Por “Roli” Aloisi.
La desición tomada días atrás por el gobierno municipal de Juan José Fioramonti, acerca de posibilitar el acceso en nuestra propia ciudad a carreras universitarias mediante convenios con la Universidad de Mar del Plata y la de Tandil, señalan una determinación disruptiva en el sentido positivo de lo que debe hacer el estado municipal.
En estos últimos años, la opinión pública en general y los actores políticos en particular, han sostenido su base discursiva y también su accionar alrededor de la obra pública, cosa que es importante y necesaria, pero no suficiente de cara al futuro.
Nuestra ciudad en los últimos años, se ha empobrecido en forma notoria, la actividad comercial ha decaído de manera persistente, no hay señales de generar una burguesía capaz de ir diseñando algo que permita avisorar una ciudad diferente.
Hace algunas décadas, Lobería tenía otra pujanza y era cuando el trabajo humano era parte fundamental de la vida de las comunidades rurales.
Somos un pueblo de campo, con una prodigiosa naturaleza, pero el mundo cambió y nos pasó por encima.
Hace más de un siglo, cuando Lobería vivía su etapa adolescente, el 80 por ciento de las personas trabajaba la tierra para que se alimenten el 100 por ciento de los habitantes. Es decir, casi todos trabajan en la generación de alimentos. El mundo era así. Felizmente el mundo avanzó y gracias a la tecnología aparecieron maquinarias, fertilizantes, herbicidas y semillas y hoy en nuestro país, que es fuerte productor de alimentos, sólo el 5 por ciento de la población trabaja en el sector agrícola.
Esa mutación que ha ido sucediendo a través del tiempo casi sin darnos cuenta, es lo que hace a nuestra quietud como comunidad en materia de generación de empleo.
Por ahí, ante esta descripción de la realidad, algún lector desprevenido podrá pensar que quien suscribe está en contra del campo. Simplemente digo que el campo genera dólares que son de suma importancia para el país, pero la generación de empleo en el mundo actual pasa por otro lado.
Cuando la tecnología fue suplantando al hombre por máquinas, vino el auge de la fabricación industrial y Lobería jamás se subió a ese tren. Seguramente habrá tantas razones para que eso haya sucedido que no es interés de esta columna indagar sobre el asunto.
Hoy estamos en otra etapa. El sueño de ¿cuándo tal o cual gobernante va a traer una fábrica? es una discusión lejana, más allá de que cualquier acción en ese sentido siempre será bienvenida.
Hoy la riqueza de las naciones pasa por el conocimiento y es ahí en donde observo que la determinación política de financiar algunas carreras universitarias en nuestra propia ciudad, es una medida progresista y que ya tuvo su primer antecedente en la década del ’90, cuando por aquel entonces, el gobierno local de Ricardo Jano abrió la universidad virtual que funcionó en la terminal de ómnibus.
Medida a largo plazo
Estos intentos no traen resultados a corto plazo. Una cuadra de pavimento se ve rápido, es necesaria, y desde el punto de vista de la política, en forma inmediata hace que la opinión hacia un gobierno sea positiva.
Pero desde mi punto de vista, este puntapié inicial de permitir a los loberenses el acceso a niveles de educación superior, es la más acertada medida de gobierno de los últimos años en nuestra ciudad.
Personalmente, entiendo que se debería ir por más. Crear un tasa a la educación que la aporten los sectores mas pudientes del Partido de Lobería no me parecería una idea descabellada.
Permitirle a jóvenes y adultos de nuestra comunidad educarse en carreras que tengan vinculación con el mundo que viene, me parece que es el mejor aporte que la política local le puede hacer a su propia comunidad.
En este sentido, sólo hay que tener justeza a la hora de seleccionar bien las carreras a dictarse, porque hoy el debate en el mundo es sobre el conflicto entre vocación y empleo.
A veces hay buenas noticias.
En medio de un gobierno nacional que no acertó una en beneficio de los sectores del trabajo y la producción y que promete mayor ajuste en educación, acá en nuestra ciudad, que el intendente haya impulsado la llegada de carreras universiatrias o terciarias, es algo para celebrar.