Desde hace un tiempo, comenzamos a escuchar hablar cada vez con más frecuencia de la gripe aviar, aunque en general lo veíamos como un problema lejano.
La aparición de casos en Argentina y principalmente la muerte de unas 200 gallinas, patos y gansos y la posterior confirmación de que se trataba de un caso de gripe aviar en el Partido de San Cayetano, encendió nuestras alarmas y nos llevó a interiorizarnos más acerca de este enfermedad.
Seguramente las primeras preguntas que le surgieron a usted, que está leyendo este artículo, son las mismas que me hice yo. ¿Podemos estar ante una nueva pandemia? ¿Traerá graves problemas a la salud pública? ¿Generará importantes problemas en el ámbito productivo y económico?
Evidentemente son preguntas que no tienen una respuesta contundente, aunque la información que hay al respecto nos permite realizar ciertas reflexiones. Lo primero que pienso es que ante esta situación que se plantea, necesitamos ser altamente responsable en nuestras acciones tanto nosotros, los ciudadanos, como los productores avícolas y las autoridades.
Desde el punto de vista de la salud pública, lo que creo tiene prioridad por sobre el aspecto económico, en principio se sabe que el contagio directo entre aves y humanos es poco probable. Este virus no se transmite de persona a persona ni tampoco por la ingesta de carne de ave cocida o de huevos. Pero si la cantidad de virus en el ambiente es muy elevada, se puede dar una infección desde un ave al humano.
Los casos detectados en humanos son muy pocos y la OPS-OMS apunta a que las infecciones graves por gripe aviar en humanos son poco frecuentes. Los síntomas son los clásicos respiratorios que caracterizan la gripe.
Esa información, en principio, trae algo de tranquilidad, aunque eso no implica que nos debamos relajar. Debemos seguir los consejos que los expertos en Salud han divulgado por distintos medios. Esa parte nos corresponde a nosotros como ciudadanos.
Por otra parte, hay una gran incertidumbre acerca del impacto de la problemática en la producción, en los niveles de consumo y los precios del pollo y los huevos.
Debido a su característica de elevada y rápida morbimortalidad, tal como sucedió hace días en San Cayetano, es una enfermedad que genera un importante impacto negativo en la producción avícola. Es lo que le sucedió al mencionado establecimiento de nuestra zona y si eso se multiplica a lo largo del país, afectaría claramente la producción nacional.
A las pérdidas económicas por la muerte de aves, se suma que es una enfermedad limitante a nivel de mercados, por lo cual tendría un doble impacto.
Si bien el grado de cumplimiento del manejo sanitario de las aves de corral puede ser correcto en el país, se sabe que el hacinamiento de aves en los criaderos puede propiciar los contagios.
Es por eso que es necesario, y esta es la parte que le toca a las autoridades (gubernamentales y sanitarias), que se realicen monitoreos efectivos y medidas preventivas eficaces para evitar que la gripe aviar ingrese a las granjas, principalmente industriales, y provoque un serio impacto económico, algo que también ya pasó en varios países.
Obviamente, la gripe aviar no se puede ocultar y si un brote afectara granjas comerciales, Argentina perdería la condición de “país libre de influenza aviar altamente patógena”, lo que afectaría de sobremanera a nuestra producción en el mercado internacional.
Por su parte, el productor debe ser responsable y dar a conocer antes las autoridades sanitarias cualquier síntoma o muerte repentina que pueda llegar a observar en las aves en sus corrales.
Más allá de todo lo expuesto, es importante que como ciudadanos no entremos en pánico y dejemos de consumir huevos o carne de aves. Por el contrario, lo que debemos hacer es mantener la tranquilidad, informarnos al respecto y tomar las medidas preventivas del caso.
Carlos Laboranti, director ejecutivo.