Argentina parece ser un país que tropieza varias veces con la misma piedra, tanto en la política como en la economía. En ese «loop» permanente de sucesos que parecen extraídos del pasado, este mes irrumpieron con mayor fuerza los controles de cambio y, por supuesto, las vías financieras con intención de eludirlos.
Como sucedió con el «cepo» de la segunda administración de Cristina Kirchner, los controles llevan a la extensión de operaciones elusivas, algunas dentro del marco regulatorio, como el «contado con liqui», el dólar «MEP» y el novedoso «rulo», y otras informales, como las transacciones en el mercado paralelo. Cuando las autoridades advierten la expansión de estos ominosos mercados, aplican nuevos controles.
La brecha cambiaria entre el dólar oficial, como se define a la cotización mayorista en el Banco Nación y el tipo de cambio de referencia del BCRA (Comunicación «A» 3500) y los diferentes precios del dólar convalidados a través de los negocios financieros, alcanzó un rango entre el 23 y el 31 por ciento este viernes, después de que el Banco Central y la Comisión Nacional de Valores dispusieran en la última semana una nueva normativa en relación a la compra y venta de títulos públicos a diferentes cotizaciones.
Las medidas buscan limitar la operación del «rulo», que permite capturar esa tasa de retorno para el que vende y hacerse de dólares -más caros pero sin restricciones- para el que compra.
Como era de esperar, más restricciones decantan en brechas crecientes, pero que no son suficientes para detener la sangría de divisas, que es el origen de estas barreras.
Desde que el ministro de Hacienda Hernán Lacunza anunció las restricciones cambiarias el 1° de septiembre, el dólar minorista restó 5,8% en el promedio de bancos (de 62,04 a 58,44 pesos) y 5,7% en la plaza mayorista (de 59,51 a 56,11 pesos).
Pero una cotización alternativa, como la del contado con liquidación, trepó un 13,2%, lo que extendió la brecha al 30,5 por ciento. Este tipo de cambio surge del cociente de la cotización en pesos de las acciones argentinas por su valor en dólares (ADR), que trepó de 64,68 a 73,25 pesos en septiembre.
Una variante para dolarizar el excedente de pesos es la del dólar MEP o Bolsa, que se obtiene a partir de la compra de un bono cuya cotización puede ser en pesos o dólares. Se lo adquiere con moneda local y revende en divisas, a un tipo de cambio mayor al oficial.
La operatoria concluye con la transferencia de los dólares a una cuenta bancaria. El dólar MEP avanzó este viernes a $69,17, un 7,2% más que los $64,50 del 30 de agosto.
Experiencias fallida del «cepo»
Cuando se instauró el control de capitales a fines de 2011, la brecha entre el restringido dólar oficial y el paralelo tardó hacerse significativa. Debieron pasar casi seis meses para que alcanzara hacia fines de mayo de 2012 el 25%, entre los $4,50 para la venta minorista y los $5,60 en los «arbolitos» de la City porteña, entonces bajo la estricta vigilancia de la AFIP.
En 2019, con los nuevos controles post PASO, en el reducido mercado informal el dólar «libre» cerró el viernes a 61,50 pesos. En este caso la brecha con el promedio minorista es todavía exigua: un 5,2 por ciento.
Un informe del IERAL de la Fundación Mediterránea precisó que «el régimen de control de cambios actual es menos restrictivo que el de 2011 y el precio del dólar (oficial) se encuentra en un nivel más realista. Por ende, es clave lo que ocurra después del 10 de diciembre».
«Al margen de las modificaciones que puedan hacerse al régimen cambiario, todo indica que esta vez no será factible financiar una expansión del gasto público como la observada entre 2011 y 2015″, advirtió el IERAL.
En esa línea, tanto el actual Gobierno como el que se consagre a partir de las elecciones presidenciales deberán tomar nota de que el anterior «cepo» -entre el 31 de octubre de 2011 y el 16 de diciembre de 2015- tuvo malos resultados.
En poco más de cuatro años de restricciones, el dólar minorista autorizado por la AFIP trepó de 4,28 a 9,91 pesos en el promedio de venta al público, con un aumento acumulado de 132 por ciento.
En contraste, el dólar paralelo, o «libre» comenzó operado a $4,40 en las «cuevas» de la City, con una brecha del 3% respecto del oficial, pero escaló hasta los $14,45 para la venta en diciembre de 2015, un 228% más.
Incluso brecha llegó a superar el 100% en los momentos de mayor incertidumbre económica, como ocurrió con la fuerte devaluación de enero de 2014. El dólar «libre» llegó a anotar un récord de $16,11 el 19 de octubre de 2015, a días de las elecciones presidenciales.
En el mismo lapso, las reservas del BCRA se redujeron un drástico 49%, desde los 47.523 millones a 24.164 millones de dólares, merma que contradice la justificación de imponer un «cepo» para «cuidar» los dólares.
En 2019, con solo diez ruedas operativas desde el anuncio de los controles, las reservas del Banco Central restaron unos USD 4.000 millones o 7,4%, para quedar al filo de los 50.000 millones.