La felicidad no solo significa estar felices y contentos, sino que se ancla en el sentido, en la posibilidad de ayudar, es así como está en la esencia del ser humano trascender de sí mismo y encontrar bienestar en la entrega a los demás.
Este bienestar se refleja en la vitalidad que tenemos cuando estamos centrados en aquello que tiene sentido. Es las ganas y perseverancia con que hacemos las cosas. Esta energía es la que favorece nuestra salud física y mental. ¿De dónde viene esa energía? La ciencia señala que tiene distintas fuentes, dos de las principales es la calidad de las nuestras relaciones interpersonales y el propósito que le encontramos a nuestra vida
Así en momentos difíciles a pesar de los temores y ansiedades, el ponernos a disposición de los demás nos entrega una satisfacción que fortalece nuestro sentido y la pertenencia a la común humanidad.
Algo que podemos hacer en estos tiempos de profundos cambios es mantener nuestras relaciones importantes con mensajes que ayuden, que tranquilicen sin dejarnos llevar por la saturación de información que nos llega.Esta felicidad va más allá del emocionar positivo y permite tener la esperanza de una sociedad más cohesionada y colaborativa.
Hoy estamos en un momento en que el temor que dejó la pandemia se ha ido apoderando del mundo a medida que el virus avanzó y sigue avanzando con la información de rebrotes y nuevas cepas.
El temor es una emoción que paraliza, que gatilla nuestra mente a pensar en catástrofes presentes y futuras, empezamos a imaginar escenarios horribles, que pasa si me enfermo o si se enferma mi familia. Esto solo aumenta la angustia, nos distrae, nos cansa y disminuye nuestra capacidad de actuar, de conectarse con lo que puedo y debo hacer.
La indicación es a tomar conciencia que nuestra mente está atrapada por estos pensamientos, respirar profundo, observarlos, aclararnos que es nuestra mente, seguir respirando y calmarse.
El bienestar se restaura cuando nos centramos en el presente, cuando hacemos aquello que está dentro de nuestras posibilidades y el resto se va enfrentando día a día sin dejarse llevar por pensamientos negativos.
Uno de los recursos que más promueve el bienestar de las personas es estar presente, estar en atención plena, esto es tomar conciencia del momento, darse cuenta de nuestros pensamientos, emociones y sensaciones físicas. El solo hecho de parar y focalizarse en la respiración y en cómo estamos tiene un efecto recuperativo en nuestro cerebro.
Entrenarnos con esta mirada de la vida puede favorecer el bienestar, pues permite darse cuenta a qué le ponemos atención, disminuye así la posibilidad que repitamos pensamientos negativos respecto al pasado o imaginando escenarios que provocan ansiedad.
Por Carlos Laboranti, Presidente