Trastornos en el sueño, contracturas, dificultades para la concentración o problemas digestivos son algunos de los síntomas físicos que padecen los adolescentes con ansiedad. Y, en algunos casos, puede derivar también en el inicio en adicciones al alcohol, fármacos o drogas.
Los jóvenes están en constante cambio y viven la transición de las etapas que atraviesan muchas veces con incertidumbres y miedos. En diálogo con Infobae, expertos aconsejan cuáles son los síntomas a los que hay que estar atentos para saber si los adolescentes están padeciendo ansiedad y aconsejan cómo ayudarlos.
¿Cómo puede un padre o una madre darse cuenta cuenta que su hijo tiene ansiedad? El médico Daniel López Rosetti (MN 62540), jefe de servicio de medicina del estrés del Hospital Central de San Isidro, explicó a Infobae: «En los general las manifestaciones son parecidas a la de los adultos. La ansiedad es un temor de orden anticipatorio por un futuro que todavía no llegó y que ejerce una condición de angustia en la persona. Es el posicionamiento mental sobre un futuro inmediato o mediato que resulta de un cuadro de incertidumbre o temor a la persona».
«Pero también tiene un correlato físico», agregó, «como trastornos del sueño, inicio o tendencia compulsiva a los fármacos y drogas (sobre todo con alcohol que es la droga de venta libre más frecuente y que es como muchos chicos se inician), trastornos digestivos y hasta alteraciones de la presión arterial. Además de afectar la capacidad de concentración para el trabajo, conductas irascibles y dificultades en la relación con el otro».
Ana María Garbocci, médica pediatra especialista en adolescencia (MN 62670) afirmó en diálogo con Infobae que, en la actualidad aumentó el número de consultas cuyo motivo son diversos síntomas como taquicardia, el dolor en el pecho, manifestaciones gastrointestinales, dolores abdominales tipo cólicos, diarreas, transpiraciones profusas, cefaleas, dolores o diferentes contracturas musculares.
«Lo primero que hacemos es un examen clínico para descartar patologías orgánicas pero siempre debemos tener presente la importancia de realizar un exhaustivo interrogatorio con una escucha atenta para realizar una historia clínica muy minuciosa. Muchas veces observamos que brindando un lugar de escucha con un tiempo necesario, asegurando la confidencialidad y haciendo estudios clínicos mínimos, los síntomas van disminuyendo. Los trastornos de ansiedad, las fobias escolares y los temores son motivos de consultas muy frecuentes», explicó la experta.
«Todos sufrimos ansiedad ante diferentes situaciones como una confrontación, una entrevista laboral, etc. Pero el problema es cuando empieza a afectarnos la vida cotidiana causándonos temores, cuando no nos permite enfrentar situaciones o nos impide disfrutar», explicó a este medio la psicoanalista Daniela Furst. «La ansiedad tiene que ver con un exceso de futuro. Queremos todo ya y no podemos esperar».
«Los motivos más frecuentes que observamos son las crisis de valores y perspectivas, una sensación generalizada de que nada vale la pena. Hay un impacto de frustración frente a lo que el mundo moderno le ofrece a la juventud. Un cuadro de incertidumbre de lo que vale la pena realmente. La perspectiva económica no es fácil y es una crisis que empuja a la juventud a problemas reales y concretos», agregó López Rosetti.
Las adicciones
«Uno ve más cuadros de ansiedad en el final del secundario. Y es ahí cuando empiezan a entrar más en el consumo de sustancias. Los adolescentes están cerrando un ciclo y el mundo les genera angustia y ansiedad», aseguró a Infobae Geraldine Peronacce, médica psiquiatra especialista en adicciones (MN 110541). «Hay mucha ansiedad ante el mundo adulto y los mayores tenemos gran responsabilidad al respecto. La mayoría de los chicos escucha que la vida es un desastre, que el país va para atrás, etc. No es casualidad la gran cantidad de chicos que vuelca en las fiestas de egresados, porque es el final de una etapa y el próximo paso que les espera es ese futuro del cual los adultos hablamos pestes».
«Las fiestas de egresados y el ‘UPD’ (último primer día) generan mucha excitación y euforia. Por eso, muchos chicos toman tanto alcohol porque, sin saberlo se están automedicando para bajar esa excitación. Es un ritual que se espera durante años en los que se van acumulando ganas y energía para una fiesta simbólica de final de un momento al que ya no podrán volver», agregó Peronacce.
«Por otro lado, la velocidad con la que vivimos es un gran factor de ansiedad porque nunca alcanza. Nunca llegamos a eso nuevo que está saliendo hoy para mañana. Cuando los padres me preguntan por qué los chicos consumen, yo les pregunto ¿qué pasa con la automedicación en la casa? Si vos estás sembrando ese ejemplo, no te sorprenda que ante determinadas angustias el chico va a concurrir a una sustancia porque es lo que ve en el propio hogar. Hay que educar más con la acción que con la palabra», explicó la médica especialista en adicciones.
El vínculo con las redes sociales
Vera Rexach es especialista en TIC y Educación de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Consultada por Infobae afirmó: «No creo que las redes sociales sean la causa ni la consecuencia de que los jóvenes estén más o menos ansiosos. Los adolescentes siempre, a lo largo de la historia, fueron la generación de la transformación, de la mutación, del corte con lo que los adultos estaban esperando de ellos. Pero creo que las redes sociales son más bien un entorno donde ellos se sienten más cómodos y contenidos, en el que pueden hacer cosas y descubrir junto a sus pares».
«Los adultos tenemos que revisar cuanto tiempo pasamos mirando el móvil y en redes sociales. Es real que existe un síndrome que se llama FOMO (Fear Of Missing Out o ‘miedo de perderse algo’) y es por eso que muchos adolescentes -pero también adultos- tienen su celular cerca constantemente para ver cómo va su reputación online en las redes. Pero cuando esto provoca falta de sueño, angustia y temor hay que prestarle atención. Pero en los adolescentes podemos hablar más que del síndrome FOMO de una marca de época, de la necesidad de estar pendientes de la mirada de los demás. En este momento, hay que mirar no solo a los jóvenes con la vida conectada sino a toda la sociedad. Y es un buen momento para ver cómo les ofrecemos cosas interesantes para hacer en las redes analógicas», agregó Rexach.
Qué pueden hacer los padres
Lopez Ropsetti explicó qué pueden hacer los padres si sospechan que su hijo está padeciendo ansiedad: «Lo primero que hay que hacer es diagnosticarlos, que no pase desapercibido. Estos cuadros se instalan lentamente por eso es importante iniciar con una consulta al médico clínico y, si no hay causas orgánicas, probablemente lo derive a un psicólogo».
«La ansiedad está muy relacionada con el estrés que- aunque no es un virus- es contagioso. Por eso, los padres pueden hacer mucho en favor o en contra. En general, cuando hay alguien que sufre ansiedad en un grupo familiar también puede ser el emergente del núcleo social. Los chicos crecen en nuestras familias y copian lo que ven. Lo que vemos en el hospital desde hace muchos años, es que hay más jóvenes que consultan sobre el estrés y ansiedad. Lo que vivimos los adultos se traslada cada vez a edades más tempranas», aseguró López Rosetti.
Por último, la psicoanalista Daniela Furst sostuvo: «Los padres pueden ser facilitadores de experiencias ansiógenas o pueden poner un freno y límites. No es solo marcar lo que se puede o no se puede, sino que los límites también hacen alusión al «ahora no» a que muchas veces hay que esperar. Esa posibilidad de ayudarlos a esperar, los acompaña también en el manejo de ansiedad».