Desde la tarde del jueves, comenzaron a llegar los primeros jóvenes, con carpas o casillas, dispuestos a vivir un inolvidable fin de semana.
El viernes llegaron muchos más y el sábado, los caminos de ingreso al balneario loberense tenía una circulación permanente de chicos que deseaban disfrutar de la fiesta autoconvocada llamada «La Olla», ya que el lugar de reunión en la madrugada del sábado es en un enorme pozo de arena, ubicado entre los médanos.
Si bien el clima no fue del todo benévolo, los jóvenes no se hicieron demasiado problema, y más allá de que las noches estuvieron bastante frescas y hasta cayó algún chaparrón, igualmente dieron rienda suelta a la diversión.
Además, tanto en la Plaza «Malvinas Argentinas» como en el Parador Sol a Sol, se ofrecieron diferentes actividades, con bandas en vivo y grandes fogones.