El Día Nacional del Mate, establecido el 30 de noviembre, es el homenaje vivo a la tradición más querida por los argentinos. La fecha no es casual, ya que la misma fue establecida en conmemoración al nacimiento del comandante guaraní Andresito Guazurarí (1778-1821), gobernador de la provincia grande de Misiones de 1815 a 1819, quien fomentó la producción y dio gran impulso a la comercialización de la yerba mate.
En la actualidad, las formas y sus sabores no son motivo suficiente para explicar por qué el mate es tradición entre los argentinos. Su mística proviene de los guaraníes, quienes creían que compartir era la clave de la vida, abarcando todas las esferas de la existencia, entendiendo de la mejor manera el derecho a dar y la obligación a recibir.
El mate es esencial en una reunión familiar o una juntada con amigos. Carece de excusas para ubicarse como protagonista estelar. Su historia, y la región en la que se lo cebe, abraza tantos mitos como formas de prepararlo. Es el agua y la yerba, pero también la bombilla, el recipiente y la forma de infusionarlo: cada uno de estos detalles hace al sabor del mate, influyendo notablemente en el resultado final del mate.