Por Francisco N. García, abogado, docente universitario y secundario, coordinador académico Observatorio Electoral UNMDP.
Hace muchos años el actual intendente municipal presentó en el Concejo Deliberante un Proyecto para la instalación de Bicisendas, que nunca salió del ámbito de las comisiones, al igual que otro proyecto que se presentara en el mismo sentido muchos años después, con variantes, pero en el mismo sentido de establecer una red de ciclovías en la ciudad.
Pasaron los años y está claro que ha sido consecuente con su idea, ya que durante todos estos años el tema del tránsito en Lobería tuvo debates, discusiones, cambios, estudios realizados por organismos provinciales, propuestas de semáforos, lomos de burro, y una accidentología que crecía con el aumento de los vehículos, y hoy en día y después de muchos años se está avanzando en un modelo de movilidad sostenible, el cual contempla las necesidades de todas las personas, en donde a partir de la identificación de estos problemas se está avanzando en la creación de una red de bicisendas, que no solo va a transformar nuestra manera de movernos, sino que también entiendo que va a mejorar significativamente la seguridad vial, el cuidado del medioambiente y la calidad de vida de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Esta medida sin dudas es una clara política de Estado, esencial para un desarrollo sostenible y equitativo.
Ciclovías y seguridad vial: salvar vidas y prevenir accidentes
Los datos son contundentes: donde hay ciclovías protegidas, los accidentes disminuyen drásticamente. En ciudades como Buenos Aires, la implementación de más de 300 kilómetros de ciclovías redujo en un 61 por ciento los siniestros fatales que involucraban a ciclistas desde el inicio de su plan de movilidad en bicicleta en 2009. Esta estadística no es casualidad, sino el resultado directo de separar a ciclistas y peatones del tráfico motorizado, creando espacios seguros y ordenados.
Estudios similares en Rosario y Córdoba corroboran esta tendencia. En Rosario, la siniestralidad en zonas con ciclovías cayó un 40 por ciento, mientras que, en Córdoba, las avenidas donde se implementaron ciclovías experimentaron una notable disminución de accidentes graves, así como en gran parte de las grandes ciudades donde se implementaron. Aquí cerca tenemos también el ejemplo de Mar del Plata, en donde la reciente ampliación de ciclovías ha generado un descenso del 25 por ciento en los accidentes viales en zonas céntricas. Esto demuestra que incluso en contextos urbanos más complejos, las ciclovías pueden ser herramientas efectivas para reducir siniestros y ordenar el tránsito, lo cual no solo validan la efectividad de las ciclovías, sino que también destacan cómo su implementación es capaz de cambiar la cultura vial de una ciudad.
Cuidado del medioambiente: Una necesidad ineludible
Lobería, como tantas otras ciudades, enfrenta el desafío del cambio climático y la contaminación ambiental. Promover el uso de la bicicleta mediante una red de ciclovías reduciría la dependencia de vehículos motorizados, disminuyendo la emisión de gases, además que la disminución de automóviles en circulación reduciría los niveles de ruido y mejoraría la calidad del aire, con beneficios directos para la salud de la población.
En Buenos Aires, se estima que el sistema de ciclovías permite ahorrar hasta 2.000 toneladas de CO2 al año, mientras que, en Rosario, la promoción de la bicicleta ha reducido significativamente la contaminación atmosférica en zonas densamente transitadas. Estos beneficios también son palpables en ciudades más pequeñas que han adoptado este modelo, como Tandil y Rafaela, donde los impactos positivos se han notado en una menor congestión vehicular y mayor calidad del aire.
Protección de los más vulnerables: Equidad y accesibilidad
Las Bicisendas también cumplen un rol social esencial al proteger a los grupos más vulnerables: ciclistas, niños y niñas, y personas con menores recursos económicos. En muchas ciudades, las bicicletas representan una herramienta de movilidad accesible para quienes no pueden costear un automóvil. Garantizar su seguridad mediante una infraestructura adecuada es una cuestión de justicia social.
Los niños y niñas que se desplazan a las escuelas en bicicleta o caminando también se benefician enormemente de estas infraestructuras, ya que disminuyen los riesgos asociados al tránsito vehicular. En Lobería, con la formación de cordones o caminos seguros de ciclovías podría ser la diferencia entre un trayecto seguro y uno potencialmente peligroso, para el camino a las escuelas. Pero además la realización de trayectos escolares más seguros, brinda a las familias mayor tranquilidad y promueve hábitos saludables entre los más jóvenes. Estas medidas no solo salvan vidas, sino que contribuyen a una mayor cohesión social al ofrecer igualdad de oportunidades para desplazarse de forma segura.
El rol del respeto por las normas y la educación vial
La implementación de las ciclovías no puede ser exitosa sin una adecuada educación vial que promueva el respeto mutuo entre los distintos actores del tránsito. Esto incluye no solo a los conductores de automóviles, sino también a los ciclistas y peatones. Es fundamental desarrollar campañas de concientización que expliquen cómo utilizar las ciclovías de manera segura y que refuercen la importancia de respetar las normas de tránsito.
La educación vial debe comenzar en las escuelas, inculcando desde temprana edad hábitos responsables y un compromiso con la seguridad vial. Este enfoque es esencial para construir una cultura de convivencia en las calles, donde cada persona respete el espacio del otro. En Lobería, este tipo de iniciativas serían clave para garantizar que la red de ciclovías se utilice correctamente y para fomentar una convivencia armoniosa entre automovilistas, ciclistas y peatones.
Desestimando los mitos sobre las ciclovías y el tránsito
Uno de los argumentos más recurrentes contra las bicisendas es que achicar las calles y reducir carriles para automóviles generaría mayor congestión y accidentes. Sin embargo, esta opinión no tiene respaldo en los hechos en las ciudades donde se ha hecho. En grandes ciudades la implementación de ciclovías ha reducido los accidentes vehiculares y mejorado el flujo de tránsito al ordenar los distintos modos de transporte. Además, la reducción de carriles motiva a muchos a optar por alternativas como la bicicleta o el transporte público, disminuyendo el volumen total de automóviles.
La experiencia también demuestra que las calles más seguras no son necesariamente las más anchas, sino aquellas mejor diseñadas para convivir diferentes formas de movilidad. En este sentido, las ciclovías no solo son una solución para ciclistas, sino una medida que beneficia a toda la comunidad.
Las Bicisendas como política de Estado
Transformar la movilidad urbana mediante bicisendas no debe verse como una medida aislada, sino como parte de una política de Estado integral y sostenible. Apostar por este modelo es una declaración de principios: priorizar la seguridad, el medioambiente y la equidad sobre los intereses particulares.
Las ciudades donde se han implementado estos sistemas han demostrado que con planificación y compromiso político, es posible generar cambios significativos en poco tiempo. Lobería tiene la oportunidad de seguir ese camino, adoptando una visión a largo plazo que contemple las necesidades actuales y futuras de sus habitantes.
En una ciudad como la nuestra estas medidas tienen un impacto particular al fomentar la armonía social. Conectar barrios, facilitar el acceso a los servicios esenciales y ofrecer una alternativa segura para desplazarse contribuyen a crear un tejido social más fuerte y solidario, aunque ello como todo cambio pueda generar resistencias o críticas al principio, ya que en comunidades pequeñas suelen costar la realización de cambios.
Conclusión: Una apuesta por el futuro
La implementación de una red de ciclovías en Lobería no es solo una cuestión de modernidad, sino una necesidad urgente para mejorar la seguridad vial, cuidar el medioambiente y garantizar una movilidad accesible y equitativa. Además, este sistema fomenta la armonía social y brinda alternativas de transporte más inclusivas y seguras.
Adaptarse, e implementar plenamente este cambio va a llevar tiempo, y seguro muchos cuestionamientos, o resistencias, pero está claro que lo que esta obra persigue es la voluntad de construir un futuro más seguro, saludable y sostenible para todos quienes forman parte de la comunidad.
Los resultados de su aplicación, así como sus beneficios se verán como en todos los casos con tiempo, y su éxito también dependerá de nuestro respeto y voluntad, y eso significa nada más ni nada menos que contribuir como ciudadanos a la mejora de nuestra comunidad.