeño gesto nuestro puede sacar de un problema a otro y eso a su vez nos hace felices, ¿por qué no ponerlo en práctica cada vez que podamos?. Y si ese pequeño acto se transformara en uno enorme, que le permitiera seguir viviendo a otra persona y que no implicara riesgo alguno para la nuestra, ¿no estarían dispuesto a hacerlo?. Seguramente todos responderían que sí.
Bueno, esa posibilidad está en nuestras manos y no de una manera metafórica. Tal vez sean muchas las formas de salvar una vida, pero en este caso, queremos referirnos puntualmente a la donación de médula ósea.
Si bien es cierto que aún estando inscripto en el Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas, hay muy pocas posibilidades de que alguna vez en la vida debas concretar esa donación, el hecho de que des ese paso, amplía las posibilidades de aquellas personas que las necesiten, de encontrar a alguien compatible en algún lugar del mundo.
Cada persona que se suma a dicho registro, es una oportunidad más, una esperanza para los pacientes que no tienen donante compatible en su familia.
Difícilmente, el día que la vecina fernandense Daiana Barbieri fue a donar sangre para una sobrina y la invitaron a inscribirse como donante de médula ósea, haya imaginado que 5 años después la iban a estar llamando para decirle que era compatible en un 100 por ciento con un paciente de España.
Y la propia Daiana, en una nota con nuestro medio, contó cuál fue su sentimiento: “Se siente muy bien poder ayudar a otro y si es con vida, vamos por eso. Uno se convierte en donante pero nunca te imaginas que te van a llamar, fue una gran sorpresa. Estoy muy emocionada y muy feliz de tener la posibilidad de salvarle la vida a alguien”.
Aceptar ser donante de médula ósea, es un acto solidario, voluntario y altruista, que además, es muy sencillo de cumplir, puesto que la inscripción se realiza en los centros de donación habilitados en los Servicios de Hemoterapia de los Hospitales y Bancos de Sangre de todo el país. Es decir que te podes anotar en tu propia ciudad, en Lobería, Necochea, Balcarce, San Cayetano o donde vivas, si cumplís estos requisitos: tener entre 18 a 40 años, gozar de buena salud, pesar más de 50 kilos y no tener antecedentes de enfermedades cardíacas, hepáticas o infectocontagiosas.
Para inscribirte, tenés que donar sangre normalmente en un centro asociado al Registro. De esa sangre se extrae una pequeña muestra que se analiza genéticamente. El resto de la sangre se utiliza en pacientes que la necesitan para tratamientos y cirugías. Los datos genéticos ingresan a la base de datos y quedan a disposición para ser comparados con los de los pacientes que necesitan un trasplante.
Vale destacar que el Registro Nacional de Donantes de CPH funciona en el INCUCAI y ha permitido incrementar cada año la lista de argentinos que se suman a la Red Mundial de donantes voluntarios. El Registro Nacional forma parte de la Red Internacional Bone Marrow Donors Worldwide (BMDW), que agrupa registros de más de 63 países y que actualmente cuenta con más de 32 millones de personas anotadas. Cuanto más grande sea este número, mayores serán las posibilidades de los pacientes que lo requieran de conseguir un donante.
Si pensamos en esto último, seguramente muchos de los que cumplen los requisitos, se tomarán un momento en medio de sus obligaciones del día a día, y se acercarán al hospital de su ciudad para interiorizarse y llenar un simple formulario que generará la esperanza de miles de pacientes a lo largo del mundo, y alimentará el alma propia.
Carlos Laboranti – Director Ejecutivo