La realidad que atraviesa el país, marcada por el aumento del desempleo, la pérdida del poder adquisitivo, una inflación que parece poco controlada y un sistema que excluye más de lo que incluye lleva a un descontento generalizado que impacta directamente en la calidad de vida.
«Seguir tirando más de la cuerda puede dejarnos en el camino. De estas situaciones ya sabemos los argentinos y lamentablemente las tenemos bien presentes cada vez que ocurre una situación de incertidumbre económica y social». Para el médico cardiólogo Jorge Tartaglione (MN 67502), su especialidad «sabe lo que pasa cuando se conjugan todos estos factores». «Tenemos la experiencia de 2001, cuando se triplicó la cantidad de infartos y nuestros pacientes se complicaban mucho más», sostuvo.
El presidente de la Fundación Cardiológica Argentina aseguró que «estudios científicos realizados en la Argentina comprobaron el impacto que tienen las crisis económicas sobre la salud. De hecho, permitieron establecer un vínculo entre el estrés psicosocial y un mayor riesgo de enfermar. En particular, las investigaciones constataron un aumento de la morbi-mortalidad por causas cardiovasculares en períodos de incertidumbre financiera.»
Una investigación encabezada por el médico Enrique Gurfinkel (1957-2011) comparó el número de muertes e internaciones que hubo en el período abril de 1999 – diciembre de 2001, con las registradas entre enero de 2003 y septiembre de 2004, y demostró el vínculo entre la crisis económica y la evolución de los pacientes cardíacos en hospitales argentinos.
«Los resultados fueron contundentes: los pacientes que se internaban por problemas cardíacos se complicaron mucho más y aumentó la mortalidad durante el período de crisis en comparación con los años posteriores que se utilizaron como control», detalló Tartaglione.
Por su parte, una publicación de la cardióloga argentina María Inés Sosa Liprandi refuerza estos datos. La especialista comparó la tasa de mortalidad cardiovascular en la Argentina entre 1995 y 2005 con los cambios en las tendencias del producto bruto interno (PBI), como indicador económico de la crisis financiera.
«Durante esos diez años de estudio, gracias a las medidas de prevención y nuevos tratamientos, el país logró bajar la mortalidad cardiovascular, pero desaceleró el descenso y cambió la tendencia cuando el país fue afectado por dos crisis económicas, la del sudeste asiático y la caída de la convertibilidad -destacó el especialista-. Los cambios de tendencia coinciden con 1998 y 2002».
Ya no quedan dudas: la relación entre estrés agudo y crónico con la situación que atraviesa el país, y particularmente entre los períodos de crisis y los infartos es un hecho. «Estamos en condiciones de afirmar que las crisis económicas son un claro factor de riesgo cardíaco. Es fundamental una rápida intervención y que el Estado actúe de manera preventiva para evitar un triste desenlace», finalizó el experto.