Dolar más caro, inflación imparable, pueblo más pobre

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Tras la renuncia de Martín Guzmán como ministro de Economía, la semana que transcurrió no fue nada sencilla para nuestro país, puesto que el valor del dólar subió notablemente.
Si tenemos en cuenta las dificultades que afrontan quienes tienen ingresos fijos en pesos para llegar a fin de mes, es muy difícil que tengan margen para tener un ahorro en dólares. Es por eso que muchos suelen prestar poca atención a la cotización de la moneda estadounidense, y afirman “a mí no me cambia nada, yo cobro en pesos y pago en pesos”.
Pero lo cierto es que la suba del dólar blue afecta y mucho la economía del ciudadano de a pie, incluso a aquel que con esfuerzo ha podido atesorar unos pocos dólares.
Las consecuencias son mucho más profundas que la imposibilidad de acumular o de gastar en moneda extranjera. En especial cuando la pérdida de valor del peso argentino se incrementa día a día, como viene sucediendo en Argentina desde hace casi 20 años.
La primera consecuencia del incremento del valor del dólar es el inmediato aumento de precios de los productos que consumimos. De hecho, los especialistas coinciden en que el traslado a precios luego de un aumento del dólar es mayor en la Argentina que en otros países, lo que seguramente tiene diversas explicaciones.
Una de ellas es la vasta experiencia que a esta altura tienen los actores económicos de nuestro país, que ya saben que ante una devaluación habrá una suba inflacionaria, por lo que realizan una estrategia de resguardo y aumentan sus precios preventivamente. Esto pudo observarse con facilidad el pasado lunes, ya que apenas el dólar blue elevó su precio, los productos sufrieron un importante aumento.
Lo cierto es que también todos sabemos, por la experiencia de situaciones similares anteriores, que una vez que los productos incrementaron su precio, ya no dan marcha atrás, más allá de que el valor del dólar pueda retrotraerse. Esto también lo pudimos observar en el transcurso de la semana pasada, puesto que a mitad de semana, cuando la moneda estadounidense bajó su valor respecto al lunes, ningún precio retrocedió.
También sabemos que en situaciones de alta inflación, como la que atraviesa nuestro país hoy, a los consumidores nos cuesta más tener un registro claro de los precios del mercado, por lo que las empresas son más permeables a subir sus precios.
También es cierto que diversos bienes e insumos son importados en dólares o mismo parte de su producción tiene costos en dólares, lo que también lleva a los aumentos.
Toda esta situación se dio en el marco de una inflación que ya era altísima y que no para de castigar el bolsillo de los trabajadores, que ven con resignación como sus sueldos se devalúan día a día.
Incluso aquel que tiene la posibilidad de llegar con algo de dinero al final del mes, lo primero que quiere hacer es “sacarse los pesos de encima”, puesto que tal como indicamos, estos pierden valor y se busca invertirlos en algo que les permita conservar su valía.
Todo esto se da con un gobierno que exhibe debilidad, que nunca encontró el rumbo y que se da el «lujo” de estar más interesado en sus luchas de poder internas que en buscar una solución a los problemas que nos aquejan. Por si fuera poco, la oposición tampoco parece demasiada preocupada por el ciudadano que sufre esta crisis económica como nadie, y prefiere buscar sacar un rédito político pensando en las próximas elecciones con la lógica de “cuanto peor esté la situación del país, mejor para nosotros”.
Más allá de esto último que esgrimo, hay algo claro como el agua: La mayor responsabilidad de encontrar una solución a esta crisis y detener estos niveles intolerables de inflación, es de quien es Gobierno, aunque la oposición debe ser responsable y hacer su aporte pensando en el pueblo.
Esta película ya la hemos visto muchas veces a lo largo de las últimas décadas, aunque me permito soñar con que por una vez, nuestros dirigentes logren llegar a consensos y pongan por encima de sus propios intereses políticos, los del sufrido pueblo argentino.
Carlos Laboranti – Director ejecutivo.