Cierre de exportaciones, incoherencia y mezquindad

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En la última semana, se registró un nuevo conflicto entre el campo y el gobierno sobre el que me gustaría explayarme. Pero antes de ello, creo que es necesario explicar cómo se originó este nuevo enfrentamiento.
Con el argumento de lograr detener el aumento de la carne y revisar la cuestión fiscal del sector cárnico, su posición frente a la AFIP y a los aranceles de exportación, el gobierno nacional decidió suspender las exportaciones por 30 días, planteando la medida no como una restricción permanente, sino como algo transitorio.
Con esto, el gobierno para la pelota y establece un nuevo “parche”, que es lo que ha sido siempre este tipo de limitaciones y restricciones al comercio exterior.
Lo paradójico es que la carne que no se permite exportar, es la que menos se consume en Argentina, porque en la Cuota China básicamente está la hacienda llamada de conserva o manufactura, que es la hacienda que se descarta de los rodeos; hablando vulgarmente, la vaca “vieja” y que en el país oriental es utilizada de una manera industrial, realizando todos los derivados que pueden producirse de ese tipo de carne.
Además, como no se exporta toda la carne sino solo una parte, al cerrarse la exportación, la posibilidad de que cortes que no salen al exterior se derramen al mercado interno, también se limita, porque al bajar el precio de la hacienda, la misma no sale a negocio.
En este marco, el campo hizo una respuesta refleja, diciendo de alguna manera: “Si vos no me permitís exportar, yo voy a parar. Si yo no puedo seguir adelante con mi dinámica de exportación, entonces yo no te voy a proveer mercadería, o sea carne, en el mercado interno”.
Parecería un juego de niños, pero claramente no lo es, puesto que los chicos mantienen la inocencia, y si hay algo que justamente no es el motor de inspiración de esta situación, es la inocencia, sino la especulación.
Hay una ecuación muy simple que manda en el mundo de la economía que es la curva de oferta y demanda, es decir que en el cruce de la cantidad ofrecida y la cantidad demandada, se determina supuestamente el precio del producto. Si en esta ecuación, que no parece ser tan difícil de entender, uno baja la cantidad ofrecida, lo que termina sucediendo es que el precio sube. La ecuación es simple: a menor cantidad de carne ofrecida, mayor precio.
En definitiva, en esta pelea sin fin del campo con el gobierno, en la que también participan los grandes medios nacionales y en la que cada uno defiende sus intereses particulares, el más perjudicado, el que termina sufriendo las consecuencias, es quien queda en el medio, el pueblo argentino, que es quien tiene que pagar más cara la carne en el mostrador.
Por un lado, está el gobierno tomando una medida arbitraria, restrictiva y transitoria, que pretende hacer una cosa y logra exactamente lo contrario. Pero el efecto negativo de esta medida no es únicamente el incremento del precio de la carne para el consumo interno, sino que además, atenta contra la generación genuina de divisas, porque sabido es que la única manera de generar divisas al país, es justamente pudiendo venderle a terceros países. Por eso resulta inconcebible que se suspendan las exportaciones, cuando lo que el país necesita es justamente lo contrario.
Además, esto tira por la borda el tiempo y los recursos económicos invertidos por las empresas, que han realizado un excelente trabajo durante todos estos años para desarrollar un mercado internacional. Si esto se pierde, volver a reinsertar un producto en el mercado internacional y lograr la confianza de los compradores, no es nada sencillo y eso no se debe perder de vista.
Por el otro lado, se encuentran los dirigentes del agro planteando un paro por 9 días totalmente vacío de contenido, puesto que la medida de fuerza no está acompañada por un plan importante que cambie el eje de la situación de la ganadería en este caso, o de la agricultura en la Argentina, frente al mercado interno y externo.
Se necesita un puente de diálogo en serio, entendiendo cuál es el diagnóstico. Decir que Argentina va a salir adelante porque tiene recursos, es un discurso falaz. Los recursos están, pero hay que planificarlos, organizarlos y dirigirlos, puesto que si uno no puede llevar adelante un plan ordenado, los recursos por sí solos, nunca van a brillar. Argentina tiene un escenario natural imponente de grandeza, pero si nuestra dirigencia sigue con la mezquindad que la ha distinguido en las últimas décadas, estaremos condenados al fracaso.
Tenemos que entender que Argentina hoy no es potencia de nada, sino que está como Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Hay un cuento que relata que una mujer, para comprar pan después de la Segunda Guerra Mundial, fue con una carretilla de marcos alemanes, y a la mujer le robaron la carretilla y le dejaron la pila de plata, pues la misma no tenía valor, y eso es lo que nos va a pasar a nosotros si seguimos con esta inflación, una montaña de pesos, de papeles, no nos va a servir ni para comprar un kilo de pan. Estamos bajo cero y debemos entender que tenemos que tomar una política de cero para arriba, si no lo entendemos nunca vamos a poder hacer cosas diferentes. Estamos permanentemente mirándonos el ombligo y no estamos viendo el todo, y así no se construye un país. Tenemos que ser conscientes que de esta manera no estamos contribuyendo a tener una luz alta en el camino.
Vivimos en una región que es claramente agrodependiente y no lo digo vanagloriando el agro, si no describiendo una realidad. El PBI de los distritos del interior, está muy influido por el agro, entonces es necesaria una buena relación gobierno-agro-ciudad. Hay que lograr que no esté el campo por un lado y la ciudad por el otro, la ciudad se tiene que acercar a la dinámica del agro y el agro a la dinámica de la ciudad y en esa intersección de dinámicas, es donde se va a lograr realmente un salto de calidad. Si nosotros no planteamos una posición disruptiva a la realidad actual, no vamos a poder construir una nueva realidad. Es necesario establecer un plan ordenado mínimo a 10 años, que involucre a todos, a la ganadería, a la agricultura, a la dinámica de las escuelas técnicas y rurales, que preparen personas que estén disponibles para trabajar en el campo, dejando las mezquindades de lado.
Claramente hay una falta de conciencia y de criterio de los dirigentes, tanto de los políticos, expresados a través de las medidas del gobierno, como de las entidades del agro, manifestadas mediante el llamado al paro. Y ese es precisamente el reclamo que hacen los productores que todos los días se levantan para llevar adelante sus negocios y empresas, los consumidores, la comunidad en general, que siente un hartazgo alrededor de estas cosas, y la necesidad de dirigentes que realmente quieran hacer las cosas bien, con compromiso y con ganas de producir un cambio.
Es por eso que siento le necesidad desde este lugar, de incentivar a que la gente se sume, que se acerque a las entidades que tienen las puertas abiertas. Las entidades locales, de Lobería, de Necochea, de San Cayetano, tienen una realidad diferente a lo que describo que sucede a nivel nacional; por ejemplo la Sociedad Rural de Lobería es una sociedad que trabaja codo a codo con el productor, está muy cerca, comprometida con la producción, y eso justamente es lo que creo fundamental para soñar con un país mejor. Si anhelamos un verdadero cambio, empecémoslo desde las bases.

Carlos Laboranti – Director Ejecutivo