Unos dos meses atrás, me refería en mi comentario editorial, al “eterno conflicto” en que parecen vivir el campo argentino y el kirchnerismo, desde 2.008 con la recordada Resolución 125, hasta nuestros días.
Pero en esta pelea que parece no tener fin, siempre aparece un nuevo round.
El campo disfrutaba del fin de una cosecha fina con muy buenos rindes. En particular en nuestra región, la cebada tuvo rendimientos muy buenos y, aunque no en los mismos niveles, la cosecha de trigo también dejó conformes a los productores.
Cuando parecía que el sector agropecuario brindaría a fin de año con una sonrisa, el gobierno dio a conocer la decisión de suspender temporalmente las exportaciones de maíz hasta el 1º de marzo, medida con la que buscaba asegurar el abastecimiento del grano para los sectores que lo utilizan como materia prima en sus procesos de transformación, básicamente la producción de proteína animal como carne de cerdo, pollo, huevos, leche y feedlot.
La sonrisa de los productores se transformó en un gesto adusto y la respuesta de algunas de las entidades que componen la Mesa de Enlace no se hizo esperar: anunciaron un paro consistente en el cese de comercialización de todos los granos desde las 0 horas de mañana lunes hasta las 24 del miércoles 13 de enero.
La Federación Agraria Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas y la Sociedad Rural Argentina impulsaron la protesta en contra de la medida, a la que definieron “perjudicial” para el campo y para la Argentina en su conjunto, aunque los integrantes de Coninagro decidieron no participar de la misma al considerar que “no es un momento para el paro”.
En el ámbito agropecuario no entienden la medida tomada por la cartera que encabeza Luis Basterra, ya que hasta las propias estadísticas oficiales confirman la existencia de cerca de 10 millones de toneladas de maíz disponibles para abastecer las necesidades de la demanda, datos que el sector privado aportó a los funcionarios nacionales.
El anuncio del paro provocó la convocatoria a una reunión del ministro de Agricultura, Luis Basterra, con representantes del Consejo Agroindustrial Argentino. En el encuentro, los sectores productivos asumieron el compromiso de garantizar el abastecimiento interno, mitigar efectos de cambios bruscos de precios internacionales que impactan en el consumo y crear una mesas de trabajo permanente del maíz y trigo que permita darle mayor previsibilidad a las necesidades de cada sector involucrado.
Tras la reunión, la cartera agropecuaria reconoció que evalúa reabrir las exportaciones de maíz, aunque ante la falta de certezas, los productores continúan realizando las asambleas que estaban programadas y en las cuales, hay una importante adhesión al cese de comercialización de granos por 72 horas.
Con esta descripción, afirmamos que es tan válido que el gobierno tome decisiones sobre lo que cree beneficioso para el país aunque resulte perjudicial para un sector, como que ese espacio que se siente perjudicado utilice las herramientas que tiene a su alcance para hace sentir su descontento, en este caso un paro.
Ahora, visto lo sucedido en las últimas horas, ¿no sería más beneficioso para todos que estas reuniones entre gobernantes y representantes del sector, se llevaran a cabo periódicamente y que se pudiera llegar a consensos que evitaran este tipo de tensión constante?. ¿Es necesario que uno anuncie una medida antipática y otros declaren un paro, para que unos y otros terminen aceptando una reunión en la que parece llegaron a un entendimiento?.
Es de esperar que en estas horas, el acuerdo sea total y de alguna manera queden “todos contentos”; el gobierno con el bastecimiento interno de maíz asegurado y los productores con la posibilidad de exportar.
Tal vez esta situación, también sirva para que gobierno y entidades agropecuarias entiendan que no son enemigos y que pueden llegar a consensos de una manera amigable, sin vivir en una guerra permanente. Ojalá este sí haya sido el último round.
Carlos Laboranti – Director Ejecutivo