Las que corren son horas tristes para la ciudad, pues anoche este maldito virus se llevó a un loberense entrañable, que sin dudas estará por siempre en el corazón de la ciudad.
«Tati» Casais dedicó su vida a regalar amor, ternura y alegría, ya que en su diccionario, no existían las palabras maldad y odio.
«Tati» disfrutaba de diversas actividades y a todas las practicaba con la misma pasión. Siendo parte de una familia fierrera, era imposible no encontrarlo por los boxes de cuanta carrera se realizara, siendo el hincha número uno de su hermano Diego pero además de cada piloto loberense que representara a la ciudad.
También le gustaba el fútbol, por eso como buen hincha de Boca, se prendía en los chistes futboleros con los simpatizantes de River y a cualquier cargada respondía con una carcajada.
El baile y la música también formaron parte de su vida, por lo que esperaba con ansias la llegada de los carnavales, para vestirse, maquillarse y danzar al ritmo de los tambores, integrando una comparsa.
Amaba cantar, entonces subía al escenario, agarraba el micrófono en los karaokes de Fray Mocho y se ganaba las ovaciones de los presentes.
Disfrutaba de trabajar, por eso le gustaba tanto ir al Taller Protegido a realizar sus labores, pero también para alimentar los afectos, compartiendo los días con sus compañeros y amigos operarios.
Le gustaba la radio, y ahí estaba cada lunes en el programa «Quién es quién», brindando sus completos informes de automovilismo.
Pero lo que sin dudas lo distinguía, era su bondad, su sonrisa eterna, esa que no le negaba a nadie.
Así fue que a través de las múltiples actividades que fue desarrollando, logró ganarse el afecto de toda la comunidad, la misma comunidad que hoy siente un profundo dolor de su irreparable pérdida.
¡Adios «Tati»!
Desde este lugar enviamos un respetuoso, sentido y afectuoso saludo a su familia.
