Por golpe de calor se entiende un cuadro de deshidratación generalizada cuyos síntomas son similares en todas las personas: sed, dolor de cabeza, sensación de tener la boca pastosa y sudar en exceso. Este malestar puede aparecer al momento o después de algunos días de altas temperaturas.
Existen dos grupos de riesgo más propensos a sufrir golpes de calor: los ancianos y los niños. A medida que aumenta la edad, las personas se vuelven menos susceptibles a regular la temperatura, sufren períodos de hipotermia durante el invierno y tienen problemas con el calor en verano. Asimismo los bebés presentan síntomas de deshidratación muy similares, suelen estar tranquilos, con una baja en su actividad normal, se quedan dormidos, pierden la iniciativa y tienden a no comer ni llorar.
Para evitar el golpe de calor es clave reconocer la necesidad de mantenerse hidratado. Las personas mayores, por la edad, se vuelven menos sensibles a sentir sed, por lo que deben recordar y tener como hábito tomar agua. Cuando la temperatura sube y comienzan los síntomas el cuerpo puede haber perdido entre 4 y 6 litros, que se deben reponer de forma constante.
El golpe de calor también se da usualmente mientras las personas jóvenes hacen entrenamiento físico debido a la pérdida de agua. Para estos casos se recomienda realizar esta actividad por la mañana temprano o por la tarde, luego de la caída del sol
Por otra parte, teniendo en cuenta que la mayoría de las plazas son de cemento, conviene buscar lugares que sean frescos, donde corra brisa o viento. La cantidad entrenamiento deben incrementarse en forma progresiva: primero se aumenta la frecuencia semanal, luego el volumen y finalmente, la intensidad.
¿Qué hacer ante un golpe de calor? Si la persona es joven, se le debe dar líquidos: la hidratación no debe hacerse solo con agua, es recomendable agregar bebidas con sales, o un jugo de fruta y después enfriar el cuerpo.
Lo más importante es prevenir, las personas mayores y los bebés deben estar en condiciones frescas, con agua suficiente. Si comienzan a sudar mucho, o están demasiado tranquilos o que tienen sed hay que ofrecer líquidos. Y si se quedan dormidos o se desmayan hay que concurrir a un médico.
Roberto Fayanás – Medico Clínico