Día tras día, al encender el televisor o leer los portales de noticias, no paran de aparecer noticias negativas, principalmente relacionadas con la economía de nuestro país y la inseguridad reinante en los grandes centros urbanos.
Es por esto que permanentemente, desde nuestro humilde lugar, intentamos destacar aquellas buenas noticias que son capaces de inyectarnos optimismo y que nos hacen ver el futuro con esperanza.
Una de esas noticias la pudimos ir contando paso a paso en nuestro medio, porque la vimos de alguna manera iniciarse mucho tiempo atrás, desarrollarse hace un año y finalizar de manera más que feliz en los últimos días.
Cuando hablamos del “inicio” de la noticia, podemos referirnos al trabajo de concientización que desde hace años lleva a cabo el Grupo Linfomas San Manuel, acerca de la importancia que tiene donar sangre y médula ósea.
Para ello, este grupo que lidera Jorgelina Orcajo, realiza charlas, actividades, recorre escuelas y medios de comunicación, para que todos tomen consciencia de la importancia de donar sangre e inscribirse en el Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH), conocidas como células de la médula ósea.
Posiblemente en su incansable trabajo, este grupo sanmanuelense no logró llegar a todos los que hubiesen querido y posiblemente fueron más los que no se inscribieron en el Registro que los que sí lo hicieron, pero dentro de estos últimos, estuvo la joven Tamara Vargas, que cerca de un año después de anotarse como donante, recibió un llamado que seguramente marcará su vida para siempre. Del otro lado del teléfono escuchó una voz que le anunciaba que era compatible con un paciente pediátrico y consultándole si estaba dispuesta a realizar la donación de médula ósea. En otras palabras, le acababan de decir que con su donación podía salvarle la vida a un niño o niña.
Lo que había escuchado de boca de Jorgelina Orcajo cuando la incentivó a inscribirse en el Registro, se hacía realidad y ella era la protagonista
Aquí ya estamos hablando del “desarrollo” de aquella noticia a la que me refería en un principio, pues tras varios llamados a lo largo del tiempo, hace un año le confirmaron que podía ser donante para esa pequeñita o pequeñito y con su consentimiento, se realizó unos estudios de rutina y 10 días después, viajó a Capital para concretar la donación.
El INCUCAI se hizo cargo tanto del traslado como del alojamiento de ella y un acompañante, realizó la donación y a las pocas horas, ya estaba paseando por Buenos Aires, sin sufrir ningún tipo de problema ni dolor.
Si bien ya se trataba de una gran noticia, de alguna manera quienes hacemos Sendero Regional sentíamos que estaba incompleta, pues queríamos saber si el trasplante había resultado exitoso, si quien recibió las células de parte de Tamara había respondido de buena manera y podía tener una vida normal junto a su familia.
Finalmente, poco tiempo atrás se completó la noticia cuando el INCUCAI le confirmó a Tamara quién era esa persona a la que le había salvado la vida. Se llama Ignacia y… ¡oh sorpresa!, vive muy cerca de San Manuel, en la localidad de Vela, y su padre es de Napaleofú.
Y la noticia tuvo su “final” súper feliz, cuando el domingo pasado, Tamara e Ignacia pudieron conocerse, abrazarse, charlar, hacerse regalitos, jugar… Y la familia de la niña pudo agradecerle a la joven de San Manuel su acto solidario lleno de amor, y también darle las gracias a Jorgelina por todo su silencioso trabajo que le permitió a Ignacia ser una niña feliz con toda una vida por delante.
Esta historia que parece de película, ocurrió en la vida real y nos ratifica que la frase “Donar médula ósea salva vidas”, no es un simple slogan, es una realidad.
Si esta historia generó en vos la necesidad de inscribirte como donante voluntario de médula ósea, no esperes más, hacé como Tamara, asesorate, anotate y le darás mayores posibilidades a aquellos que lo necesiten en cualquier lugar del mundo, de encontrar a alguien compatible.
Carlos Laboranti, director ejecutivo